¿Aburrido durante esta cuarentena? Aprovecha tu tiempo libre y aprende un poco más sobre uno de los grandes eventos históricos del planeta: la Primera Guerra Mundial. El domingo 11 de noviembre de 2018 se cumplieron 100 años del conflicto bélico, por el que posteriormente se firmaron seis tratados de paz con los que se recuperó la tranquilidad en el mundo, la misma que duraría solo unos años.
Uno de los armisticios más conocidos que nos dejó la Primera Guerra Mundial fue el Tratado de Brest-Litovsk, firmado antes del final de la batalla entre los bolcheviques y los Imperios centrales, pasando por el de Lausana, cerrado en julio de 1923 con Turquía. En total, las potencias beligerantes firmaron 16 acuerdos de paz y aquí hacemos un recuento de los principales:
Brest-Litovsk
La joven República bolchevique, nacida tras la Revolución de Octubre en Rusia, firmó el 3 de marzo de 1918 el Tratado de Brest-Litovsk con los Imperios centrales. Este puso fin a los combates en el frente oriental, pero Rusia perdió gran parte de sus territorios occidentales en beneficio de Alemania, entre ellos Polonia, los países bálticos y Finlandia, y más del 30% de su población.
Versalles
El tratado firmado el 28 de junio de 1919 en el palacio de Versalles puso fin a la guerra entre Alemania y los Aliados.
Alemania, que no tuvo ni voz ni voto en el acuerdo, fue designada como única responsable del conflicto. Dividida en dos por el corredor polaco, que aisló la Prusia Oriental del resto del país, perdió el 15% de su territorio y el 10% de su población.
También tuvo que ceder todas sus colonias y se le impuso el pago de enormes reparaciones de guerra, especialmente a Francia. La región de Sarre quedó bajo el control de la Sociedad de las Naciones, un organismo creado en el Tratado de Versalles, por iniciativa del entonces presidente estadounidense Woodrow Wilson, para que las potencias pudieran solucionar sus problemas de mutuo acuerdo.
Alemania, humillada, rechazó el "diktat" (dictado) de Versalles, que alimentó un gran rencor entre la población y fue aprovechado por la propaganda nazi.
Saint-Germain-en-Laye
El Tratado de Saint-Germain-en-Laye, firmado el 10 de septiembre de 1919 entre los Aliados y Austria, disolvió el Imperio de los Habsburgo, que tenía siete siglos de antigüedad, dando origen a media docena de Estados nuevos o parcialmente nuevos, según el principio instaurado por el presidente Wilson del derecho de autodeterminación de los pueblos.
Esa división originó numerosas tensiones posteriores. Checoslovaquia reunió a los checos, los eslovacos y también a considerables minorías alemanas en Bohemia o húngara, en Eslovaquia. Rumanía se amplió con Transilvania y Besarabia. Yugoslavia congregó a los eslavos del sur. Polonia recibió la antigua Galitzia austriaca, así como territorios que pertenecían a Alemania como Posnania o Alta Silesia.
Lo único que quedó del extinto Imperio fue una pequeña Austria (83.000 km2 y 6,5 millones de habitantes, únicamente alemana), y una pequeña Hungría (92.000 km2 y 8 millones de habitantes).
Neuilly
El Tratado de Neuilly, firmado el 27 de noviembre de 1919 entre los Aliados y Bulgaria, que había entrado en la guerra en 1915 en apoyo de Alemania, transformó las fronteras del país. Regiones enteras cambiaron de Estado. Al oeste, pasaron a Yugoslavia; al noreste, a Rumanía; y al sur, a Grecia, que recibió la mayor parte de Tracia.
Trianón
El Tratado de Trianón, el 4 de junio de 1920, le quitó a Hungría, separada de Austria desde el 31 de octubre de 1918, dos tercios de su territorio. Tres millones de húngaros se encontraron entonces en el extranjero, la mayoría de ellos en Rumanía.
Sèvres - Lausana
El Tratado de Sèvres (10 agosto de 1920), que disolvió el Imperio otomano, fue rechazado por los nacionalistas turcos liderados por el general Mustapha Kemal Atatürk, que prosiguió los combates contra los armenios, los griegos y los franceses. Con sus victorias militares, el nuevo hombre fuerte de Turquía impuso un nuevo tratado a los Aliados, que se firmó en Lausana, el 24 de julio en 1923.
Turquía, convertida en una República, conservó Anatolia y los estrechos, pero perdió todas sus posesiones árabes. Palestina y Mesopotamia quedaron bajo el mandato británico, y Siria y Líbano, bajo control francés. El final del Imperio otomano causó un enorme movimiento de poblaciones: cerca de 1,3 millones de griegos tuvieron que abandonar Anatolia y unos 500.000 turcos se marcharon de Grecia.
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