Sonia del Águila

Hace apenas dos meses, (Ciudad de México, 1931) celebró con alegría su cumpleaños número 94. Con su inconfundible vitalidad, afirmó sentirse “como de 18 años” y abordó el tema de la muerte con una serenidad que reflejaba su valentía y carácter indomable. “A mí no me asusta la muerte, ella va y viene cuando quiere, cuando se le da la gana, y por eso no me meto”, afirmaba, mostrando una actitud desafiante ante lo inevitable. Este jueves, la última gran diva de la Época de Oro del cine mexicano falleció en un centro médico al sur de la Ciudad de México tras ingresar a terapia intensiva debido a una arritmia cardíaca y baja presión arterial.

Pinal dejó una huella imborrable en la historia del cine y fue por largo tiempo actriz de teatro, de telenovelas y presentadora de televisión. También incursionó en política.

Su carrera comenzó en 1949 con “El pecado de Laura”, bajo la dirección de uno de los grandes cineastas de la época, el mexicano Julián Soler.

En la década de los cincuenta, su nombre cobró fuerza gracias a su capacidad interpretativa y versatilidad. En 1952, ganó su primer premio Ariel por su actuación en “Un rincón cerca del cielo”, junto a Pedro Infante, uno de los íconos más grandes de la época. Sin embargo, su vida profesional dio un giro trascendental cuando el actor Francisco Rabal le presentó al cineasta español Luis Buñuel. Este encuentro marcó el inicio de una colaboración histórica que consolidó en Pinal como musa de Buñuel, trabajando juntos en tres películas que redefinieron su carrera.

Artista audaz

Uno de los momentos más importantes fue su participación en “Viridiana” (1961), considerada una de las mayores obras del cine mundial. Su interpretación en esta película de culto, llena de escenas audaces y controversiales para la época, no solo enfrentó la estricta censura en México, sino que también le otorgó un reconocimiento internacional y la consagró como una actriz de calibre global. Otro hito en su trayectoria fue “Simón del desierto”, donde realizó uno de los primeros desnudos en la gran pantalla, rompiendo con los cánones establecidos y marcando un precedente en la historia del cine,

La versatilidad de la mamá de las consagradas artistas Alejandra Guzmán y, Sylvia Pasquel, se extiende más allá de la pantalla grande. En los años ochenta, incursionó en la política al lado de su último esposo, Tulio Hernández Gómez, gobernador de Tlaxcala. Como diputada en la administración de Carlos Salinas de Gortari, expresó su orgullo por este rol: “Ser diputada es el puesto más hermoso que pueda tener a alguien. Puedes inventar, crear, estar en la Historia de tu país” . Pinal encontró en la política una forma distinta de contribuir a la sociedad, mostrando una faceta de su vida poco común en figuras del espectáculo.

Ícono televisivo

En televisión, se convirtió en una de las figuras más queridas de América Latina. Fue pionera en las producciones de Televisa, donde protagonizó telenovelas y presentó durante 20 años el icónico programa “Mujer, casos de la vida real”. Este proyecto marcó a generaciones, abordando historias inspiradoras y temas sociales de relevancia.

Además de su trabajo como actriz, Pinal también fue productora y empresaria. Fundó su propia compañía de espectáculos, consolidándose como una figura influyente en la industria del entretenimiento. Su impacto trascendió las pantallas y los escenarios, siendo incluso retratada por Diego Rivera, un testimonio más de su relevancia cultural.

La influyente artista mexicana no solo rompió barreras y desafió normas, sino que también personificó la audacia y la evolución de la mujer en el mundo del espectáculo. Su legado vive no solo en su obra, sino en la inspiración que dejó para las futuras generaciones. En México, donde su figura era venerada, vivió uno de los momentos más emotivos de su vida en el 2021, cuando el gremio periodístico le otorgó la primera Medalla Silvia Pinal, en reconocimiento a su extraordinaria trayectoria. Con los ojos llenos de lágrimas y la voz cargada de emoción, dijo: “Me siento tan feliz, me siento tan cerca de Dios. Creo que este momento no lo olvidaré nunca”. Aquella noche, los aplausos fueron interminables.

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