A partir de este mes los hombres de Francia ya no tendrán excusa para oler mal, ya que podrán empezar a comprar slips o calzoncillos que huelen bien.
Esta innovación se debe a la idea de una joven empresa francesa, llamada Le Slip Français , con ayuda de Lemahieu, firma que fabrica ropa íntima en el norte del país desde hace más de 60 años.
El tejido usado para fabricar el calzoncillo no tiene aroma. Sin embargo, suelta un perfume cuando el hombre empieza a caminar.
Este fenómeno se debe a una técnica que consiste en incorporar en el tejido de la prenda microcapsulas de perfume que sólo liberan sus aromas con la fricción de la piel.
Gracias a este slip se desprenderá de los hombres franceses una mezcla de almizcle con pera. Y eso durará 30 lavados, según asegura Lemahieu.
Regalo con humor
Con esta idea, Le Slip Français no intenta revolucionar el universo de la ropa interior, sino que quiere llamar la atención de los consumidores.
Guillaume Gibault, el fundador de la empresa, ve en el calzoncillo que huele bien, un regalo chistoso para pasar un momento divertido en las reuniones con familiares o amigos.
A nosotros nos gustan las ideas un poco diferentes para que se hable de nosotros en las redes sociales, le comentó a BBC Mundo Guillaume Gibault, quien tiene 28 años y ya lleva dos trabajando como gerente de su propio proyecto.
Sin embargo, su visión va más allá del chiste. Si quieres cambiar el mundo, si deseas cambiar las cosas, empieza por cambiar su slip, dice uno de los esloganes de la empresa.
Y es que el objetivo del joven empresario es comercializar productos hechos en Francia, y así demostrar que todavía se puede seguir produciendo en ese país, a pesar de una delocalización masiva del sector de la industria textil.
Hecho en Francia
Nuestro slip que huele bien es una proeza técnica que se hace aquí, en Francia, explicó Gibault. Si los grupos internacionales quieren volver a producir aquí, ya saben que es posible hacerlo, añadió.
El problema es que producir en Francia tiene un costo mucho más alto que en otros países, por ejemplo los asiáticos. Cada calzoncillo francés perfumado le costará al cliente unos 35 euros (US$45), cuando en otras tiendas se pueden conseguir por diez euros (US$13).
Gibault parece ser consciente de este problema. Por eso, subrayó, está privilegiando innovaciones y productos de alta gama para no tener comptencia directa de parte de países que fabrican prendas por un precio muy barato.
En tiempos de crisis económica, y múltiples despidos en el sector de la industria francesa, comprar productos Made in France, representa una muestra de solidaridad para algunos clientes. Y ya existe un sello Origen Francés Garantizado, para promover los productos fabricados en el país.
La pequeña empresa Le Slip Français, que cuenta con apenas siete empleados y casi dos años de existencia, espera ser uno de los símbolos de esta tendencia Made in France, en su país y también afuera.
Después de Francia, Gibault quiere mirar hacia los mercados asiáticos, justamente donde se fabrica ropa barata.
Mientras tanto, sigue promocionando los colores azul, blanco, y rojo de la bandera francesa con nuevos productos como alpargatas o bolas de petanca.