El 7 de octubre de 2010 el Perú y el mundo se despertó con la noticia que el escritor peruano Mario Vargas Llosa había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura. A una década del evento, lo revivimos republicando nuestra cobertura inicial de la grata noticia.
El Nobel largamente merecido
Una mañana histórica. Son las 5:30 a.m. y Mario Vargas Llosa está despierto. Ha desayunado y, como todos los días, comienza la jornada preparando su clase para la Universidad de Princeton, donde imparte el curso de Filosofía de la Escritura como profesor visitante. Entonces relee a Carpentier: “El reino de este mundo” le servirá para su próxima disertación. Desde que llegó a esa ciudad, pensó que esos meses en Estados Unidos serían muy tranquilos. Creía que ese jueves sería también un día normal.
Entonces Patricia irrumpe en su estudio. “Te llama un señor en inglés”, le anuncia. El escritor se angustia. A esas horas, una llamada puede traer malas noticias. Toma el articular y solo entiende algunas palabras antes de que la comunicación se interrumpa. Entre ellas, cree entender: “Swedish Academy”. “Hay que parar las orejas”, se dijo. El teléfono vuelve a sonar cinco minutos después. “Usted ha ganado el Nobel”, dice la voz. “En 14 minutos anunciaremos oficialmente el premio”.
Del otro lado de la línea se encontraba Peter Englund, el secretario de la Academia Sueca. Después de la breve conversación, el sobrio Englund le confesaría a los periodistas de Estocolmo: “Vargas Llosa estaba sencillamente muy feliz. Denotaba mucho temperamento latino”.
¿Qué sucedió en esos 14 minutos que separaban aquella llamada y el posterior acoso de los medios de prensa del mundo? A una emisora de radio local le diría que pensó salir a tomar algo de aire fresco caminando por Central Park. Sin embargo, prefirió quedarse en casa y ser fiel a los suyos. A Álvaro, su primogénito, lo despertó en Washington. “Me llamó desde Nueva York diez minutos antes de que se anunciara oficialmente”, contó a Radio Cooperativa de Chile. “Me comentó que esperaba que no fuera una broma”, añadió. A Gonzalo, el segundo, lo contactó en Ginebra y a Morgana, la menor, en Lima. La madrugadora llamada le dio un buen susto a la joven fotógrafa. “Papá me comunicó la noticia, no sin comentarme que quizá se podía tratar de una broma pesada. Y en ese momento escuché a mi mamá en el fondo diciendo: ‘Mario, es verdad, te han dado el Nobel, lo están anunciando por Internet’”, relató, mientras brindaba con champán con toda la familia reunida en el departamento de su padre en Barranco.
UN DÍA AJETREADO
Comenzó así un día en el que Vargas Llosa no pudo detenerse a pensar. “Mi vida ha entrado en una especie de torbellino frenético”, decía, asombrado por las llamadas de todo el mundo, las entrevistas, el trajín terrible. Horas después, ante el pelotón de periodistas que lo escuchaba en el auditorio del Instituto Cervantes en Manhattan, Vargas Llosa repitió lo que venía diciendo temprano a los medios: Que esperaba que la Academia Sueca lo premiara por su obra literaria y no por sus opiniones políticas, y que, a los 74 años, el Nobel no cambiaría su vida ni su estilo ni sus temas. “Voy a seguir escribiendo hasta el último día de mi vida”, aseguró. “Lo que sí va a cambiar es mi vida diaria y espero que solo temporalmente. Hoy no esperaba estar rodeado de tantos periodistas, pero voy a tratar de sobrevivir”, bromeó en la conferencia a la que asistió nuestra periodista Débora Dongo-Soria.
“El Perú soy yo aunque a algunos no les guste [...] lo que yo escribo es el Perú también”, dijo. Asimismo, confesó que aún no se había detenido a pensar sobre lo que tratará su discurso de aceptación del premio, el próximo 10 de diciembre en Oslo. “La literatura es lo que organiza mi vida, y lo que le da un sentido y una orientación”, respondió a los periodistas en español, y a veces en inglés y francés. “Este premio es también un reconocimiento a la literatura latinoamericana, que ha ido adquiriendo una cierta ciudadanía en el mundo”, subrayó.
APLAUSO PRESIDENCIAL
Las reacciones por el premio no demoraron en llegar. No es común que sean los jefes de Estado los primeros en celebrar el triunfo de un Nobel de Literatura, pero Vargas Llosa articuló un solidario coro presidencial: Alan García señaló con orgullo que se trataba de un gran día para el Perú y un reconocimiento a un peruano universal. “Es un acto de justicia enorme que esperábamos desde nuestra juventud”, dijo. Desde Chile, Sebastián Piñera felicitó a su “amigo” Vargas Llosa. “Es un honor y un orgullo para todos los latinoamericanos”, resaltó a través de su cuenta en Twitter. Curiosamente, en la misma red social, su colega mexicano Felipe Calderón apunta exactamente lo mismo. Por su parte, el rey de España Juan Carlos I, quien le entregó el Cervantes en 1994, lo felicitó con su tradicional campechanía: “Es una noticia fantástica para España. Te quiero mucho”, le dijo al escritor a la distancia.
LA FIESTA EN FRÁNCFORT
El frenesí vivido en el ambiente literario tuvo su mayor vitrina en la feria del libro de Fráncfort, donde la agencia del escritor, dirigida por Carmen Balcells, se había convertido en el centro del mayor mercado editorial del mundo. “Ni fotos ni champán ni nada, no teníamos nada para celebrarlo”, confiesa Karina Pons, socia de Balcells, prueba de que la Academia Sueca tomó a todos por sorpresa. Igual sucedió en el stand de Alfaguara, en el que apuraron la compra de unas botellas de cava y brindaron en vasos de plástico. “Nadie pensó que el premio recaería en Vargas Llosa”, admitía Juan González, director general de contenidos del grupo Santillana. La editorial ha tenido reflejos: anunció que adelantará el lanzamiento de “El sueño del celta”, la más reciente novela de MVLL prevista para el 3 de noviembre y que, obviamente, imprimirá mucho más de los 140.000 ejemplares originalmente previstos.
En el stand de Alfaguara, luce una fotografía gigante de Vargas Llosa, convertida desde ayer en improvisado altar al que el público alemán peregrina para tomarse fotografías. Alguien, con rotulador rojo, ha escrito sobre su efigie: “Premio Nobel”.
Un premio a la resistencia, la rebelión y la derrota
En un escueto comunicado, que fue leído en tres idiomas (sueco, inglés y español) por el secretario de la academia sueca, peter Englund, se anunció que Mario Vargas Llosa recibía el máximo galardón literario. Las razones: “su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”. Voces alrededor del mundo han expresado estar de acuerdo con esta declaración.
El galardón de 10 millones de coronas suecas (1,5 millones de dólares) será entregado el 10 de diciembre, en el aniversario de la muerte de alfred nobel. Los premios nobel se instituyeron como última voluntad del químico sueco, inventor de la dinamita, para distinguir a personas que hayan contribuido notablemente con la sociedad en los campos de la literatura, la medicina, la física, la química y la paz.
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