Desde febrero del 2022, cuando empezó la guerra en Ucrania, la agenda de Rafael Grossi, jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se intensificó y sus viajes empezaron a multiplicarse. Desde Viena, en víspera de una nueva travesía (esta vez hacia nuestro país), nos habla de las inquietudes, avances y retrocesos en su labor al frente de la agencia de vigilancia nuclear de la ONU.
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-El OIEA existe desde los años 50 del siglo XX, pero recién en los últimos tiempos se habla con intensidad del organismo que dirige. Esa no es una buena noticia para el mundo, ¿no le parece?
Entiendo el matiz de su pregunta. Lo que ha catapultado al OIEA a la atención de la opinión pública mundial es la guerra en Ucrania, con la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, en la línea del frente. Debido a esta enorme vulnerabilidad, decidimos involucrarnos de manera directa para mitigar la posibilidad de un accidente nuclear. Desde setiembre del 2022, cuando llegamos a Zaporiyia, instalamos allí un grupo de inspectores de forma permanente.
-Ha habido críticas hacia usted por esta instalación permanente de inspectores en Zaporiyia. ¿Cómo las toma?
Yo digo que es indispensable establecer esta presencia continua en Zaporiyia, no es gente que se queda todo el tiempo, hay rotaciones como en una base militar. Si bien esta misión permanente no es garantía de seguridad al 100%, es un enorme disuasivo para ambos lados. Además, llevan a cabo una tarea informativa objetiva con actualizaciones diarias, que no se dejan manipular por un lado u otro.
-Usted se ha reunido varias veces con los presidentes Putin y Zelenski. ¿Han entendido la gravedad de la situación?
Mantener un diálogo técnico y racional en un clima bélico es muy difícil. Diría que sí lo han comprendido ambos, pero hay una guerra en curso. Por ello planteamos acciones para el resguardo de la planta: que no se militarice, que no haya piezas de artillería pesada ni lanzadores múltiples de cohetes. Esto ha mitigado el peligro de forma considerable. Pero soy muy prudente en cuanto a decir que estamos en una situación más estable, en una guerra puede pasar cualquier cosa en cualquier momento.
- Este lunes 17, Rafael Grossi empezará en nuestro país una visita de dos días en la que se reunirá con la presidenta Dina Boluarte y suscribirá acuerdos con ministros como los de Energía y Minas y Salud.
- El objetivo es reforzar el compromiso del OIEA en el uso de tecnología nuclear en áreas como la minería, la alimentación, la salud y la pesquería, “todo aquello que tenga impacto en la actividad productiva”, según sus palabras.
-Pasemos a Irán. ¿Le creemos a su gobierno cuando niegan estar fabricando una bomba atómica? Usted ha criticado la ligereza con la que hablan del tema nuclear.
Irán no ha dado respuesta a muchas interrogantes planteadas por el OIEA y se ha dotado de uranio enriquecido a un nivel muy alto, prácticamente al porcentaje suficiente para llegar al arma nuclear. En forma ambigua y provocativa algunos funcionarios han dicho que ‘ya tienen los huevos para hacer el pastel, y que solo falta hacerlo’. Esta ligereza expresiva no cabe, ya que otros países de la región comienzan a hacer sus cálculos estratégicos: si Irán se va a dotar del arma nuclear, nosotros también debemos considerarlo. Se produce un círculo vicioso que me preocupa mucho.
-¿No es también preocupante que las potencias nucleares, como EE.UU., Rusia, Gran Bretaña o China, tengan cada vez más arsenales u ojivas?
Así es, causa inquietud. El Tratado de No Proliferación Nuclear propicia que países sin armas nucleares no se doten de ellas, pero también está el compromiso de los países que sí las tienen de avanzar de buena fe en ese sentido, pero tras un período en que los arsenales nucleares iban bajando, se ha frenado esa tendencia y varios países los están incrementando gradualmente. Por ello, hay naciones que ahora cuestionan su abstinencia nuclear en un mundo cada vez más tenso y peligroso. Sería un trágico error agregar armas nucleares al planeta.
“Decidimos involucrarnos de manera directa en la central de Zaporiyia para evitar que se dé un accidente nuclear”.
-¿Le quita el sueño que actores no estatales, como los grupos extremistas Hamas o Hezbolá, se hagan de alguna manera con armas nucleares?
Es una inquietud grande dentro la comunidad internacional en las últimas décadas, y por ello se está tratando de reforzar los mecanismos de control en materia de exportación y de equipamiento para que estos grupos no accedan a armamento nuclear. Paradójicamente, cuando pensábamos que la preocupación mayor serían los grupos no estatales, tenemos una vuelta a la proliferación nuclear clásica en la que países -y algunos de manera bastante desembozada- están flirteando con la posibilidad de contar con armas nucleares.
-¿Cuánto lo frustra que, como muchos organismos supranacionales, tenga poco poder para hacer cumplir acuerdos?
Esa frustración existe, pero a diferencia de otros entes, el OIEA tiene un poco de dientes. Podemos condenar países en el Consejo de Seguridad de la ONU, informar de inspecciones e incumplimientos. Algún tipo de garras tenemos. Un pronunciamiento severo del OIEA causa enojo y preocupación en los líderes de Estados cuestionados.
-¿Usted está más o menos preocupado hoy que hace dos años sobre la seguridad nuclear?
Estoy más preocupado ahora porque veo que los conflictos se vienen multiplicando. El incremento de las tensiones revaloriza, y no lo digo en sentido encomiástico, el arma nuclear como instrumento de disuasión o de ataque y crece el riesgo de su uso, lo cual es lamentable. Algunos dicen que el OIEA no critica a unos y otros tanto como debería. Ocurre que nosotros nos mantenemos en una línea equidistante, que no significa indiferente, significa la forma en que debemos estar para ser eficientes.
-Diversos medios han resaltado su labor de mediador en los últimos conflictos internacionales con líderes de países enfrentados. ¿Cómo toma ello y qué significa para su evolución personal dentro de la ONU?
Me toma con un gran sentido de responsabilidad, si esta situación de mediación ocurre no es porque yo sea más o menos simpático. Se da porque ha habido una confluencia de situaciones inéditas, como las de Ucrania, Irán, Corea del Norte y otros lugares. Creo que el OIEA ha respondido y ha estado a la altura del desafío, si bien no podemos cantar victoria y decir misión cumplida.
-Si bien su mandato en el OIEA acaba en el 2027, hay quienes lo vocean como uno de los candidatos para la secretaría general de la ONU luego del período de Antonio Guterres. ¿Lo seduce tal idea?
El futuro lo dirá, en estos momentos tengo una tarea muy grave y seria, y estoy abocado a ella. Lo que sí creo es que necesitamos un multilateralismo mucho más fuerte, como el que estamos impulsando desde el OIEA y que acaso sea replicable en Naciones Unidas. Es hora de que América Latina tenga nuevamente un secretario general de la ONU. Perú es el único país que nos lo dio en 70 años con Javier Pérez de Cuéllar, recordado aún hoy en el mundo por su tarea brillante. Es hora de que alguien de la región siga sus pasos.