Crítico cinematográfico, investigador, docente universitario, pero sobre todo cinéfilo. La vida de Ricardo Bedoya (Lima, 1954) ha girado alrededor del cine desde que tiene uso de razón y los años no hicieron otra cosa que acercarlo más, y de diversas formas, al séptimo arte. Además de escribir distintos libros y artículos, durante 22 años se hizo cargo de la conducción de “El placer de los ojos”, un programa de referencia indiscutible. Hace pocos días cerró esta etapa y, a pesar de la nostalgia que esto puede producir –a él mismo y a sus televidentes–, asegura que esto no significa de ninguna manera que se aleje del rubro que tanto lo apasiona.
“Antes que nada está mi relación personal con el cine. Todo lo demás, escribir, dictar clases, estar en televisión o cualquier otra cosa que haya hecho antes o que haga de ahora en adelante es resultado de esa cinefilia. Yo podré dejar de hacer todas esas actividades vinculadas al cine, pero no voy a dejar de ver películas jamás”, dice Bedoya.
Empezó como crítico los primeros años de la década del 70, escribiendo en la prestigiosa revista “Hablemos de cine”. Recordar esta época para él supone volver a una Lima donde abundaban los cineclubes, las tertulias posfunción y, sobre todo, las películas de diverso calibre. “Recuerdo el cineclub de San Marcos, la sala ubicada en el sexto piso del Ministerio de Trabajo o las proyecciones en el Museo de Arte de Lima. Entonces las productoras tenían stock de películas que podían verse en diversas salas, lo que hacía que la oferta fuese diversa”, cuenta.
Desde entonces ha visto cambiar no solo la forma en la que se distribuyen y exhiben las películas, sino también el ánimo del público que se acerca a ellas. “En los años 80 empieza a funcionar la Filmoteca Nacional –que ahora es la Filmoteca de la PUCP–, a la que concurría un público muy activo. Luego desaparecieron varias salas de cine y la llegada del VHS hizo que gran parte de ese público cinéfilo se quedara en casa con esta nueva alternativa”, añade Bedoya.
Pero si el VHS y el DVD fueron una revolución, las plataformas de streaming y su cada vez más amplia producción y catálogo hacen que no sea posible acercarse al cine tal como se hacía hace 50 años. Ante el reinado de Hollywood en nuestra cartelera, quienes buscan un cine distinto tienen que recurrir a una oferta periférica, la cual siempre tuvo cabida y hasta protagonismo en su programa. “El placer de los ojos” volverá, seguro, con una nueva conducción.
A Ricardo Bedoya, mientras tanto, lo encontraremos, como siempre, en el cine.
—¿Cómo has visto cambiar al público que se acerca al cine en nuestro país?
El público se ha vuelto mucho más, digamos, conservador, en el sentido que no se arriesga a ver nuevas cosas y está mucho más apegado a lo reiterativo. En segundo lugar, el cine mismo ha cambiado. Con la llegada de lo digital se hace muchísimo cine muy diverso: muchos estilos, muchas formas de representación y todo ese cine no encuentra cabida en las salas comerciales que están totalmente consagradas a la hegemonía de Hollywood. El espectador que quiere ver cosas distintas tiene que salir a buscar, hacer una especie de búsqueda especializada. Hay un público para el que el modelo de cine a seguir es el modelo que Hollywood nos ha propuesto desde fines de los años 70, a partir de “Tiburón” en adelante. Para un público masivo el cine es ese modelo.
—En ese sentido, ¿cómo has visto cambiar el papel de la crítica de cine?
A ver, te hablo desde mi experiencia en “El placer de los ojos”. El programa no era un programa crítica del cine porque creo que el formato televisivo no se presta la crítica de cine. Eso, porque la crítica, como yo lo entiendo, es argumentativa. Pero teníamos espacios, por ejemplo, el de cartelero, en el cual se distinguía en pocas líneas las películas buenas de las que no lo eran. Mira, el cine tiene memoria y puede venir una película de superhéroes, pero si vamos a hablar de un superhéroe, lo ideal es que recordemos también hubo un Superman en los años 30 y hubo en la época muda personajes que de alguna manera tenían poderes especiales...esa memoria es la que siento que se está perdiendo en quienes hablan o escriben de cine. A veces yo leo textos sobre cine y me da la impresión de que el cine hubiera empezado con Tarantino, cosa que eso no es verdad porque, además, para poder entrar entender a Tarantino se necesita conocer un poco el cine de los años 50, 40 y 70, porque las películas dialogan todo el tiempo con eso. Y otra cosa que veo es que, en ciertos acercamientos al cine, todo da igual, las películas están ahí y de lo que se trata es de promoverlas. No se establece ninguna jerarquía, ninguna diferencia entre las películas de las que se hablan, no hay diferencias sobre la calidad o el tratamiento. Y hecho en falta esa distinción. El crítico no es un juez, un fiscal, pero sí alguien que pueda señalar valores, pues no todo vale igual. Ahí aparece la figura de los influencers, que cada vez son más poderosos, pero en los cuales no siento que haya alguna voluntad por establecer diferencias entre las películas que llegan a la cartelera.
—Lo que tú señalas lo podemos entender como cierta dejadez, también como cierto desdén por el pasado, en lo que concuerdo, pero también tiene que ver con problemas de acceso a una oferta más diversa, ¿no crees? O sea, ¿cómo acercarse a las películas del pasado cuando no se encuentran fácilmente?
Sí, totalmente, no existe el pasado. ¿Quién se sienta a ver ahora películas en blanco y negro? No pido volver a la época muda, pero sí a los años 30, hasta los años 70, donde el cine es una una mina para descubrir cosas maravillosas. Es cierto que la oferta es restringida, pero también hay una falta de curiosidad impresionante.
—Si hablamos de formación de públicos, tenemos serios problemas
Sí, porque se genera un círculo vicioso. Mira el catálogo de las plataformas en nuestro país. Si lo comparamos con los catálogos de la misma plataforma en otros países, nos damos cuenta que películas que no se ofrecen las mismas películas y que hay catálogos más ricos en calidad y diversidad en otros países. El algoritmo nos juzga de alguna manera
—Entonces, en las plataformas se puede replicar el problema de la cartelera
A mí me parece que es muy bueno que la gente vaya al cine, que la gente vea películas. Aquí no hay ningún elitismo. Yo no creo que haya películas este de arte y películas populares. En el cine lo que vamos a encontrar son buenas películas y malas películas. Y vas a encontrar buenas en la película de superhéroes y malas en la película de superhéroes y vas a encontrar buena segunda película de autor y malas. Yo creo que el cine siempre ha sido espectacular, eso me parece muy bueno. El problema es ver la falta de diversidad.