Ludwig Ahgren es un youtuber y streamer que, hace algunos días, emprendió un desafío extraño: hacer una transmisión en vivo desde su canal de Twitch hasta que dejen de donarle dinero. Para su sorpresa, las donaciones no dejaron de llegar, lo que dio pie a una transmisión ininterrumpida de 45 horas seguidas, en la que incluso se le pudo ver durmiendo.
MÁS: El sonido que solo “los menores de 25 años pueden escuchar”: ¿puedes oírlo?
La mecánica utilizada es la conocida como “subathon”. Esta consiste en que hay una cuenta para atrás que marca el final del stream, pero cada vez que alguien se suscribe al canal, el tiempo suma 10 segundos. La peculiar transmisión de Ludwig, quien se había ido a dormir con 18 horas restantes, se volvió tendencia y, cuando se dio cuenta, el contador había subido a 27 horas. “Esto empieza a parecerse a un episodio de Black Mirror”, dijo.
La transmisión continuó por varias horas y se convirtió en una de las más populares de todo Twitch. Además de cocinar y dormir, el joven charla con sus moderadores por Discord, comenta películas con sus seguidores, juega algunos videojuegos y hace ejercicio en el garaje, todo ante miles de espectadores que observan y comentan todo lo que hace.
Si tiene que dormir, la cosa no es muy diferente. Hubo un momento en que reunió a cerca de 30 mil personas que lo veían descansar.
“Me quedé dormido en la transmisión anoche y me convertí en el streamer más visto en Twitch”, escribió Ahgren vía Twitter, obteniendo respuesta de la plataforma que le deseó “buenas noches”.
Ludwig Ahgren continúa con las transmisiones en vivo a través de su canal de Twitch y solamente se detiene para ir al baño, para hacer deporte y para descansar. Eso sí, sigue acumulando miles de espectadores que observan atentamente cómo es su día a día.
Te puede interesar
- Un hombre sin hogar deambuló cinco horas en una de las bases militares más resguardadas del mundo
- Una empresa busca expertos en diseñar jardines de Minecraft con un pago de 70 dólares por hora
- De luchar contra el covid-19 a protagonizar la portada de “Sports Illustrated”: la historia de Maggie Rawlins