Todo el que haya trabajado en el circo sabe lo que es la incertidumbre y el riesgo. Y en tiempos de pandemia, cuando todos vivimos sobrecogidos por estos temores, los artistas circenses tienen mucho para enseñarnos. Por ejemplo, a controlar nuestra exposición al peligro, mirando el panorama y tomar decisiones a partir de una evaluación inteligente. En el caso de los niños, cuando se les enseña a esperar su turno para hablar o a enfrentar la frustración tras fallar al hacer malabares, lo que aprende es el valor de levantarse y volver a intentar. Aprender a recuperarse, a arriesgarse, a probar otras maneras de hacer las cosas. “Creo que este entrenamiento es el que nos permite enfrentar la incertidumbre”, nos explica Geraldine Sakuda, Directora Pedagógica de La Tarumba.
En efecto, no se puede instalar un trapecio en la sala de nuestra casa, pero sí desplegar la magia, un espacio de ilusión, lúdico, circense. Eso es lo que propone “Tarumbeando en casa”, experiencia pedagógica para niños, basada en talleres integrales de teatro, circo y música, con el que La Tarumba ha logrado seguir conectada a buena parte de su equipo así como a la demanda infantil. Para crear la ilusión del teatro, nos advierte Sakuda, no se necesitan grandes recursos, solo la fértil imaginación infantil y un equipo docente ligado a las emociones de los niños. “Si no tienes pelotas para malabares, bastan bolsas plásticas o medias enrolladas. La música puede enseñarse con tápers y cucharones mientras que el telón del teatro puede replicarse con pañuelos o pareos”, afirma la especialista.
Por supuesto, esta experiencia nació de la urgencia para enfrentar la pandemia. La compañía tuvo que verificar las computadoras de sus artistas, invertir en algunas cámaras de video, revisar el Internet de cada maestro, acomodar su espacio físico. Incluso buscar materiales en su local para reciclar cortinas y telones. “Tengo profesores que levantan su cama cada día para poner un telón y convertir su habitación en un escenario”, dice la educadora. La idea era generar espacios que sigan transmitiendo la magia Tarumba cuando nos contactamos con nuestros niños. Parte de este trabajo está ligado a sus emociones”.
Los talleres han permitido a La Tarumba conservar activos a veinte de sus artistas y maestros. “El equipo de la tarumba era muy grande. No solo el de la oficina, sino su elenco artístico. Cada año teníamos a 35 artistas en escena, y un equipo de profesores también bastante grande. No podíamos sostener a todos porque es imposible, pero mantenemos el contacto con la gran mayoría. Más allá de todo, somos una familia”, explica.
Los resultados de “Tarumbeando en casa” ha mostrado resultados sorprendentes, y para Gealdine Sakuda, una de las razones de su éxito ha sido si interés por conectar con el estado emocional de los niños en tiempos tan difíciles. “Una de las primeras cosas que advertimos al inicio de los talleres fue la necesidad de hablar de los niños. Las clases en el colegio suelen tener el micrófono apagado. Luego, solo se relacionan con aparatos electrónicos. Más allá de mamá y papá, no hay interacción con el mundo como la tenían antes. Así, a través de historias y cuentos, generamos ese espacio que le da salud mental a nuestros niños”, explica.
Otra urgencia es la necesidad de los niños de moverse. “Los niños están frente a la pantalla sentados la mayor parte del día. En los talleres, hacemos acrobacias dentro de un ambiente seguro, malabares, juegos de coordinación, zapateo, percusión corporal, trabajamos personajes teatrales, jugar a caerse como en los ‘gags’ de payasos... estamos llevando el teatro, el circo y la música que solíamos hacer en la casa de La Tarumba al espacio virtual”, señala.
Las sesiones virtuales se realizan a través de la Plataforma Zoom. Se trata de un espacio de diversión, donde se elimina el estrés, contactándose con otros niños y con dos divertidos profesores acompañados por un director de cámaras. De tal manera que, dentro de los 45 o 70 minutos que dura la sesión, hay una animada dinámica visual que mantiene la atención del participante. La institución ha tenido a lo largo de las últimas 4 ediciones de “Tarumbeando en casa” más de 800 alumnos, cifra notable para estos tiempos de pandemia. Antes de la emergencia sanitaria, el grupo recibía en su casa del Jirón Leoncio Prado en Miraflores a 400 alumnos en cada ciclo de seis meses. Y todo esto con menores recursos, mucha menor inversión en publicidad y sin equipo de comunicaciones. A puro punche y camiseta.
