Una antología fundamental de textos navideños de escritores locales la ofrece un opúsculo perdido en bibliotecas académicas: “Navidad en la literatura peruana” (1948), de Alberto Tauro del Pino, escritor y bibliotecario chalaco especializado en bibliografías. En su prólogo, el investigador afirma que, si bien la Navidad ha producido ficciones cercanas a la vida familiar o a la evocación tradicional, es pobre en ejemplos de exégesis doctrinaria: “Diríase que los escritores místicos no descubrieron motivos propicios al tono mayor, en los nimios pasajes y la eglógica sencillez que se atribuyen al nacimiento de Jesús”, escribe. Para el estudioso, autores de la colonia como el cusqueño Juan de Espinoza Medrano, se inspiraron más en el drama de la pasión y la muerte de Jesús, que en su pastoril nacimiento.
Como texto navideño iniciático, Tauro apunta al auto sacramental “Coloquio a la Natividad del señor”, compuesto en Lima por la religiosa Josefa Francisca de Azaña y Llano (Abancay, 1696 – Cajamarca, 1748), llamada Sor Juana María entre las monjas capuchinas, quien escribe: “La voz de la admiración resuene por todo el orbe, pues al tomar carne el Verbo se unen mil contradicciones. Toda deidad se humilla, y un Niño se ve, más que hombre; y su Madre, aunque es casada, goza de Virgen honores”.
Tras un largo salto temporal, Tauro encuentra nuevos testimonios en la generación de escritores románticos de la segunda mitad del siglo XIX, como José Antonio de Lavalle, José Gálvez, Ricardo Palma o Mariano José Sanz, poeta de marcada inspiración mística y melancólica sensibilidad. “Individualistas y amantes del pueblo, los románticos miran el cristianismo como la religión del hombre y del pueblo, y así la sorprenden en la presagiosa aparición de su fundador y en las palabras de su mensaje. Orientan su preferencia hacia la navidad, porque les parece más vital y afirmativa que la pasión, más alentadora y luminosa que el silencioso sometimiento a la crueldad”, afirma el antologador.
Luego, una generación más cosmopolita de autores ofrecería una mirada más moderna a los modos de celebrar la pascua. Y entre ellos, es Abraham Valdelomar quien nos dejó, con su ensayo epistolar “Carta Pascual” o su poema “El hermano ausente en la cena de Pascua”, ambos publicados en 1916, los textos más conmovedores. Además del nostálgico recuento y ficciones familiares, con ese mismo espíritu de modernidad, escritores locales divulgan las tradiciones pascuales de las metrópolis europeas más influyentes, como París o Londres. Así, el periodista, crítico y empresario de cine don Federico Larrañaga, abunda sobre el “padre Noel”, viejo bondadoso nacido entre un bosque de pinos nevados de la colina de Montmartre, y la escritora y periodista Alaida Elguera visita a la aldea de Santa Claus en el ártico para tomarle declaraciones: “Todos los regalos caben en mi costal mágico, y en mi trineo de 12 venaditos doy la vuelta al mundo en una noche. Pues como en algunos sitios es de día, mientras en otros está oscuro, tengo tiempo demás”. Asimismo, quizás influenciada por “El Cascanueces” de E. T. A. Hoffmann, Angélica Palma, la célebre hija del tradicionalista, escribe en 1930 “La suerte de los juguetes”, relato para niños en el que, desde su vitrina, mercadería de juguetería imagina la suerte que tendrán en las infantiles manos de sus futuros dueños.
1. César Vallejo. “Nochebuena" (fragmento, 1919)
Espero que ría la luz de tu vuelta;
y en la epifanía de tu forma esbelta
cantará la fiesta en oro mayor.
Balarán mis versos en tu predio entonces,
canturreando en todos sus místicos bronces
que ha nacido el niño-Jesús de tu amor.
2. Ricardo Palma. “Diciembre en la antigua Lima” de “Tradiciones Peruanas” (1872)
“Desde las cinco de la tarde del 24 de diciembre, los cuatro lados de la Plaza Mayor ostentaban mesitas, en las que se vendían flores, dulces, conservas, juguetes, pastas, licores, y cuanto de apetitoso y manducable plugó a Dios crear. A las doce solo el populacho quedaba en la plaza multiplicando las libaciones”.
3. Angélica Palma. “La suerte de los juguetes” (1930)
“No sois sólo vosotros, los chiquillos, los que en vísperas de Pascua andáis alborotados (…). También son esos días de gran inquietud para los juguetes que, alineados sobre el mostrador o encerrados entre los vidrios del escaparate, aguardan, quietos e indiferentes al parecer, a que se cumpla su destino …”
4. José Watanabe. “La natividad” (Fragmento, 2002)
Tu madre,
muchacha todavía sorprendida
por Ti, no cantó
una canción de cuna. Mirándote
solo murmuró inacabablemente:
es espantoso esperar de Él
lo que esperan.
La crítica social
Una clara influencia del “Cuento de Navidad” de Dickens se manifiesta en el notable cuento homónimo del escritor modernista Enrique A. Carrillo, quien relata el pesar de un empresario provinciano que se ve obligado a permanecer en Lima enfrentando las deudas generadas por un negocio fracasado, alejado de su familia en la Nochebuena. Acosado por los prestamistas, desocupado su departamento del hotel Bolívar para mudarse a un albergue modesto y oscuro, su triste protagonista intenta escapar a la algarabía de las fiestas en la cruel capital. Lejos de toda melancolía, en su divertido relato “La noche de Navidad”, Leonidas Yerovi desarrolla en verso el ansioso diálogo del joven que corteja a una avispada vecina, acongojada por el niño Jesús que dejó caer del nacimiento. Pura picardía en la que el escritor nos sugiere los escarceos que sugiere toda festividad, religiosa o pagana. “Si me invita a usted asiento al volver, tierna y amante, lo que es para el año entrante la ofrezco a usté un nacimiento”, promete el amante desairado.
