Una enorme Luna inflable va tomando cuerpo en el campo del estadio de San Marcos. Es la señal de que The Weeknd –o Abel Tesfaye– está a punto de salir a escena. Lo espera en la pasarela una escultura, también de grandes dimensiones, de una mujer robótica. Es una obra del artista japonés Hajime Sorayama, pero guarda evidentes reminiscencias a “Metrópolis”, la clásica película de 1927 de Fritz Lang.
La alusión no es gratuita. Como fondo del escenario vemos imágenes de una urbe futurista, pero a medio hacer; y deambulan también un conjunto de mujeres vestidas de blanco, en ordenada y pasmosa coreografía, como si fuesen integrantes de una extraña secta. Hay mucho de distópico en el concepto del After Hours Til Dawn Tour, la gira que ha traído a The Weeknd por primera vez a Lima.
Hasta que la estrella por fin aparece frente a su público. Lleva un llamativo casco –mezcla de Iron Man y Daft Punk– y arranca su setlist con algunos temas habituales como “False Alarm” o “Party Monster”. La popular “Can’t Feel My Face” es el primer momento alto de la noche, haciendo sacudir al respetable. Las lenguas de fuego y las pulseras luminosas entregadas al público empiezan a hacer su trabajo, aunque hay que decir que no terminan de aportar al show ni lucen tan espectaculares como las que caracterizan a los conciertos de Coldplay, para poner un ejemplo conocido por los limeños.
El recital continúa con algunos covers –Kanye West, Drake, Future–, amagos de remixes, y versiones recortadas de varias canciones. Es un formato acelerado el que presenta el canadiense, muy a tono con la música de nuestra época: los amantes del ‘shuffle’ y las playlists aleatorias de Spotify saben que, a veces, no hay mucho tiempo ni concentración ni para escuchar temas completos. Se pica de aquí y de allá, y los oídos se vuelven distraídos. Un concierto como este lo demuestra.
Sigue el show
No podemos dejar de mencionar que, al menos en lo extramusical, este no ha sido el mejor año para The Weeknd. La serie que produjo y protagonizó para HBO Max, “The Idol”, fue un estrepitoso fracaso que recibió pésimas críticas y se canceló apenas terminada la primera temporada. Pero ni eso evitó que durante la espera del concierto del domingo se proyectara el trailer de la alicaída ficción. Parece que el cantante aún le tiene fe.
Como también le tiene fe al mundo de las criptomonedas y los NFT, amén de la publicidad de Binance que bombardeó al público desde las pantallas gigantes. La controversial empresa china de divisas digitales es promotora del tour de The Weeknd, y podríamos sumarla a la lista de elementos distópicos del espectáculo. ¿Será realmente el futuro de la economía mundial o apenas un falso ensayo movido por un ‘hype’ marketero?
Mejor volvamos a la música, que se mantuvo en alto con otros hits bastante bailados y coreados. Allí estuvieron “Starboy”, “I Feel It Coming”, “Save Your Tears”, “Blinding Lights”, que conmovieron a una asistencia conectada y animada, pese a lo inusual de un concierto en la noche de un domingo. Entre los fanáticos abundaron los sacos rojos, los vendajes posoperatorios, las gafas oscuras y hasta los tan en boga patitos kawaii al estilo The Weeknd.
Mientras tanto, el buen Abel Tesfaye decide sacarse el casco recién en la última parte del show. El público responde con entusiasmo a su sonrisa y sus arengas. En un momento incluso baja de la pasarela y se acerca a algunos fans. Ya se percibe que el concierto se acerca a su final, con temas como “Popular” e “In Your Eyes”. Aquí no hay encore, no es su estilo. Llega el momento de la despedida y comienza la procesión a casa.
¿Algo más que resaltar? Lo de siempre, aunque suene a queja desgastada: la marea de celulares en mano seguirá siendo un problema para cualquier espectador por debajo del metro setenta de estatura. Por otra parte, los accesos de entrada y salida en San Marcos siguen siendo incómodos. Después de casi dos meses de clausura (sanción que la Municipalidad de Lima decidió levantar antes de lo previsto), el recinto no termina de ser el ideal para shows de este tipo, lo que confirma que el Estadio Nacional quizá sea el único escenario apto que tiene la capital.
Al margen de eso, fue un show a la altura de las expectativas. The Weeknd cumplió y queda en el aire la pregunta de cuántos espectáculos más de este tipo podrá albergar nuestra ciudad. Ahora que el ‘boom’ de los conciertos da la sensación de ir desfalleciendo, quizá podamos estar hablando de una de las últimas megaestrellas internacionales por estos lares. Con más razón hay que disfrutarlo hasta cuando sea posible.