¿Un libro de entrevistas a abogados? La primera reacción es levantar la ceja como gesto de sospecha. No se nos puede culpar. La fama que cargan los juristas es la de profesionales dados a la frase hecha, a no mostrar nunca todas sus cartas, a una jerga repleta de latinajos expresada no para precisar las cosas, sino para opacar la verdad. Con esa suspicacia entramos en “Relatos de abogados”, volumen firmado por Eduardo Abusada Franco (1979) y Luis Fernando Castellanos (1979) que nos presenta una decena de asedios a letrados mediáticos y reconocidos en el ejercicio de su labor. Pero la lectura del trabajo emprendido por ambos autores desbarata rápidamente nuestra desconfianza y rebasa las expectativas puestas en él. No estamos ante un texto dirigido solo a un gremio específico; más bien, está destinado a un público general: navegar por sus páginas constituye una experiencia cálida y por momentos muy entretenida. Aunque en ocasiones los interrogados se sumergen en disquisiciones teóricas y procesales, no es este el aspecto que prima. El objetivo es introducirnos en la faceta privada de estos personajes, en las motivaciones que los convencieron de elegir la carrera de Derecho, en la pasión con que la llevan a cabo, en los éxitos y pasos en falso que han cosechado bajo el postulado primordial de defender las causas justas.
Abusada y Castellanos, según propia confesión, han replicado el modelo de entrevista que Pedro Salinas practicó en “Rajes del oficio”, libro de conversaciones con periodistas donde se implementan preguntas fijas a los interpelados. El recurso es muy útil para exhibir las diferentes perspectivas sobre la profesión y la realidad de los nombres que aceptaron colaborar con este proyecto. Baste un ejemplo: al inquirirle su opinión acerca de la pena de muerte a Gloria Cano, defensora de casos relacionados a los Derechos Humanos, ella afirma: “No creo que sea disuasiva. La defensa de la vida de todos y todas es una lucha constante”. Cuando le lanzan la misma interrogante a Enrique Ghersi, este responde: “Yo creo en la venganza. El código penal nicaragüense contempla cincuenta días de venganza. Es una causal de exención de pena. Mi abuelo era italiano, yo desciendo de italianos, entonces creo en la venganza”. (Una falacia ecológica en toda regla, hay que decirlo).
La estrategia también funciona para atrapar a los entrevistados en flagrantes contradicciones: César Nakazaki aduce que no se puede aceptar la pena de muerte ni por cuestiones personales, pero recusa el matrimonio homosexual esgrimiendo su fe particular como argumento. Paradojas de este tipo humanizan y redimensionan a las personalidades consultadas y las distancian de la rígida imagen que tenemos de algunas de ellas.
Entre las más destacadas entrevistas de “Relatos de abogados” podemos contar la de Jorge Avendaño Valdez, cuya serenidad episcopal y honestidad intelectual brillan en cada una de las respuestas que ofrece. El diálogo con Lourdes Flores Nano resulta excelente: consigue reflejar una agitada andadura vital, es respetuosa y a la vez afilada cuando debe serlo. Le preguntan sobre si hizo bien al defender al polémico César Cataño; Flores contesta que no se arrepiente de haber aceptado ese caso. Esa ausencia de arrepentimiento es una constante en este libro: es raro que alguno de estos abogados manifieste contrición por una decisión tomada, lo que parece una característica común entre los hombres de leyes.
Hay, desde luego, coincidencias: la gran mayoría reconoce que un abogado debe ser un buen comunicador, aunque como puntualiza el doctor Eloy Espinosa-Saldaña –uno de los protagonistas de este libro– no basta ser “dicharachero” para gozar de notables incursiones en los juzgados: “No obstante ser un orador impresionante, si el discurso es solo forma y no tiene contenido, no sirve”, sentencia el magistrado del Tribunal Constitucional. Otra concordancia muy extendida entre los entrevistados es señalar el positivismo como el problema principal del Derecho en el Perú; es decir, el sobreponer el legalismo burocrático sobre la necesidad de impartir justicia.
Los autores sostienen en el prólogo que este título está destinado a los estudiantes de abogacía, y es verdad que mucho del conocimiento y de la experiencia que contiene no lo encontrarán en los códigos ni en los tratados. Estamos ante una pequeña sorpresa que hace de la profesión jurídica algo cercano y hasta entrañable.
De Eduardo Abusada y Luis Fernando Castellanos.
Plectro Editores, 2022. 326 pp.
Relación con los autores: ninguna.
Valoración: 3.5 estrellas de 5 posibles.
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