No usar mascarilla, celebrar reuniones sociales concurridas o incumplir la cuarentena se han convertido en prácticas irresponsables que provocan duras críticas en momentos en que el mundo entero aún lucha por hacer frente al COVID-19. Los cuestionamientos a estas conductas son aún más duros cuando quienes violan las reglas sanitarias son representantes de la autoridad.
El último alto funcionario público sometido al escarnio público por una conducta de ese tipo ha sido el primer ministro tailandés, Prayut Chan-O-Cha. El polémico político -que hace unas semanas “desinfectó” con alcohol en spray a periodistas incómodos- fue multado con 6.000 bahts (157 euros o 190 dólares) por no llevar mascarilla durante una reunión de trabajo celebrada este lunes en la sede del gobierno.
MIRA: Multan al primer ministro de Tailandia con US$190 por no llevar mascarilla en una reunión
Prayut Chan-O-Cha decidió no llevar tapabocas precisamente el día en que entró en vigor la norma que dictamina su uso obligatorio en los lugares públicos de Bangkok y en otras 47 provincias. Tailandia ha endurecido las restricciones para intentar frenar una feroz ola de coronavirus.
La cuenta de Facebook del político lo mostró sentado con el rostro desprotegido en la cabecera de una mesa de reuniones alrededor de las 11 de la mañana, mientras todos los demás llevaban una mascarilla, reporta el diario “Bangkok Post”. La imagen fue posteriormente eliminada.
Pero el político tailandés no es el único que ha quebrantado las reglas de la pandemia. A continuación, recordamos algunos casos similares en otras partes del mundo.
Concurrida fiesta de cumpleaños
La primera ministra de Noruega, Erna Solberg, también tuvo que pagar una multa. Fueron 20.000 coronas (unos 2.000 euros) y una avalancha de críticas el precio de violar las restricciones impuestas por el coronavirus al celebrar su cumpleaños número 60 a fines de febrero.
La familia de Solberg se reunió dos noches seguidas para celebrar el onomástico. Se trató de encuentros en un restaurante y en un departamento de Geilo (sureste).
A ambas celebraciones asistieron más de 10 personas, contraviniendo las normas vigentes en Noruega. Aunque Solberg solo pudo asistir al encuentro en Geilo, la policía consideró que fue la dirigente política quien organizó ambos eventos y decidió multarla.
“Aunque la ley es igual para todo el mundo, no todo el mundo es igual. Solberg es la principal representante del país y ha explicado en varias ocasiones las decisiones del gobierno sobre las medidas para frenar la pandemia”, dijo a la prensa el jefe de la Policía noruega, Ole Saeverud.
En su ofrecimiento de disculpas públicas, Solberg aseguró que no era consciente de que estaba violando la ley. “La verdad es que no he revisado las reglas lo suficientemente bien y no sabía que cuando una familia sale junta y son más de diez, entonces es un evento. Yo, que todos los días les hablo a los noruegos de las reglas, debería conocerlas mejor [...] Éramos demasiados y debería haberlo evitado. No lo hice y solo puedo pedir perdón”, se disculpó al medio NRK.
También pidió perdón a través de su cuenta de Facebook, donde dijo estar “muy triste” por lo ocurrido.
Baile y fiesta en pandemia
Las imágenes del vicepresidente panameño, José Gabriel Carrizo, y de otros altos funcionarios bailando alegremente en plena crisis sanitaria desataron un escándalo en el país centroamericano en marzo.
La escena ocurrió en un evento conmemorativo del primer año del plan social Panamá Solidario, celebrado en el Centro de Convenciones Atlapa, ubicado en la capital. Al evento asistieron artistas y personajes conocidos del país.
Las críticas que abundaron en las redes sociales afirmaban que no había “nada qué celebrar” y que los funcionarios violaron a sabiendas las normas de bioseguridad impuestas por el Ministerio de Salud.
Lo ocurrido obligó al Gobierno a ofrecer sus “disculpas sinceras a todas aquellas personas que se pudieron sentir ofendidas por el acto desarrollado”, aunque defendió que no se trató de una fiesta sino de un acto de conmemoración “sobrio y de reconocimiento” a los trabajadores voluntarios del mencionado proyecto de ayuda social.
La secretaria de Comunicación del Estado, María Elena Barrios, dijo que la escena de Carrizo y de algunos ministros y viceministros bailando fue espontánea, y producto de la euforia tras unas palabras del presidente del país, Laurentino Cortizo, que estuvo en el lugar unos pocos minutos.
Asimismo, el Gobierno aseguró que “diariamente en Atlapa se dan cita artistas, magos y otros profesionales se presentan en tarima como un aporte precisamente en favor de la motivación permanente de los voluntarios” del programa Panamá Solidario que arman “más de 20 mil bolsas diarias” de comida.
Cita con una mujer en cuarentena
En mayo del 2020, el primer ministro británico, Boris Johnson, perdió a uno de sus principales asesores sanitarios luego de que el epidemiólogo del Imperial College London Neil Ferguson incumpliera el el confinamiento que él mismo había recomendado a la población.
Ferguson, cuyos análisis fueron cruciales para endurecer las restricciones contra el virus en el Reino Unido, se saltó las normas de distanciamiento y la cuarentena al permitir que una mujer atravesara Londres al menos en dos ocasiones para encontrarse con él en su domicilio.
El diario ‘The Telegraph’, que reveló el escándalo, aseguró que la mujer, identificada como Antonia Staats, era la “amante casada” de Ferguson.
“Acepto que cometí un error de juicio y tomé el curso de acción incorrecto. Por ello, he dado un paso atrás en mi actividad en SAGE [siglas en inglés del Grupo Asesor Científico para Emergencias] Me arrepiento profundamente de cualquier menoscabo del mensaje de la necesidad de distancia social para controlar esta epidemia devastadora”, dijo el matemático y epidemiólogo.
Ferguson confirmó que se había enfermado de COVID-19 el 16 de marzo, un día después de haber estado junto a Johnson en una conferencia de prensa. Según la prensa, el científico estuvo dos semanas aislado y, tras recuperarse, concertó su primer encuentro con su amante.
Violación al confinamiento
Un escándalo se desató en Escocia en abril del año pasado, cuando se conoció que la jefa del Servicio Médico de Escocia, Catherine Calderwood, violó las reglas vigentes por la pandemia y fue encontrada por la policía en su segundo domicilio.
Pese al confinamiento ordenado por el Gobierno Escocés, la funcionaria se había trasladado a su residencia en Earlsferry por segunda semana consecutiva para pasar el fin de semana con su marido, un comportamiento que fue denunciado por los vecinos que la vieron. Una fotografía suya fue publicada por ‘The Scottish Sun’.
Calderwood, que terminó dimitiendo, dijo “lamentar profundamente” lo ocurrido. “No puedo justificar mis acciones, y lo único que puedo hacer es pedir perdón sin reservas”, señaló.
La renunciante era la cara visible de la campaña de concienciación que insta a la población a quedarse en casa “para salvar vidas”.
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