Los secuestros le generaron al autodenominado grupo Estado Islámico US$25 millones en 2014, según estiman los servicios de inteligencia estadounidenses. Además, son una poderosa propaganda publicitaria.
Es un negocio que depende de espías, informadores, secuestradores, carceleros y negociadores que llegan a acuerdos para liberar a algunos rehenes.
El periodista sirio Omar Al-Maqdud conoció a algunas de las personas inmersas en esta máquina de hacer millones.
Hace dos años, el periodista estadounidense Steven Sotloff vino a visitarme a mi casa de EE.UU. y me dijo que estaba planeando viajar a Siria.
Tres días más tarde, me mandó un correo electrónico desde un suburbio cerca de Alepo para pedirme ayuda con unos contactos.
Poco después, fue secuestrado.
Sotloff fue secuestrado el 4 de agosto de 2013 en las cercanías de Alepo, Siria.
"Había tres carros. Los vi a lo lejos, a unos 500 metros", explica Yusuf Abubaker, el productor local que viajaba con él.
"Cuando (los ocupantes) nos vieron, salieron de los vehículos y nos bloquearon el camino... Quise sacar mi arma y lo intenté pero había entre 10 y 15 personas delante de nosotros con armas. Tenían Kalashnikovs".
En ese momento, separaron a Sotloff y a Abubaker.
"Traté de gritarle pero me decían que me callara", recuerda el hombre que fue liberado después de 15 días por sus vínculos con una poderosa brigada en el antigubernamental Ejército Libre Sirio (ELS).
Un año después, en septiembre de 2014, el Estado Islámico publicó el video de la decapitación de Sotloff.
- Preparación de secuestros -
Las imágenes se vieron después de que la decapitación de otro periodista estadounidense, James Foley, conmocionase al mundo.
James Foley había sido secuestrado en Siria en 2012.
En total, 181 periodistas, periodistas ciudadanos y blogueros han sido asesinados en Siria desde 2011, según Reporteros sin Fronteras.
Al menos 29, entre ellos nueve extranjeros, siguen desaparecidos o están secuestrados por Estado Islámico y otros grupos extremistas armados.
En la ciudad de Antakya, en la frontera de Turquía, conozco a un sirio, un exagente de Estado Islámico que pidió ser llamado Abu Huraira.
Me dijo que solía monitorear a los miembros de los medios de comunicación que cubrían el conflicto y organizaba todo para que fueran secuestrados.
Simulaba ser un refugiado sirio y conseguía productores que le presentaran a periodistas. Tras varios encuentros, les sugería un lugar para grabar cerca de la frontera: "Hay niños a los que pueden filmar y les voy a presentar a gente que les puede ayudar en su trabajo", prometía el falso refugiado.
Así, Abu Huraira ofrecía a los secuestradores detalles de los planes de los periodistas: "Organizaba todo con ellos. Solo tenía que entregar a esa persona... alguien más se encargaría de él y yo ya no tenía que ver más con eso. O también podían secuestrarme a mí y liberarme un poco después".
- "Para esta gente no hay excusas" -
Al principio del conflicto, Abu Huraira era miembro del ELS. Después pasó tiempo con un grupo local afiliado a Al Qaeda antes de pasar a trabajar con Estado Islámico.
Decidió reunirse conmigo porque había dejado Estado Islámico para siempre.
Abu Huraira solía llevar a los periodistas a la frontera entre Siria y Turquía.
El punto de inflexión se produjo cuando le pidieron que pusiera una trampa a un amigo.
"No podía perder a mi amigo o ser responsable de ello. Se lo dije: 'Tienes que irte, dejar el país porque estás en su punto de mira. Te quieren y para esta gente no hay excusas'", contó el hombre.
Posteriormente contacté con el amigo de Abu Huraira que confirmó que esta versión es cierta.
Abu Huraira me enseñó fotos de rehenes, mensajes y grabaciones de conversaciones que tuvo a través de internet con los líderes de Estado Islámico en la provincia de Raqqa, que muestran lo bien planificados que están los secuestros.
Según contó, hay muchos que, como él, están dispuestos a ofrecer información a los secuestradores por razones ideológicas o por dinero.
- El aparato de inteligencia -
Yo había estado en Antakya un año antes y Abu Huraira me dijo que me había visto en aquella ocasión.
El periodista japonés Kenji Goto fue secuestrado en Siria y posteriormente decapitado por el Estado Islámico.