Se formó oficialmente en 1993, en Ayacucho, pero no fue sino hasta 1999 que la banda Uchpa tuvo un renacimiento consagratorio. En diciembre de ese año, el grupo grabó el que es hasta hoy su álbum más popular, “Qukman muskyi”, que saldría publicado unos meses después, ya entrado el 2000. La icónica portada de una llama con una guitarra de doble mástil condensaría bien su esencia: rock en quechua, blues andino, guitarra, bajo y batería para llevar el huayno a tierras hasta entonces poco o nada recorridas.
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En ese disco, Uchpa incluye su tema más celebrado, “Corazón contento”. Se trata de una adaptación de un huayno de los Hermanos Ayvar Alfaro, transformada por obra y gracia del cantante Fredy Ortiz y el guitarrista Marcos Maizel, los dos puntales de esa banda reformada en 1999, y que hasta hoy trabajan juntos en uno de los proyectos musicales más atractivos y coherentes del medio.
Curiosamente, “Corazón contento” no era un huayno demasiado conocido, sino uno de los llamados ‘chacrahuaynos’. “Más que popular, era caleta –cuenta Ortiz a El Comercio–. Todos los ‘chacrahuaynos’ son marginados. Los pitucos andinos, los que viven en la ciudad, usan más el huaynito blanco, el Gaitán Castro o Nelly Munguía. Yo tengo un primo que es general del Ejército y una vez me invitó a su cumpleaños. Cuando puse uno de esos huaynitos de chacra, se me acercó y me dijo ‘Oye primo, saca esa vaina. Está bien que seamos serranos, pero no somos indios pues’. Así me dijo, porque odian la chacrita”.
La anécdota revela una discriminación que no es gratuita y que Uchpa entiende bien. Por esa razón su reivindicación del idioma quechua es una que mantienen como estandarte. Maizel ahonda en el asunto: “La clásica es que un amigo rockero venga y nos diga que su mamá escuchó Uchpa de casualidad y le diga ‘Qué bacán, ese rock sí me gusta’. Porque si eres una persona que habla quechua, que has venido de provincia a Lima, la música de Uchpa va a conectar con tu niñez, con lo que has vivido. Y el quechua de Fredy es un quechua de campesino, así que el andino saca más pecho todavía. ‘Ese quechua es de mi tierra’, dicen. Lo sienten de verdad”.
Lengua viva
Vestido con una casaca de la selección peruana, horas antes del Perú-Colombia del último viernes, Fredy Ortiz alude a la anécdota futbolera para explicar mejor cómo la idiosincrasia del quechua. “Acá en Lima seguimos jugando pelota con los patas de mi tierra, pero jugamos pelota en quechua, que no es lo mismo que jugar en español –advierte–. En español se reniega mucho; en cambio, jugar fulbito en quechua es más jocoso, te vacilas más. Las palabras que usamos hacen que el juego se haga más ameno, armonioso; no hay bronca ni nada”
Maizel también comparte una memoria de cómo el quechua rockero de Uchpa ha conseguido pegar con todo tipo de públicos. “Una vez tocamos en una comunidad campesina de Chalhuanca, la tierra de la presidenta Dina Boluarte, pero arriba, en una chacra con vaquitas –recuerda el músico–. Cuando los campesinos nos vieron salir al escenario todos pelucones y con guitarras, yo pensé que nos iban a agarrar a botellazos. Pero Fredy salió, les habló en quechua, contó unos chistecitos, y al toque nomás destrabó la situación. Los campesinos se mataron de risa escuchando rock en quechua, terminaron bailando cono nosotros”.
La otra cara de la moneda es el uso superficial y accesorio del quechua que, últimamente, parece haberse convertido en una moda en nuestro país: nombres de restaurantes, marcas de ropa y variedad de empresas usan términos muchas veces sin siquiera saber su verdadero significado. “Eso es por moda nomás”, dice Fredy Ortiz. “Me molesta que sea solo por eso, pero que no lo practiquen. Los dos delfines que tenían en un famoso hotel se llamaban Yaku y Wayra, pero ahí nomás quedó, luego los tenían olvidados. Así es la cosa”, agrega con evidente decepción. Uchpa, por cierto, significa ceniza, para quienes se lo preguntan.
Momento difícil
El encuentro de rock y huayno en Uchpa tiene raíces en sus influencias musicales: de Jimi Hendrix a Manuelcha Prado; de Led Zeppelin y Deep Purple a Manuel Silva ‘El Pichincucha’. Una banda que recomienda Ortiz es Los Puquiales. “Para mí son los Rolling Stones de los Andes”, dice. Y ambos comparan la esencia del rock y el blues con la del huayno o el harawi para entender lo bien que funciona al oído el sonido de la banda.
“El blues es pentatónico y el huayno es pentatónico. Eso los une”, explica musicalmente Maizel. “Pero es una cuestión de sentimiento también –agrega Ortiz–. Tienes que tener vivencias, haber llorado y sufrido en la calle para entenderlo, para que te salga”.
Hoy por hoy, Uchpa tiene encarpetado un nuevo álbum, pero siguen a la espera de encontrar un buen momento para publicarlo. Lamentablemente, la crisis de la escena musical actual hace difícil poder lanzarse con material nuevo. “El problema es que si lo publicamos, nos quemamos –dice Maziel–. Yo puedo sacar un tema con un videoclip de 100 millones de dólares dirigido por George Lucas en el Cusco, con extraterrestres y la resurrección de Manco Inca, pero por las puras va a ser porque no retribuirá nada. Es algo muy duro lo que estamos viviendo. Hay una esperanza de que el próximo año reviva el festival Vivo X el Rock, pero el momento es complicado. Y no solo para Uchpa, sino para todos los artistas”.
Para celebrar los 25 años de su emblemático tema “Corazón contento”, Uchpa ofrecerá un concierto este viernes 13 de setiembre, a las 8:45 p.m., en La Noche de Barranco. Los acompañará la cantante Ruby Palomino, y abrirán el show las bandas Ego y Bala Perdida. Entradas a la venta a través del WhatsApp 989766736.