Rabat. Durante 34 días bloqueado en el aeropuerto a la espera de que Marruecos decida qué hacer con él. Thambiappa Ariyanayagam Siyanthan, ceilanés de 34 años, "vive" en el aeropuerto de Casablanca, adonde llegó desde España, que también le había denegado la entrada como demandante de asilo.
Huyó de Sri Lanka, que aún se recupera de un conflicto de casi tres décadas, en enero de 2011, para instalarse en Kenia, país que tras cuatro años decidió abandonar cansado de los sobornos que se veía obligado a repartir para tener sus papeles en regla.
"En Kenia todo es corrupción. Me pedían dinero y me amenazaban con devolverme a Sri Lanka si no pagaba", cuenta Siyanthan a Efe en una conversación telefónica desde la zona de tránsito del aeropuerto donde se encuentra.
Este ceilanés forma parte de la minoría tamil, de fe hindú y a la que pertenecía la guerrilla de los Tigres Tamiles (LTTE), que durante décadas luchó por crear un Estado propio en Sri Lanka hasta ser aplastada en 2009 en una ofensiva militar en la que murieron decenas de miles de civiles.
A pesar del fin de la guerra, organizaciones como Amnistía Internacional han denunciado las detenciones arbitrarias y desapariciones forzosas registradas en este país.
A Siyanthan le detuvieron tres veces por supuestamente formar parte de los LTTE. La última vez estuvo preso en 2010 durante 17 días, y tras pagar 700.000 rupias (unos 4.800 euros) fue liberado con la condición de que abandonaría el país.
Él niega su vinculación con los LTTE y asegura que se ganaba la vida como conductor de un autobús de su propiedad que fue utilizado por los Tigres sin su consentimiento.
Fuese o no miembro de los LTTE, Siyanthan se vio obligado a abandonar el país y marcharse a Kenia. Llegó a España vía Dubái y Casablanca: "Un amigo me arregló todo para poder marcharme a España", cuenta.
Sin embargo, la policía consideró que su visado era falso, por lo que se le denegó la entrada, y lo devolvió a Casablanca.
Pero tampoco en Marruecos le permiten entrar. Es más, le exigen que se compre él mismo el billete a Colombo, capital de Sri Lanka.
Siyanthan lleva desde el 3 de julio sin ducharse y ya no le queda dinero. Ayer comió por última vez y hoy la policía le ofreció un café.
La ONG marroquí Gadem, especializada en ayuda a los inmigrantes, recuerda que la legislación marroquí indica que a un extranjero que pide asilo se le puede mantener en una zona de espera mientras se examina si su demanda es fundada, pero que el plazo no puede superar los 20 días.
"No se ha respetado ningún proceso legal en lo referente a la entrada en el territorio, el asilo o la permanencia en una zona de espera", destaca Gadem en un comunicado en el que considera que, tras haber expirado el periodo permitido por la ley, Siyanthan es víctima de "una privación arbitraria de su libertad".
Camille Denis, miembro de Gadem, comenta que ya se han registrado situaciones parecidas y tan largas como ésta, pero "el problema aquí es quién se va a hacer cargo de comprar el billete, y, como nadie quiere pagar, puede que eso lo salve de volver a Sri Lanka".
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, que junto al Consejo Nacional de Derechos Humanos han seguido el caso desde el principio, ha puesto a disposición de Siyanthan a un abogado, que trabaja para legalizar su situación.
La primera audiencia ante el Tribunal Administrativo de Casablanca debía celebrarse el pasado lunes, pero fue pospuesta hasta mañana jueves.
Mientras tanto, Siyanthan espera en la terminal número dos del aeropuerto. No le importa ser aceptado en España o en Marruecos, pero pide no ser repatriado a Sri Lanka. "Mi vida se acaba si vuelvo", sentencia.
Fuente: EFE