Corea del Norte mostrará el sábado su poderío militar en un fastuoso desfile en Pyongyang para conmemorar el 75º aniversario del Partido de los Trabajadores, en el poder, que se celebrará pese a la pandemia del coronavirus, que llevó al país a cerrar sus fronteras hace ocho meses.
Gracias a fotografías tomadas vía satélite, la página en internet 38North, que suele estar generalmente bien informada, prevé que el desfile será gigantesco.
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“Está claro que preparan algo grande”, corroboró en una conferencia, Vicent Brooks, excomandante de las fuerzas estadounidenses en Corea (USFK).
Se prevé que miles de soldados desfilen en la plaza Kim Il Sung, que debe su nombre al fundador del régimen, bajo la mirada de su nieto Kim Jong Un.
Después vendrán los vehículos militares y el punto culminante del desfile serán los misiles, que serán una especie de mensaje que Pyongyang envía al mundo.
¿Sorpresa de octubre?
En abril de 2017, en un momento en que la tensión no dejaba de aumentar, Pyongyang enseñó en un desfile similar gigantescos tubos capaces de albergar misiles balísticos intercontinentales (ICBM).
En septiembre de 2018, cuando había un acercamiento diplomático entre Pyongyang, Washington y Seúl, el régimen no mostró sus ICBM, algo que la Casa Blanca recibió con agrado.
En este momento, las negociaciones sobre el programa nuclear están en un callejón sin salida desde el fracaso, en febrero de 2019 de la cumbre de Hanói.
Los expertos están convencidos de que Corea del Norte ha seguido desarrollando, incluso durante el periodo de negociaciones, estos programas nucleares y balísticos, que sus autoridades justifican por la amenaza estadounidense.
A finales de diciembre, Kim mencionó “una nueva arma estratégica”. Algunos expertos estiman que Pyongyang podría mostrar el sábado un nuevo misil balístico estratégico mar-tierra (MSBS) o un ICBM con capacidad para llegar al continente americano. Pero también es posible que Pyongyang decida no irritar a Washington.
Pese a las especulaciones sobre una posible “sorpresa de octubre”, antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, hay expertos que consideran improbable que Corea del Norte quiera probar un nuevo misil.
“Mostrarlo durante el desfile y no dispararlo sería una manera menos provocadora de presentarlo”, estima Jenny Town, experta en el Stimson Center.
El aniversario del sábado se produce además en un contexto interno complicado, debido a la pandemia del nuevo coronavirus y a una serie de tifones que han castigado la península.
Objeto de una serie de severas sanciones de la comunidad internacional, el país nunca confirmó un solo caso de coronavirus en su territorio, pese a que la enfermedad, que apareció en China, se ha extendido por todo el mundo.
“Máscaras y misiles”
En enero, Pyongyang cerró sus fronteras para evitar la propagación del virus, lo que ha hecho que el efecto de las sanciones sea aún mayor, según el comandante de la USFK, Robert Abrams.
La semana pasada, militares norcoreanos mataron a un surcoreano que se encontraba en aguas del norte, aparentemente para no correr ningún riesgo en caso de que fuera portador del virus.
El asunto provocó una gran polémica y Kim, en un hecho inédito, pidió disculpas por lo ocurrido.
El desfile del sábado no olvida la propaganda interna: decir a la población que Corea del Norte sigue siendo “una gran potencia militar, pese a las dificultades económicas”, según Town.
El evento, si reúne a miles de personas, puede ser propicio para la propagación del virus, a menos que se tomen “precauciones extremas”, avisan los expertos.
Pero “máscaras y misiles, no quedan bien juntos”, resume Harry Kazianis, del Center for National Interest, con sede en Washington.
El cierre de fronteras también retrasó la construcción del hospital general de Pyongyang, que tenía que estar terminado para este 75º aniversario.
Kim regañó públicamente a los responsables de esta obra, que se situará frente a la montaña de Mansu, donde hay estatuas monumentales de Kim Il Sung y su hijo y sucesor Kim Jong Il.
Pero aunque se termine rápidamente, el hospital puede carecer de tecnología, infraestructuras y personal para suministrar los cuidados médicos que necesita la población, según Soo Kim, de la organización de análisis político, RAND Corporation.
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