Golpes en la familia
En estas dos últimas semanas, la familia de La Tarumba llora dos dolorosas pérdidas a causa de la pandemia. Primero falleció María Luisa Carreño, ex colaboradora del área pedagógica de la institución, y recientemente a Misael Lara, el carpintero de la compañía, quien trabajó con el grupo desde el primer año de la carpa, siendo responsable de todas las escenografías. “Nos da una pena enorme, Misael fue el constructor de nuestros propios sueños”, afirma Geraldine.
Son muertes que nos hablan del año más duro vivido por esta institución teatral. Y que, como reconoce su directora pedagógica, ha tenido al gremio circense como uno de sus sectores más duramente golpeados. “En cierta medida, nosotros podemos decir que somos privilegiados al contar con una estructura que ha permitido encontrar los recursos necesarios para seguir adelante. Sin embargo, eso no ha sido fácil para el circo tradicional, familias que viajan con sus carpas y dependen del espectáculo diario para mantenerse. Para ellos, eviddentemente, ha sido mucho más duro”, explica.
El reto de recuperarse
“Nos duele mucho también encontrarnos a lo largo de este año con artistas de circo obligados a dedicarse al Delivery para recursearse, cuando antes vivían del espectáculo y la docencia”, señala Sakuda. Para la especialista, será muy difícil para el gremio recuperarse de las pérdidas generadas por la pandemia. “Hay un enorme retroceso tanto en la investigación como en el entrenamiento de los artistas. Definitivamente, eso va a dejarse ver en los años venideros, cuando regresemos a la pista”, advierte. Siendo parte de una red de escuelas de circo iberoamericanas, ella observa que la formación de nuevos valores también se ha visto seriamente perjudicada en la región.
¿Tendremos circo en julio?
Gracias a las ayudas financieras del Ministerio de Cultura, La Tarumba pudo financiar “Circonía”, su último espectáculo, realizado en diciembre de forma virtual. Lo grabaron en la casa de La Tarumba, siguiendo los protocolos, con un equipo de artistas mucho más reducido. “Para nosotros fue muy interesante ese aprendizaje. Sin embargo, si lo pudimos hacer fue gracias al apoyo del Estado. Con nuestros propios recursos, definitivamente no hubiera sido sostenible”, explica Sakuda.
¿Y por qué? Para la directora pedagógica del grupo, el espectador hoy no está dispuesto a pagar una entrada como lo hacía antes. “No solo es menor la cantidad de público, sino también la capacidad adquisitiva para invertir en ver un espectáculo virtual. Nos dimos cuenta de que es una experiencia imposible de repetir sin una subvención”, reconoce.
Por otro lado, está totalmente descartado un espectáculo presencial de la Tarumba para la temporada circense de este año, y uno virtual también será muy difícil. “No podríamos decir ahora si hay la posibilidad de crear una experiencia. En julio del año pasado hicimos “Vital”, una producción que recogía los mejores números de nuestros espectáculos. Y eso funcionó mucho mejor que lo que presentamos en Diciembre. Está el factor de la temporalidad, la tradición del circo sigue estando ligada a las Fiestas Patrias para el público; pero también la inversión fue menor, pues no teníamos que contratar a todo un equipo para entrenar y hacer el espectáculo. No sé si para julio podremos inventar algo parecido”, explica.
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Los caballos a salvo
Protagonistas de todos los espectáculos del grupo, la manutención de los caballos fue otro de los problemas urgentes que el grupo debió enfrentar. Así como La Tarumba debió reducir al mínimo su personal y estructura operativa, la presencia de los caballos también ha debido replantearse. “Afortunadamente Fernando (Zevallos, director de la compañía) recibió mucha solidaridad del gremio de los criadores de Caballos de Paso. Ellos han alojado a algunos de ellos, y eso permiten seguir en contacto y mantenerlos entrenados. Es una solución mixta, que se irá resolviendo conforme pase el tiempo. Sin duda, ceder algunos de los miembros de la caballeriza de la Tarumba es algo que hemos debido hacer con mucha pena”, confiesa.
Sepa más
Los talleres de La Tarumba han sido diseñados desde la experiencia del grupo, para los actuales tiempos y para las necesidades de cada edad. La convocatoria está abierta para niños desde los dos años y medio hasta los doce. Cada grupo no supera los 14 niños para permitir el contacto personalizado. Inicio de Clases: 13 de Abril
Para más información, escribe a: escuela@latarumba.com / Teléfono: 924 166 204. Informes: www.talleres.latarumba.com
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