En la Huamanga de fines de los noventa la música renacía tras años oscuros y violentos. En esa época, una joven estudiante de enfermería comenzaba a hacer realidad su sueño de ser cantante. Nancy Manchego cuenta que entonces fue dejando de lado su afición por las baladas o por grupos juveniles de moda y comenzó a redescubrir la música andina. Estímulos no le faltaban. Escuchar a grupos emblemáticos como Estudiantina Perú, Los Campesinos o Los Chanchas de Apurímac; o ir a conciertos de Manuelcha Prado, Edwin Montoya, Gerber Merino, Kiko Revatta, Saywa, y de los hermanos Walter y Julio Humala le devolvieron el gusto por las canciones de su tierra, por esas melodías que escuchaba de niña en su Chincheros natal, a orillas de esos ríos profundos que celebraba Arguedas.
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“Era un tiempo difícil, en el que la música era un gran instrumento para poder expresar lo que pensábamos, sentíamos y queríamos”, dice. “Yo me aferré a ese camino porque, definitivamente, descubrí que con la música podía decir muchas cosas en un momento en que salía de los brazos de mamá, en el que tenía que tomar mis propias decisiones. Llegar a Huamanga, una ciudad mucho más grande que mi pueblo, y conocer otras realidades, despertaba en mí muchos sentimientos… A Huamanga le tengo un cariño muy especial. Es ahí donde desperté a la adultez”, evoca la intérprete.
Y en ese paso a la vida adulta, se convirtió en madre, y cambió sus estudios de enfermería por los de educación. Entonces, decidió volver a su pueblo a trabajar sin sospechar que un concurso de canto en Chincheros perfilaría su carrera profesional. “Pepe Valer, que es cantante y cultor de la música de Apurímac, realizó un concurso y fue toda una novedad en el pueblo. Se hizo la convocatoria y animada por mi hermana, me presenté y pasé todas las etapas hasta llegar a la final. Fui la ganadora y ahí empezó mi camino en la música. El premio era la posibilidad de grabar un CD, y ese fue mi primer disco que 22 años después todavía la gente recuerda”, cuenta la cantante.
En aquel disco, Manchego grabó doce canciones. Una de ellas fue ‘Vicuñitaschay’. “Un canto tradicional, en quechua, —dice— que hablaba de la pena de una persona que había sufrido mucho y se sentía sola… ‘¡Vamos, vicuñita! Nos encontraremos en el camino / tú calmaras mi llanto, calmarás mi pena, / qué cosas he pasado en la vida / para tener que llorar tanto’. Esa canción hablaba mucho de mí”.
Y otro tema fue ‘Mal paso’, un huaino del norte chico que, interpretado con su voz aguda y cadenciosa, le abriría, como ella dice, “las puertas del Perú”. “Todo el mundo se admiró del mal paso que yo di —tararea Manchego— cómo no me admiro yo de otros que hacen peor que yo”. “He viajado por casi todo el país —añade— y a donde voy, la gente siempre me pide esa canción”.
Hay algo en su canto que alude a ese dolor oculto detrás de la dicha y la esperanza. En “Mi olvido”, una de sus primeras composiciones, ella expresa: “Este dolor aquí en mi pecho / me hace gritar mis penas / Estoy sonriendo a la vida / dentro de mí el dolor / me esta matando / ¿Dónde está tu rostro falso que me sonreía?”.
La educación por el arte
Su llegada a Lima, en los años 2000, coincidió con la continuidad de sus estudios pedagógicos, en la Universidad de San Marcos, y de Educación, Arte y Cultura, en la Escuela Nacional de Folklore José María Arguedas. Actualmente, ella trabaja en el colegio Palmas Reales, de Los Olivos, donde busca promover la educación artística entre alumnos de secundaria, a través de diversos talleres.
“La educación es lo único que va a cambiar el mundo —reflexiona—. Desde mi experiencia, creo que debería darse más importancia al arte y el deporte, eso es lo que falta. Estos dos campos son vistos como algo secundario cuando deberían ser lo principal. Son estas actividades las que van a permitir al joven aflorar sus sentimientos. Qué bonito sería que, habiendo tantos artistas, y no me refiero solo a los de la música, sino también a los de las artes plásticas, la artesanía, el Ministerio de Educación pudiera trabajar de la mano con ellos… Llevarlos a los distintos centros educativos para que enseñen y promuevan sus respectivos talentos”.
El sonido de la tierra
Y si en sus años juveniles, en Huamanga, Nancy Manchego anhelaba actuar algún día al lado de maestros como Manuelcha Prado o Gerber Merino. En los últimos tiempos, ese deseo se ha hecho realidad. El próximo 12 de noviembre, con el espectáculo “Gala Andina: El sonido de la Tierra”, ella volverá a compartir escenario con ellos y con el gran arpista ayacuchano Luciano Quispe. “Es todo un orgullo que me tomen en cuenta —dice—: son artistas que admiro mucho. Con Gerber Merino hice mi primera producción y estar al lado del maestro Manuelcha es muy gratificante. Aparte de enseñarnos en cada ensayo, en cada presentación, él nos hace sentir comprometidos con nuestra música, y nos hace saber que eso debemos hacer nosotros también con las nuevas generaciones. Para mí esa es una gran responsabilidad”.
En el espectáculo, ella se presentará como solista, luego hará dúos con el arpa de Luciano Quispe y con la guitarra y voz de Manuelcha Prado, para finalmente reunirse los tres en el escenario en ensambles dirigidos por el maestro Gerber Merino.
Mientras se saca el sombrero y el poncho, después de la sesión fotográfica, Manchego recuerda que proviene de la cultura chanca, ese pueblo aguerrido que ha dejado su impronta en los apurimeños actuales, quienes saben sobreponerse a cualquier circunstancia de la vida, como ella que supo salir adelante y afrontar la maternidad desde joven, sin dejar de proyectarse como artista y educadora. “Somos muy trabajadores —afirma— pero al mismo tiempo amorosos y amables”. Y esas cualidades, ella las demuestra en el escenario con una voz profunda, hecha de fuerza y sensibilidad.
“Gala Andina: El sonido de la Tierra”, realizada por Trilucero Producciones, pondrá en el escenario al arpista Luciano Quispe, al maestro de la guitarra, cantante y compositor Manuelcha Prado y a la intérprete y compositora Nancy Manchego. La dirección de los ensambles estará a cargo del reconocido músico Gerber Merino. Gran Teatro Nacional, sábado 12 de noviembre, a las 8:00 p.m. Entradas en Teleticket.
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