La polémica por "El anillo del Nibelungo" de Franz Castorf
La polémica por "El anillo del Nibelungo" de Franz Castorf
Augusto Ferrero

Franz Castorf, director teatral de Alemania Oriental, productor de "El anillo del Nibelungo" que hemos visto en julio en Bayreuth, ha cometido sacrilegio contra la partitura compuesta y el libreto redactado por Richard Wagner, por haber desnaturalizado ambos textos para introducir cambios desatinados que alteran seriamente la obra de arte. Pudimos observar verdaderos despropósitos contra el venerado autor, relievando el comunismo soviético, el petróleo que reinó nuestra era y el erotismo.

En relación al primero, basta ver la fotografía que acompaña este artículo, que aparece en la ópera Sigfrido. Es una imitación del monte Rushmore en Estados Unidos de América, en la que aparecen los más significativos personajes del comunismo: Marx, Lenin, Stalin y Mao, en lugar de los presidentes Washington, Jefferson, Roosevelt y Lincoln, que son los que están tallados en aquel lugar. Respecto al petróleo, resalta un motel con estación de servicio de expendio de gasolina, situado en Texas, que cuenta con una piscina sobrepuesta con escaleras, donde se encuentra el oro protegido por las ninfas del Rin. La aparición de un automóvil Mercedes Benz de lujo convertible perturba toda la concentración. A los gigantes se les reconoce gracias a la música –leitmotiv– que los identifica. La Valquiria se presenta en una explotación industrial en Azerbaiyán. La cuarta ópera, El Ocaso de los Dioses está escenificada en Alexanderplatz de Berlín antes de la caída del Muro con botellas de vodka en los escaparates. El erotismo lo vemos cuando Wotan, en el tercer acto de Sigfrido busca a Erda, la diosa de la tierra y madre de las ocho valquirias. Se produce entre ellos un diálogo muy fuerte. Esta escena la realiza Castorf escenificado la Bolsa de Nueva York y poniéndolos en una postura que ha llevado a la prensa y al público a interpretar que se trata de la realización del sexo oral, que se contradice con las expresiones increpantes que efectúa ella. En efecto, su actitud ofensiva hacia el dios desdice una manifestación de sexo o placer. La inclusión sexual sigue con la aparición inesperada de cocodrilos, que irrumpen la escena teniendo relaciones sexuales. 

Los problemas más importantes que afectan al argumento tienen relación con la célebre espada creada por Wotan. Denominada Nothung, aparece en el primer acto de La Valquiria, en la casa de Hunding y Siglinda, donde Wotan la había incrustado en un árbol. Cuando ella le advierte a Sigmundo este hecho y su implicancia, él logra desprenderla y rescatarla. Con ella se bate a duelo con Hunding, quien lo mata, por provocar Wotan que le partan la espada. Años después, Sigfrido, hijo de Sigmundo con su melliza Siglinda, logra fundir nuevamente la espada. En el segundo acto de Sigfrido, éste saca la espada y mata a Fafner. En el mismo acto, Sigfrido le clava la espada a Mime. En el tercer acto, Sigfrido parte con la espada la lanza de Wotan en dos pedazos.

En las tres secuencias del libreto de Wagner, Castorf elimina la espada y usa un Kalashnikov -una suerte de fusil con acelerador- en la primera; un puñal en la segunda y las manos en la tercera, citándose en el texto, en los tres casos, a la espada. Ello le quita toda autoridad al productor, dejando totalmente fuera de contexto la mención a Nothung. Castorf no apareció, a diferencia de años anteriores en que fue abucheado inclementemente. Como productor, ha irritado así la pasión de los wagnerianos. Lo curioso es que esta absurda interpretación haya sido presentada nada menos que con ocasión del bicentenario del nacimiento de Wagner. Disfrutamos la música, siempre excelsa en Bayreuth por los grandes ejecutantes de la orquesta y del coro y los grandes cantantes que vienen de todas partes de Alemania y otros lugares, así como por el teatro que tiene una acústica inmejorable y la unción del público.

Finalmente, tenemos la esperanza que siendo Katharina Wagner bisnieta del gran compositor del que lleva el apellido, y tataranieta de Franz Liszt, tiene un doble compromiso de sangre para llevar adelante el Festival como directora, al lado del gran músico Christian Thielemann, como director musical.

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