Cada vez que un nuevo conflicto estalla o recrudece en algún lugar del mundo, las partes involucradas guardan la esperanza de que el Consejo de Seguridad de la ONU actúe con contundencia. Pero a menudo ocurre lo mismo: nada.
En sus 75 años de existencia, el Consejo de Seguridad ha sido el brazo de la ONU encargado de manejar las herramientas para evitar conflictos armados y darles fin. Sin embargo, las principales reuniones de sus 15 integrantes terminan sin acuerdo, sobre todo porque sus cinco miembros permanentes con poder de veto –Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido– bloquean las resoluciones de condena hacia algún conflicto donde tienen intereses.
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“El consejo ha demostrado ser ineficiente en algunos de los peores conflictos mundiales, en gran medida debido a que uno o más de sus miembros permanentes con el poder de veto han respaldado a uno u otro bando en guerra”, señala The New York Times.
La falta de consenso es la piedra más grande con la que tropieza el organismo y le ha significado serios fracasos ante delicadas crisis, algunas de las cuales mencionamos a continuación.
Disputa palestino-israelí
Si bien esta semana se acordó un alto al fuego tras la fuerte escalada bélica entre Israel y las milicias palestinas en Gaza, la interrupción de las hostilidades no fue, ni por asomo, un logro del Consejo de Seguridad, sino que se logró con la mediación de Egipto.
Mientras los bombardeos llevaban una semana –se cuentan 212 palestinos muertos y 10 fallecidos en Israel– el Consejo de Seguridad no logró adoptar una declaración. Estados Unidos, aliado de Israel, rechazó tres proyectos de declaración propuestos por China, Noruega y Túnez que pedían el fin de los combates.
Las críticas al organismo llegaron de todos lados, incluso del propio presidente de la Asamblea General, Antonio Guterres, que calificó de “decepcionante” la falta de unidad en el tema.
Guerra en Siria
Si hay un fracaso innegable del consejo es la guerra en Siria. En los 10 años que lleva el conflicto que ha dejado más de 388.00 muertos y millones de desplazados las potencias miembro del organismo de la ONU no solo no han alcanzado consensos, sino que han tenido parte activa en el conflicto.
Por un lado, Rusia respalda militarmente al régimen de Bashar al Asad, mientras que EE.UU., el Reino Unido y Francia apoyan a algunos grupos de oposición desde una coalición internacional.
Para los expertos la solución a esta cruenta guerra civil es política, por lo que un rol activo de la ONU podría ser clave en las eventuales negociaciones de paz.
Catástrofe en Yemen
Pese a los múltiples intentos para alcanzar una solución política a una guerra que inició en el 2014, Yemen sigue inmerso en un conflicto que ha causado decenas de miles de muertos y desplazado a millones de personas, además de sumir en la hambruna a gran parte de la población.
La que es una de las peores crisis humanitarias del mundo inició con el conflicto que enfrenta a tropas gubernamentales con rebeldes hutíes, respaldados por Irán. La crisis escaló en el 2015 con el inicio de bombardeos de una coalición militar antiinsurgente encabezada por Arabia Saudita –rival de Irán– y apoyada por EE.UU., Reino Unido y Francia.
El Consejo de Seguridad aprobó en febrero una resolución para renovar las sanciones sobre los responsables de la guerra, pero las potencias aún discrepan sobre las cuestiones de fondo.
Genocidio en Ruanda
El genocidio en Ruanda es una de las manchas más oscuras en la historia de la ONU, que mostró cómo el organismo puede quedar inmovilizada cuando las potencias deciden no aprobar acciones.
En 1994, 800.000 hombres, mujeres y niños de la minoría tutsi y simpatizantes de la etnia mayoritaria hutu fueron masacrados en un lapso de tres meses. Los cascos azules estaban desplegados en Ruanda, pero no acudieron a la zona de peligro durante el genocidio.
Abusos en Haití
La ONU también ha enfrentado serios cuestionamientos sobre lo que sus tropas son capaces de hacer. Uno de los casos más indignantes fue lo ocurrido en Haití.
Miles de cascos azules llegaron al país más pobre del hemisferio occidental en el 2004 con la Misión de Estabilización de la ONU para Haití (Minustah) para ayudar con tareas de seguridad y desarrollo.
Sin embargo, estos militares –de diferentes nacionalidades– abusaron sexualmente de niñas y mujeres. Además, soldados nepalíes llevaron la epidemia del cólera, que dejó 8.000 muertos.
Puntos de vista
“El poder de veto absoluto debe ser abolido”
Stephen Zunes
Profesor de Política en la Universidad de San Francisco
La incapacidad del Consejo de Seguridad para responder a violaciones tan flagrantes del derecho internacional humanitario demuestra un fallo fundamental de la estructura de la ONU.
Al igual que Rusia ha bloqueado ha bloqueado medidas significativas en relación con Siria, Estados Unidos ha desempeñado un papel obstruccionista en relación con Israel. Del mismo modo, la inadmisibilidad de la expansión del territorio de un país por la fuerza debería ser un principio fundamental del derecho internacional, y sin embargo la ONU ha sido incapaz de revertir la ocupación israelí, la ocupación marroquí del Sahara Occidental o la ocupación rusa de Crimea.
El poder de veto absoluto de cualquiera de los cinco miembros permanentes debe ser abolido y sustituido por algún tipo de sistema de votación por supermayoría. En última instancia, puede que sea la sociedad civil mundial la que lo exija. Fueron los vetos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia a las resoluciones sobre Namibia y el apartheid sudafricano los que impidieron que la ONU abordara adecuadamente estas cuestiones durante décadas. Solo cuando la sociedad civil mundial exigió que se actuara fue posible el cambio.
“Es oportuna una reforma orgánica de la ONU”
Francesco Tucci
Politólogo y catedrático de la Universidad Católica
El Consejo de Seguridad de la ONU tiene un desempeño extremadamente negativo en la resolución de los conflictos debido a la posibilidad del veto de sus miembros permanentes, que pueden bloquear la adopción de resoluciones que impliquen la toma de medidas militares y no militares para garantizar la paz y la seguridad internacional.
Sería oportuno limitar o eliminar ese veto, pero es bastante difícil porque las potencias tradicionales, herederas de esta estructura que remonta a la guerra fría, obstaculizan esta reforma. La ONU, entonces, no constituye un rotundo fracaso como la organización antecesora (Sociedad de las Naciones), pero tampoco es efectiva.
En varias oportunidades se ha visto que la única manera de superar el obstáculo del veto de los miembros permanentes es una acción unilateral, sobre todo en le caso de la autorización al uso de la fuerza (art. 42). Esta ruptura de la legalidad internacional intenta subsanarla formalmente con la “autorización implícita” o con autorización ex post (Kosovo 1999, Irak 2003).
En otras palabras: en un sistema internacional que sigue siendo anárquico, las grandes potencias pueden pasarse por alto las decisiones o la falta de decisión de la ONU, lo que no es recomendable. Es oportuna una reforma orgánica de la ONU.
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