Los paraguayos elegirán presidente el domingo, en unos comicios a los que llega como favorito el empresario de centro-derecha Horacio Cartes y que marcarán el fin de la crisis política desatada el año pasado por la destitución sumaria del socialista Fernando Lugo.

Las encuestas muestran que el duelo se definirá entre Cartes, *un millonario de 56 años que se presenta como la cara nueva del tradicional Partido Colorado, y el abogado Efraín Alegre, un político de trayectoria del oficialista Partido Liberal.

El presidente electo será el que obtenga la mayor cantidad de votos en Paraguay no hay segunda ronda electoral, en una jornada donde también se elegirán vicepresidente, miembros del Congreso bicameral y autoridades regionales para los próximos cinco años.

Cartes, quien es propietario de empresas financieras, ganaderas y de la mayor tabacalera del país, y hasta hace cuatro años nunca había votado, lidera la mayoría de los sondeos con una corta ventaja respecto de su principal rival.

Su eventual triunfo devolverá al Partido Colorado al poder, que gobernó durante seis décadas hasta el 2008. Con un discurso anticrítico respecto a su partido, que durante sus años en el Gobierno fue envuelto con frecuencia en escándalos de corrupción, el empresario promete enmendar los errores y combatir las cuestionadas prácticas.

La hegemonía colorada se quebró con la llegada a la presidencia del ex obispo católico Fernando Lugo, quien fue destituido por el Congreso en un cuestionado juicio político tras perder el apoyo del Partido Liberal hace nueve meses y fue reemplazado por el actual mandatario, Federico Franco.

RIVAL DURO Alegre, el principal obstáculo que enfrentará el Partido Colorado para regresar a la presidencia, busca continuar lo iniciado por Franco: un proyecto en favor de la industria, los agronegocios y una mayor participación privada en los asuntos del Estado.

Tengo un modelo de liderazgo diferente al tradicional. Mi proyecto representa al Paraguay decente frente al Paraguay de las mafias, dijo Alegre, quien durante la campaña acusó verbalmente a su contrincante de tener vínculos con el narcotráfico y el lavado de dinero.

El nuevo presidente tendrá que forjar alianzas que le aseguren gobernabilidad en el Congreso, que por primera vez tendrá una representación importante de las coaliciones de izquierda.