Con Beijing 2022, China se convierte en la primera ciudad que alberga los Juegos Olímpicos de verano y de invierno. Repetir el plato del 2008 es la mejor carta de presentación frente al mundo: muestra al país liderado por Xi Jinping como capaz de llevar a cabo un evento de grandes dimensiones y en plena pandemia del coronavirus.
“Se trata de invertir en la imagen del país. China quiere reivindicarse después de tantos años de dificultades y de mucho crecimiento, y ser considerado como un jugador líder de la comunidad global”, explica Benjamin Creutzfeldt, investigador del Centro de Estudios de China y Asia-Pacífico de la Universidad del Pacífico.
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Creutzfeldt recuerda lo que para muchos no es evidente: todo lo que se mostrará en los JJ.OO. es propaganda, “inversión estatal” que no tiene como objetivo ganar dinero sino “justificar la forma en la que se gobierna, justificar el valor que se le da a las cosas y a las personas que viven allí”.
De allí que Occidente -Estados Unidos y algunos de sus aliados- haya decidido organizar un boicot diplomático, bajo el argumento de que China no respeta los derechos humanos (recordando el trato que el país le da a los uigures, etnia musulmana que sufre vejámenes de parte del Gobierno).
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“Antes de que se iniciaran los juegos, hubo mucha crítica, a veces justificada. Pero creo que se ha vuelto una obsesión decir que China es una gran amenaza, siendo que en, realidad, en los últimos cien años la amenaza ha sido Estados Unidos. De hecho, la sigue siendo para muchos países de América Latina y del Medio Oriente, una amenaza que ha intervenido de formas brutales”, dice Creutzfeldt.
“Eso causa que China se indigne. Siendo un país donde el amor por la patria es importantísimo, eso hace que vibren ciertas inseguridades. Cualquier crítica que no tenga que ver con los JJ.OO. causa indignación y es una prueba para los chinos de que, sin importar lo bien o mal que lo hagan, los occidentales no los van a apreciar. Eso los frustra y genera rencor”.
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Confirmar el poderío
Organizar los Juegos Olímpicos es, para China, vital para reafirmar su presencia en la región. “En el 2018, los de invierno fueron en Pyongyang; en el 2021, en Tokio; y ahora le corresponde a Beijing para cerrar el circuito de tres olimpiadas consecutivas en el este asiático. Es una forma de decir que están a la altura de las demás naciones”.
Son las palabras de Marco Carrasco, economista peruano y sinólogo. “El lema de Beijing 2022 es ‘Juntos por un futuro compartido’ y toda la parafernalia del evento apunta a eso, a que China irradie ese ‘soft power’ al resto del mundo. China, la potencia, busca la prosperidad en general, por lo menos de manera discursiva”.
¿Qué peligros podría enfrentar el evento? Según Carrasco, el trabajo chino ha apuntado principalmente a dos cuestiones: a prevenir cualquier tipo de disturbio o manifestación, lo que “usualmente suele manejar muy bien por sus drásticas sanciones a la población involucrada”; y a evitar que el coronavirus se salga de control. Hasta el momento, los esfuerzos vienen funcionando.
Por supuesto, el evento no ha estado exento de polémica. Por ejemplo, el uso de la aplicación para celulares My2022. “Es la app oficial de las Olimpiadas y se nutre de información del atleta, sigue sus movimientos, y permite reportar cualquier incidencia relacionada con los contagios de la COVID-19″.
“Pero hace poco, la Universidad de Toronto hizo un análisis y encontró deficiencias en cómo se manejaba la protección de datos. Es decir, que es factible que terceros puedan robar la información”, agrega.
¿Y el boicot diplomático? Por el momento, no parece haber tenido buenos resultados: se han hecho presentes el presidente ruso Vladimir Putin, su par argentino Alberto Fernández y el ecuatoriano Guillermo Lasso, todos con una agenda que supera lo deportivo (el primero está interesado en establecer alianzas por la crisis con Ucrania, mientras que los otros en renegociar la deuda de sus países).
Carrasco anota que se ha respetado la fórmula usual de la apertura internacional, pero que China aprovecha las circunstancias para criticar a Estados Unidos y a los países que se sumaron al boicot. “Su respuesta fue decir que ellos se sabotearon a sí mismos porque China no los invitó, aunque ya dependerá de qué lado se quiera ver el asunto”.
En todo caso, el país liderado por Xi Jinping ha hecho todo lo posible para mostrar su mejor rostro. No es gratuito que hayan querido albergar las Olimpiadas de Invierno.
“El Año Nuevo Chino se inicia con febrero y luego hay una semana de festividades relacionadas, y parte de la estrategia ha sido que ambos eventos calcen. Digamos, poner los Juegos Olímpicos en un pedestal y que se combinen los significados de las festividades, el éxito, la prosperidad”, concluye Carrasco.
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