Lo primero que tocó con su flauta dulce fueron cumbias, salsas y marchas militares, como cualquier banda escolar promedio, cuando estudiaba en el colegio Mundo Mejor, en Chimbote. Luego se cambió a la trompeta –”porque era el único instrumento que había libre”, confiesa– y por entonces es que comenzó su interés por la música clásica. Por eso pasó brevemente por proyectos sociales como DaCapo Perú y Arpegio.
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No es que haya pasado mucho tiempo desde esas primeras aventuras escolares –hoy tiene apenas 26 años–, pero el crecimiento profesional de Dayner Tafur Díaz ha sido impresionante. Hace solo unos días, este joven talento chimbotano acaba de ser elegido como director asistente de la Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las más importantes del mundo.
“En el campo de la música clásica, específicamente de las orquestas sinfónicas, cuando se hacen listas de las 5 o 10 mejores, la Filarmónica de Berlín casi siempre está. No siempre fue así, en algún momento hubo mejores; pero en los últimos tiempos, desde que Karajan fue su director por lo menos, ocupa un lugar muy importante”, afirma Tafur Díaz en conversación con El Comercio.
Nos contesta por teléfono desde la ciudad alemana de Stuttgart, donde radica y estudia un posgrado. Dentro de poco, sin embargo, cree que tendrá que mudarse a la capital Berlín para empezar con este nuevo reto. Cuenta también que aún no conoce al ruso Kirill Petrenko (52), actual director de la filarmónica y uno de los más solicitados de la escena contemporánea, con quien trabajará codo a codo.
“Es algo así como que él es el entrenador de un equipo de fútbol y yo seré su asistente y mano derecha –explica–. Yo tendré que estar a cargo de lo que él no pueda ver cuando esté dirigiendo, con su concentración enfocada en otras cosas. También puede ocurrir, dependiendo de cuánta confianza se tenga, que él me encargue dirigir algo. Esa es una gran oportunidad para un asistente”.
LOS PRIMEROS PASOS
Fue en el 2017, cuando tenía 19 años, que Dayner Tafur Díaz se inscribió en un voluntariado y viajó a Berlín. Luego de un año en el que recibí algo de dinero por el voluntario, tuvo que buscárselas por sí mismo, y por ello trabajó como mesero en restaurantes y panaderías. En general, dice, los primeros años en Alemania fueron los más complicados. No sabía el idioma y tuvo que adaptarse a costumbres muy diferentes.
“En todos lados encuentras gente que te apoya y otra gente que no. Para mí lo más difícil fue todo lo que tiene que ver con la burocracia. Todo tiene que estar muy bien documentado, y cuando no hablas alemán, es muy complicado ir a una embajada, explicar qué haces, o por qué te tienes que quedar”, afirma.
Le tomó dos años aprender el idioma, pero ahora ya habla alemán fluidamente. De hecho, tiene aquel peculiar acento de quien parece estar desacostumbrándose al español. Y está estudiando inglés a la par, para mejorar aún más su comunicación.
En todo este tiempo, solo ha regresado una vez al Perú, en febrero del año pasado. Se quedó un mes. ¿Lo que más extraña? “A la familia, obviamente. También con la distancia y el tiempo te das cuenta de que la comida peruana es realmente muy buena. Y otra cosa que no es tan común aquí en Europa es las playas. Hay muchos ríos y lagos, pero no mar”, señala.
TOMAR LA BATUTA
Dice que no ha visto “Tár”, la notable película en la que Cate Blanchett interpreta a la directora de una orquesta sinfónica en Berlín, justamente. Aun así le preguntamos cómo ve él la imagen de severidad que suele asociarse a quienes ejercen esta profesión. ¿Es una necesidad natural? ¿Un requisito para ejercer la dirección? ¿O más bien un estereotipo?
“Pienso que fue un estereotipo en algún momento en la historia –dice Tafur–. Hoy en día creo que existen menos ese tipo de directores, por el hecho de que las propias orquestas tienen más derechos. Antes, el director era el que mandaba. Pero hoy hay músicos buenísimos, y quien dirige no necesariamente sabe más que ellos. Con orquestas tan buenas, en cierto punto lo mejor es dejar fluir lo que los músicos te ofrecen”.
¿Compositores favoritos? “En los últimos años he intentado que mi repertorio vaya en la dirección de algunos compositores rusos, o Mahler o Beethoven. En general, creo que lo que mejor me queda son los repertorios un poco pesados. Si es muy ligero, quizá no me queda tan bien. Hay gente a la que le gusta mucho Rossini o Bellini; y no es que a mí no me guste, pero pienso que hay quienes pueden hacerlo mejor que yo”, responde.
Tafur Díaz también es un divulgador de la música clásica. Tiene un interesante y didáctico canal de YouTube en el que comparte su conocimiento, aunque le gustaría poder dedicarle más tiempo. Cuando no escucha música clásica, dice que recurre a una ‘playlist’ en la que guarda un poco de todo: mucha música latinoamericana, algo de cumbia y de salsa, pero también cosas de The Beatles, Queen y Michael Jackson. Le gusta leer también, sobre temas generales, y además está escribiendo un par de libros. Uno sobre productividad en el campo de la música e incluso una novela negra, ni más ni menos.
¿Y si no hubiese sido músico? “En un inicio quería estudiar medicina –admite–. Pero me alegra no haberla escogido. Creo que es una carrera en la que siempre tienes que aprender mucho de memoria. Para mí la música es otra cosa”.
El año pasado, Tafur Díaz obtuvo el premio de jurado, el premio del público y el premio a la mejor interpretación de una pieza contemporánea en el German Conducting Award.