No hay festividad que trastorne más la vida de los chinos que el Festival de Primavera, es decir, las vacaciones del Año Nuevo lunar. Es una celebración que tiene más de 5 mil años de antigüedad y que, con el paso del tiempo, ha generado mayores impactos en todo orden de cosas, especialmente por la enorme cantidad de gente que viaja y se moviliza por el interior del país, lo cual hace que estemos ante la mayor migración humana del planeta.
Pero este 2020 hay un evento que trastocará esta milenaria tradición y que ha llegado en el momento menos oportuno: el brote del temido coronavirus de Wuhan, que ya tiene en cuarentena a esta ciudad -la sétima más grande del país- y a otras dos localidades cercanas.
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Mañana viernes es la Nochevieja china, equivalente de la Navidad cristiana al ser el festivo tradicional más importante del año y que precede al día del Año Nuevo lunar, que se celebra este sábado.
Fue el 10 de enero cuando empezó un período de 40 días conocido como ‘chunyun’ (transporte de primavera, en chino): estudiantes, trabajadores migrantes y familias enteras vuelven a sus hogares para celebrar con los suyos el Año Nuevo chino. De ahí la cantidad de desplazamientos previstos: alrededor de 3.000 millones de viajes entre aquel día y el 18 de febrero, según datos oficiales.
“Para mí pasar el Festival de la Primavera con mi familia es tan natural como comer o beber agua. Los chinos deben pasar el Año Nuevo chino con la familia”, le contaba hace unos días a los periodistas Guo Tianci, de 27 años, quien tenía planeado volver durante siete días a la provincia septentrional de Hebei desde la ciudad portuaria de Tianjin.
“Tengas dinero o no, en Año Nuevo chino debes volver a casa”, le decía sonriente a la agencia Efe el obrero Sun Wanzhang en una de las estaciones ferroviarias de Beijing.
Hasta antes de la propagación del virus, el Gobierno Chino esperaba un crecimiento de 8% en los viajes por ferrocarril, 8,4% en los desplazamientos aéreos y 9,6% en los marítimos con respecto al 2019.
El año pasado unas 400 millones de personas se desplazaron en tren por las celebraciones, según Bloomberg, y 73 millones de ciudadanos lo hicieron en avión, según las cifras de la Administración de Aviación Civil del gigante asiático.
Para tener una idea de la magnitud de esta migración, durante las fiestas del Thanksgiving Day del 2017, en Estados Unidos, viajaron solamente 51 millones de personas.
Lluvia de viajeros
Como señala la agencia Efe, los chinos son más ricos y se pueden permitir más viajes, lo que también obedece a la intensa inversión en infraestructura sobre la que el Gobierno Chino ha cimentado buena parte de su llamado milagro económico: a fines del 2019, China contaba con unos 35 mil km de redes de ferrocarril de alta velocidad. A inicios del 200 no había ni un solo kilómetro.
También el transporte aéreo ha vivido su propio ‘boom’: en el 2009 había 158 aeropuertos en el país, y diez años más tarde el número ha crecido a 238. A este ritmo de crecimiento, se estima que para el 2030 la nación china tendrá el mercado de pasajeros aéreos más grande del planeta.
Es, pues, comprensible el temor del Gobierno Chino a que Wuhan -parada del tren Beijing-Cantón, una de las principales líneas ferroviarias- se convierta en un ‘hub’ para la propagación del coronavirus.
El enorme riesgo de contagio
Cuando todavía el virus de Wuhan no se había esparcido por tantas ciudades del país, una de las altas autoridades del Ministerio de Transportes chino, Wang Yan, señalaba que las autoridades iban a intensificar sus esfuerzos para prevenir que el brote se extendiera cojn protocolos de seguimiento y desinfección de los principales centros de transporte público.
Pero en estos momentos ya está prohibido salir de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, que desde ayer está sometida a una cuarentena ‘de facto’, así que muchos de sus habitantes tendrán que abstenerse y cancelar viajes previamente dispuestos. Se han cerrado los terminales de salida del aeropuerto y las estaciones de tren y en las redes sociales se asegura que las entradas principales a la urbe se encuentran bloqueadas.
Puesto que las autoridades anunciaron el cierre del terminal aéreo y de las estaciones ferroviarias siete horas antes de hacerlo efectivo, en dicho lapso se observaron kilométricas colas en esos lugares, acaso los últimos que consiguieron salir de la ciudad donde se originó el virus.
“No hay precedentes en China desde 1949, ni siquiera durante el SRAS en el 2003. La gente de Wuhan está haciendo sacrificios”, ha tuiteado el director del diario oficialista “Global Times”, Hu Xijin.
Está por verse si se toman medidas similares en otras ciudades, lo cual terminará afectando muchos más desplazamientos. Por lo pronto, en Beijing ya se ha cerrado el acceso a la Ciudad Prohibida, uno de los mayores atractivos turísticos de la capital.