Parece ser una constante en el rock peruano las separaciones. Ya sea por diferencias creativas, incompatibilidad entre los miembros o la tentación del camino solista, las bandas de rock que consiguieron cierto nivel de reconocimiento, tanto a nivel nacional como internacional, parecen estar predispuestas a una corta vida. De ahí que las celebraciones por aniversarios que superan las dos décadas resalten tanto, aunque ninguna banda llega tan lejos sin enfrentar, al menos una vez, su propio laberinto.
Libido fue una de esas agrupaciones que, a pesar de su creciente éxito, no escapó de las turbulencias internas. La primera gran sacudida ocurrió en 2005, cuando el baterista original, Jeffry Fischman, dejó la banda para continuar sus estudios en Estados Unidos. Esta salida marcó el inicio de un periodo de cambios y ajustes para Libido, que se vio obligado a encontrar un nuevo equilibrio y sonido con la incorporación de Ivan Mindreau como nuevo baterista.
Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó en 2012 con la salida de Antonio Jáuregui, bajista y cofundador de la banda. Las diferencias irreconciliables entre Jáuregui y el vocalista Salim Vera, que incluían disputas sobre el control creativo y el rumbo musical de la banda, llevaron a una ruptura. Esta separación dejó al público momentos incomodos cómo preguntarse si debían comprar entradas para ver al Libido de Jáuregui o al de Vera.
Una historia conocida
Otra banda que vivió una historia similar es Jas, recordado grupo peruano de rock de los años 80. Tras alcanzar el éxito con canciones como “Ya no quiero más ska” y “Personalidad”, la banda enfrentó su primera separación a finales de los 80 debido a diferencias internas y la presión del mercado musical. Sin embargo, el legado de su música perduró, y en 2003 Jas se reunió para una serie de conciertos que reavivaron su interés colectivo, lo que hasta ahora los mantiene haciendo presentaciones.
Otra banda de rock de los 80 y 90, fue No Sé Quién y los No Sé Cuántos, quienes también pasaron por lo mismo. Con éxitos como “Magdalena” y “Las Torres”, lograron un gran reconocimiento. Sin embargo, las tensiones internas llevaron a la salida del baterista Germán Vargas en 1991. La banda continuó, pero las fracturas internas y las disputas causaron que en 2013 el propio Raúl Romero anunciara su separación para iniciar su carrera como solista. El año pasado, la banda anunció su regreso con una nueva formación, bajo el nombre Nosecuántos.
Ni siquiera las bandas más ligadas al hardcore rock quedaron impunes. G-3 sufrió su primera separación en 1989 después de varios conflictos internos y la salida de uno de sus miembros fundadores. La banda se reunió en 1993, lanzando nuevos álbumes y girando internacionalmente. No obstante, a inicios del nuevo milenio, anunciaron su separación definitiva. Sin embargo, la banda volvió a reunirse en 2008, 2012, 2014 y en 2017.
Aunque de momento Libido no ha confirmado planes más allá de este gran concierto que reúne a sus seguidores en el Estadio Nacional, este reencuentro marcará la pauta del camino que tomarán, anunciando si fue una ocasión única o un nuevo comienzo que continuará lo que aquella formación original consiguió tras varios años.
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