Dice Jorge Drexler que suele tener “crisis compositivas”. Le cuesta comenzar a escribir los temas de sus discos, a veces dos o tres años. Y que esta última etapa, pandemia mediante, fue aún peor. “Yo pensaba que la composición era un proceso absolutamente solitario, pero el último golpe de una canción es siempre un diálogo –confiesa el cantautor uruguayo–. Las canciones están hechas para dialogar y me faltó eso, el retorno, el reflejo en el otro”.
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“Con este disco aprendí eso que no sabía”, afirma sobre “Tinta y tiempo”, su nuevo álbum de estudio, que estrena este viernes 22 de abril. “Cuando fui saliendo de la pandemia empecé a juntarme con gente, y en ese acto de mostrarles las canciones es que las terminé. Y me di cuenta de que las canciones estaban bien y me puse muy contento. Fue como reenamorarse de la profesión en sí. Tuve la sensación de que estaba aprendiendo a escribir de vuelta”, agrega.
Se trata de una producción compuesta por 10 temas de sonido ecléctico, que beben de diferentes géneros y ritmos. Algo que se condice con los artistas que Drexler ha invitado a colaborar en esta ocasión: el panameño Rubén Blades, el español C. Tangana, la israelí Noga Erez y el uruguayo Martín Buscaglia. Crisol de nacionalidades, personalidades y estilos para estos tiempos diversos.
ARMA DE DOBLE FILO
En esa musicalidad dispersa y fragmentada, Drexler se reconoce. “Últimamente he perdido continuidad en la escucha de música –admite–. Antes me compraba un disco de Caetano Veloso y lo tenía dos meses sonando. Me sabía hasta el orden de las canciones de los álbumes que escuchaba en profundidad. Pero hoy el algoritmo te presenta continuamente golosinas. Escuchas a un artista que no conoces y automáticamente la plataforma te recomienda a otro parecido. Si eres disperso y curioso, sigues ese rumbo, y cuando no te das cuenta ya estás viendo a un gatito saltando contra un vidrio”.
Sobre ese tema también escribe en “Algoritmo”, una de las canciones del disco, que reflexiona sobre cómo los datos pueden llegar a regir nuestras vidas. “No tengo ninguna animadversión contra el algoritmo en sí, porque es un herramienta. Es como un hacha: puedes cortarle la cabeza a alguien o construir una casa”, afirma el músico.
Pero sí es cierto también que cada vez le entregamos más responsabilidad a la bendita herramienta. “Hay muchas resoluciones que le vamos relegando –dice–. Algunas insignificantes, como pedirle cuál es el camino más corto a casa, pero otras más importantes, cómo el que te ayude a elegir pareja. Entonces ¿tomamos o no tomamos nuestras propias decisiones?”.
“No tengo animadversión alguna contra el algoritmo. Es como un hacha: puedes cortarle la cabeza a alguien o construir una casa”
NARCISISMO DIGITAL
O como el caso de Instagram, que Drexler describe como “una gran fábrica de ilusiones de felicidad”, en la que la gente muestra, entre filtros y poses, la versión más positiva de sí misma. “El ser humano siempre ha sido un bicho narcisista –señala–. Desde la primera vez que puso la mano en una pared y escupió tinta alrededor para dejar su huella y decir ‘aquí estoy’”.
Lo cual no impide que, dentro del fárrago de imágenes ‘instagrameables’, se pueda rescatar algún momento auténticamente luminoso. Como el que relata en uno de los mejores temas del álbum, “El día que estrenaste el mundo”, sobre la primera foto que un padre se toma con su hijo recién nacido.
“En esa primera foto ya está todo hecho –advierte con emoción–. Y no es una foto solo de alegría. También hay miedo, y ausencia de sueño, y un poco de pánico de ¿qué hago con esto? Pero es la foto de un estado transicional. Un minuto antes eres una persona y un minuto después eres otra. Todo el mundo se saca esa foto hoy en día, pero de todas las cosas que banalmente registramos, esa no es una cosa banal. Es una transición personal. Y yo me alegro que me hayan tomado esa foto”.
“Tinta y tiempo”, disco del uruguayo Jorge Drexler, está disponible desde hoy en todas las plataformas digitales.