Embajadora de la Marca Perú, reconocida como una de las 50 personas más creativas del país por la revista Forbes, pero sobre todo un ser humano comprometido con su entorno. María Cecilia Milagros Guiulfo Zender (Lima, 1954), más conocida como Titi Guiulfo, falleció a consecuencia de una enfermedad. Fue hermana de la también fallecida Marisa Guiulfo, destacada chef, e hija de Luis Guiulfo del Río, político y cofundador del partido aprista. Con la muerte de Titi, el Perú pierde a una de sus mayores diseñadoras de moda, aunque ese término es insuficiente para definir su labor.
Tras la muerte de su padre cuando tenía 14 años, Titi trabajó desde adolescente para costear su vida mientras terminaba sus estudios en el colegio Santa Úrsula; sus hermanos quedaron a cargo de la familia tras la pérdida del padre; ellos le permitieron viajar a Europa a estudiar. Eran los primeros años del régimen de Juan Velasco Alvarado y su vena de comerciante ya se hacía evidente, algo que Guiulfo atribuyó a sus ancestros judíos y genoveses.
De vuelta en el Perú en los años 80, trabajó haciendo las colecciones de la marca de ropa juvenil Twin; no solo estuvo involucrada en el diseño, también en la publicidad. Ya después saltó a la alta costura, donde se especializó en textiles de fibras tradicionales, sean hilados a mano o en telares. Entre sus múltiples logros estuvo su participación en 2007 en el Salón du Prêt-à-Porter de París (Francia), donde presentó doce tenidas por Michell y Cía junto a la diseñadora Fátima Arrieta. También participaron en el evento por el Perú Ani Álvarez Calderón y Jack Abugattás (Inca Alpaca) y José Miguel Valdivia y Sumy Kujón (Prosur).
Precisamente esta última diseñadora recuerda a Titi como una persona muy divertida, quien le dio el empujón que necesitaba para trabajar con comunidades de artesanos de la selva. Y aquí es donde se tiene que hablar del trabajo de Titi Guiulfo con los artesanos de múltiples regiones del Perú, pero no solo adultos. A mediados de la década del 2000 creó el proyecto Wawakuna Awanku, por medio del cual enseñó a niños el manejo del telar, se los capacitó como empresarios y se les remuneró.
“Ella es pionera (en el trabajo con artesanos). En burro, micro o en bus, en lo que sea viajaba por toda la sierra. Así es como yo la conocí, trabajando con comunidades de Huancavelica, de Ayacucho, poniendo en valor al diseñador como agente de cambio, que tiene que estar comprometido por revalorizar la cultura ancestral, no apropiarse de ella”, contó Kujón en conversación con El Comercio.
En línea similar se expresó el diseñador Roger Loayza, para quien el trabajo de Guiulfo con las comunidades venía de una colaboración genuina, un intercambio de conocimientos. “La idea siempre en el mundo del diseño es todos crecer en conjunto, y no aprovecharse de la falta de expertise en áreas que uno desde su posición de privilegio tiene más. Titi hacía eso, era muy buena en eso y no era un trabajo fácil, es un camino que pocos diseñadores logran con éxito. Se compró el pleito de viajar a lugares un poco remotos o no tan cómodos, pero tenía esta visión y eso es lo bueno y es lo que nos deja, también. Una práctica saludable de este tipo de intercambios”, sostuvo.
“Yo que escucho a los políticos y que trepo a colectivos, a mula, que voy a pie, digo: qué importante sería que se metieran a averiguar, en realidad, qué necesita el país”, dijo Guiulfo en entrevista con El Comercio en 2007, en pleno desarrollo de sus iniciativas.
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