Las imágenes de los atentados del 11 de setiembre del 2001 quedarán en la memoria mundial como uno de los actos bárbaros más grandes del siglo XXI. Casi 15 años después de esos ataques, cifras del Departamento de Estado de EE.UU. revelan que desde entonces más de 180 mil personas han muerto en el mundo debido a atentados terroristas, un récord que no parece dejar de crecer.
Solo en el 2014 –último año del que se tienen números oficiales– 32.700 vidas se perdieron en 13.463 ataques terroristas, un 81% más en relación con el 2013. La insania alcanzó a 67 países en el 2014.
“No sería sorprendente que también haya un aumento cuando se tengan las cifras del 2015, eso obedece a un incremento de conflictos en el planeta desde el 2011, no solo como producto de la primavera árabe, sino también por la consolidación y expansión del Estado Islámico gracias a la crisis en Siria”, señala a El Comercio el analista internacional Óscar Vidarte.
En efecto, el dramático aumento de la insania terrorista está directamente relacionado con la mayor presencia del grupo yihadista Estado Islámico (EI), “que trajo cambios en la dinámica de la lucha contra el terrorismo”, según el Índice de Terrorismo Global 2015 (GTI, por sus siglas en inglés), elaborado por el Institute for Economics and Peace (IEP).
Así, no es gratuito que el EI fuera –junto con el sanguinario grupo africano Boko Haram– responsable del 51% del total de decesos por terrorismo en el 2014. Tampoco sorprende, en este contexto, que en el 2015 los yihadistas de Nigeria juraran lealtad al EI.
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¿Je suis Medio Oriente?
Parte del extremismo islámico alcanzó las portadas de los medios occidentales en el 2015 con masacres como la de San Bernardino –el peor ataque terrorista en Estados Unidos desde el 11-S– y, principalmente, con los atentados en París de enero y noviembre del año pasado, que dejaron 153 muertos y masificaron frases como “Je suis Charlie”, en memoria de las víctimas del semanario “Charlie Hebdo”.
Pese a la atención puesta a los atentados sediciosos en Occidente, el grueso de las víctimas del terror son musulmanes. De hecho, el 78% de las muertes y el 57% de los ataques del 2014 ocurrieron en tan solo cinco países: Afganistán, Iraq, Nigeria, Pakistán y Siria, territorios azotados por conflictos internos y una fuerte violencia sectaria.
El caso más dramático es Iraq. Con 9.929 muertes por terrorismo en el 2014 –la cifra más alta registrada para un solo país–, esta nación se ubica en el puesto 1 de 162 países en el Ránking Mundial de Terrorismo, según el GTI. Mucho más lejos están EE.UU., en el lugar 35, y Francia, en el 36. El Perú se encuentra en el puesto 57.
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Implicancias del terror
Una de las principales consecuencias del aumento del terrorismo es visible hoy en el desplazamiento de la población. “Diez de los once países más afectados por el terrorismo también tienen altas tasas de refugiados y desplazados internos”, afirma el IEP, que resalta la fuerte conexión entre la crisis de refugiados, el terrorismo y los conflictos internos.
Asimismo, el costo económico del terrorismo a escala mundial alcanzó su punto más alto con 52.900 millones de dólares en el 2014, un aumento del 61% en relación con el 2013 y 10 veces la cifra alcanzada en el año 2000.
“En los últimos 15 años, ha habido una evolución en el desarrollo del terrorismo, en los objetivos, en el nivel de radicalismo, en el nivel de violencia, en el uso de medios. El mismo EI ha hecho algo que no había hecho Al Qaeda, ha tenido que comportarse como un estado en los territorios que domina”, resalta Vidarte.
Se trata de una amenaza más fuerte y sangrienta que no piensa retroceder.
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— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) enero 24, 2016
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