Los talibanes se apoderaron este martes de otras dos ciudades de Afganistán, Farah y Pul-e Khumri (norte). De esta manera, suman ocho capitales provinciales capturadas en cinco días, mientras refuerzan su control en el norte de donde los civiles huyen masivamente ante su imparable avance.
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“Los talibanes están ahora en la ciudad, izaron su bandera en la plaza central y en la oficina del gobernador”, contó Mamoor Ahmadzai, diputado de la provincia de Baghlan, cuya capital es Pul-e Khumri, a 200 kilómetros de Kabul.
Después de dos horas de combates, las fuerzas de seguridad se retiraron en la noche del martes hacia una base fuera de la ciudad, precisó.
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Más temprano, los insurgentes tomaron Farah, capital de la provincia del mismo nombre.
“Esta tarde (martes), los talibanes entraron en Farah tras haber combatido brevemente a las fuerzas de seguridad. Tomaron la oficina del gobernador y el cuartel general de la policía. Las fuerzas de seguridad se retiraron a una base militar”, declaró Shahla Abubar, una consejera municipal.
Los talibanes, que avanzan a un ritmo frenético, controlan ya ocho de las 34 capitales provinciales, y seis de las nueve del norte, entre ellas la estratégica Kunduz. En otras prosiguen los combates.
Además, los insurgentes empiezan a acercarse a Mazar-i-Sharif, la mayor ciudad del norte, en una región donde han afianzado sus posiciones y de la que los civiles huyen en masa ante esta ofensiva.
Ciudad histórica y centro comercial, Mazar-i-Sharif es el pilar sobre el que siempre se ha apoyado el gobierno para controlar la zona habitualmente contraria a los talibanes.
Fue ahí donde encontraron los talibanes la resistencia más encarnizada durante su acceso al poder en los años 1990, e incluso durante su régimen (1996-2001) en el que impusieron una versión ultraortodoxa de la ley islámica.
Este martes, atacaron los barrios de la cercana periferia de Mazar-i-Sharif, aunque fueron repelidos, constató un periodista de la AFP en el lugar.
Contactos diplomáticos
Ante las recientes victorias militares de los insurgentes, Estados Unidos activó su diplomacia, con una reunión de su emisario Zalmay Khalilzad con representantes internacionales iniciada a comienzos de la tarde en Doha (Qatar), con representantes de China, Reino Unido, Pakistán, Uzbekistán, Naciones Unidas y la Unión Europea.
La ciudad catarí acoge desde septiembre conversaciones entre el gobierno afgano y los talibanes acordadas en el acuerdo de paz firmado en febrero de 2020 entre los insurgentes y Estados Unidos, que preveía la retirada de las tropas extranjeras de Afganistán.
Estas negociaciones están en punto muerto y, aprovechando la salida de las tropas estadounidenses, los talibanes lanzaron desde mayo una fuerte ofensiva con la que se hicieron primero con vastas zonas rurales, y ahora siguieron con las ciudades.
Aunque las esperanzas son escasas, Khalilzad “exhortará a los talibanes a que cesen su ofensiva militar y negocien un acuerdo político”, según el Departamento de Estado.
La retirada de las fuerzas internacionales fue decidida por el presidente estadounidense Donald Trump. Su sucesor Joe Biden retrasó la salida unos meses pero las fuerzas estadounidenses y extranjeras completarán su retirada a finales de agosto.
La administración de Biden ha dejado claro en las últimas semanas que la línea no cambiará: mantendrá su “apoyo” a Kabul, pero son los afganos los que deben decidir su destino.
“Se trata de defender a su país. Es su combate”, dijo el portavoz del Pentágono John Kirby.
Desplazados acampados en Kabul
Miles de personas han huido del norte y muchas llegaron a Kabul tras un viaje agotador de diez horas en coche durante el que tuvieron que atravesar numerosos retenes insurgentes.
Los talibanes “asaltan y saquean”, dijo Rahima, una mujer que acampa con cientos de desplazados en un parque de Kabul tras huir de Sibargan, una de las ciudades provinciales capturadas.
“Si hay una chica o una viuda en una familia, la toman por la fuerza. Huimos para proteger nuestro honor”, indicó.
“Estamos extenuados y nuestros corazones ensombrecidos por la vida”, dijo Farid, que marchó de Kunduz.
Kunduz, que ha supuesto la mayor victoria de los talibanes hasta ahora, había recuperado la calma el martes, según habitantes interrogados por AFP.
Los insurgentes ya no patrullaban sus calles y comercios y restaurantes habían reabierto, aunque los combates seguían alrededor del aeropuerto, todavía en manos del gobierno.
“La gente abre su tienda y su comercio. Pero todavía puedes ver el miedo en sus ojos”, dijo Habibullah, un comerciante.
La ONU registró al menos 183 civiles muertos y 1.181 heridos en un mes en los combates en Lashkar Gah, Kandahar, Herat y Kunduz, según la ONU, que precisó que se trata solamente de víctimas que pudieron ser documentadas.
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