Francia impuso toques de queda mientras otros países europeos cerraban escuelas, cancelaban cirugías y reclutaban estudiantes de medicina, porque las autoridades abrumadas se enfrentaban al escenario de pesadilla de un resurgimiento del COVID-19 al comienzo del invierno.
Con nuevos casos que alcanzan unos 100.000 diarios, Europa ha superado con creces a Estados Unidos, donde se registran más de 51.000 infecciones por COVID-19 de media cada día.
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Luego de un rápido aumento de los casos en Francia, el presidente Emmanuel Macron anunció toques de queda nocturnos durante cuatro semanas a partir del sábado en París y otras grandes ciudades, lo que afectaba a casi un tercio de los 67 millones de habitantes del país.
La mayoría de los gobiernos europeos alivió los cierres durante el verano boreal para empezar a revivir unas economías que se dirigían a recesiones y pérdidas de empleo sin precedentes por la primera ola de la pandemia.
No obstante, el retorno de la actividad normal -desde restaurantes atestados a nuevos cursos universitarios- alimentó un alza de casos en todo el continente.
La canciller alemana Angela Merkel dijo que ella y los líderes de 16 estados alemanes acordaron el miércoles medidas más duras sin detallarlas. “Ya estamos en una fase de crecimiento exponencial, los números diarios lo demuestran”, dijo.
Bares y pubs fueron algunos de los primeros en cerrar o enfrentarse a cierres adelantados en las nuevas restricciones, pero el aumento de las tasas de infección está poniendo ahora a prueba también la resolución de los gobiernos de mantener los colegios y la atención médica ajena al COVID.
Incluso el Papa Francisco se sometió a las nuevas reglas por el coronavirus, manteniéndose a una distancia segura de los creyentes en su audiencia semanal del miércoles.
La República Checa, que tiene la peor tasa per cápita de Europa, ha optado por la educación a distancia y pretende reclutar a miles de estudiantes de medicina. Los hospitales están suspendiendo los procedimientos médicos no urgentes para liberar camas.
“A veces estamos al borde del llanto”, dijo Lenka Krejcova, una enfermera jefe del hospital Slany, cerca de Praga, mientras unos albañiles se apresuraban a convertir una guardia general en un departamento para el COVID-19.
Polonia está acelerando la formación de enfermeras y evaluando la creación de hospitales militares de campaña, Moscú pasará a muchos estudiantes a la educación en línea e Irlanda del Norte cerrará sus escuelas dos semanas.
“No tengo buena información. Estamos al borde del desastre”, dijo el inmunólogo Pawel Grzesiowski en Polonia, que reportó un récord de 6.526 infecciones y 116 muertes el miércoles. (Reuters)
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