En el recuento de Alberto Tauro no podría faltar la pluma de José Carlos Mariátegui, quien en su ensayo “Divagaciones de la Navidad”, publicado a fines de 1925 de la revista “Mundial”, celebra la dimensión ritual de estas fiestas y contrapone el recogimiento familiar e íntimo que el ideólogo advirtió en Europa y Estados Unidos, al bullicio callejero de la clásica nochebuena limeña.
Otros ejemplos de ficciones navideñas resultarían perturbadores para la sensibilidad actual. Para el investigador Marcel Velásquez, un cuento que revela el carácter siniestro de nuestra modernidad es “El rey Herodes” relato poco conocido de Lastenia Larriva de Llona. “El cuento narra un deseo de una niña limeña de la elite que rechaza las muñecas porque se ha encaprichado con tener un niño indígena como juguete parlante”, explica. Así, el relato revela las relaciones serviles en todo su horror y esplendor: “Pero dime, Lolita, hija mía, ¿para qué quieres un serranito feo, como ha de ser el que te envíe tu padrino? ¿No tienes ahí tantas señoritas y niñas preciosas y elegantes?, le preguntó Dolores señalándole las muñecas. “Yo quiero el cholito porque es de carne y está vivo: un serranito así como el que tiene mi prima Rosita, que hace todo lo que ella quiere”, escribe la autora en este texto, publicado en 1919 como parte de su libro “Cuentos”, primer libro de relatos en el sentido moderno escrito por una escritora peruana, como advierte el escritor José Donayre Hoefken. Al final de la historia, una fábula moral y el arrepentimiento de la niña busca poner las cosas en orden, al revelarse la violencia y el desarraigo que implicaban tener un “cholito” como regalo. Acorde a la visión de la época, el conflicto se resuelve al invitar a la madre y la hermana del niño indígena a vivir en la acomodada casa limeña, y participar de la modernidad capitalina.
En el cuento “La Pascualina”, parte del libro “Taita Cristo” (1964), Eleodoro Vargas Vicuña aborda las vicisitudes de la vida rural y el deseo de los jóvenes por abandonar la chacra, buscando oportunidades en los poblados. Su relato muestra las diferencias en las formas de vivir la Navidad entre ambos mundos, sugeridas en la angustia de dos niñas y una inocente muñeca que terminaría generando una tragedia. “Ni Papá Noel ni Papa Dios se acuerdan de los pobres”, afirma el narrador.
5. Fernando Ampuero. “Bicho Raro” (1996)
“Ese turno de la noche navideña era toda una experiencia: llovían los heridos (…) y los galenos tenían que batirse como fieras (…). En forma simultánea, se presentaron dos casos de suicidio frustrados (…) un policía abaleado y un corpulento Papá Noel salvajemente atacado a cuchilladas por una banda de pirañitas”.
6. José Carlos Mariátegui. “Divagaciones de la Navidad” (1925)
“La clásica nochebuena limeña es bulliciosa y callejera (…). Nuestra posición geográfica es culpable de que tengamos una Navidad desprovista de su carácter tradicional. Una Navidad estival que no parece casi una Navidad. Algo de nieve y de frío en estos días de diciembre, harían de nosotros unos hombres un poco sentimentales”.
7. Martín Adán. “Navidad” (fragmento, 1927)
El rebaño del mar / bala a la gruta / del cielo, llena de ángeles.
Dios se encarna / en un niño que busca los juguetes /de tus manos.
Tus labios / dan el calor que niegan / la vaca y el asno.
Y en la penumbra, / tu cabellera mulle sus pajas / para Dios Niño.
8. Abraham Valdelomar. Carta Pascual (1916)
“Yo te amo y soy tu siervo, porque eres humilde y de humildes vienes. Por haber nacido en un establo, por ser hijo de un carpintero, porque tu padre ha sido el único sobre la Tierra que montó a burro y no fue ridículo. Tú no eres un Dios de poderosos y de reyes, cuya soberbia abatiste. Tú, señor, eres un Dios de humildes y dolientes”.
Entre ejemplos literarios más cercanos, encontramos la producción para niños del novelista Oscar Colchado Lucio, y autor del entrañable “Cholito”, quien vive una de sus aventuras días antes de Navidad. El niño ayuda a una mujer a buscar a su hijo, mientras que en la comunidad comienzan a ocurrir misteriosos ataques a los rebaños, lo que el pequeño protagonista logra resolver. Lo que no encuentra solución son las urgencias que se suceden en de los cuentos más celebrados de Fernando Ampuero, “Bicho raro”, que expone el caos vivido en la noche previa a la Navidad en la sala de Emergencias del Hospital Casimiro Ulloa. Entre las numerosas víctimas atendidas, los médicos salvan a un Papa Noel cosido a puñaladas por pirañas, suicidios frustrados, mujeres golpeadas, niños con quemaduras, policías abaleados, borrachos accidentados, pasajeros víctimas de combis asesinas, entre otros casos asistidos. En la ficción contemporánea, nos sugiere el autor, la Nochebuena más parece un campo de batalla sembrado de árboles de Navidad. “Pasada la infancia, ya se sabe, la Navidad tiende a ponernos tristes y hasta nostálgicos. Pero hoy nos pone iracundos, ya que a un paso de Belén y Jerusalén se amontonan los cadáveres de palestinos e israelitas. No son buenos tiempos por esos lares”, nos dice el escritor, pensando en el doloroso presente.
Podríamos sumar a la lista poemas de César Vallejo, de Sebastián Salazar Bondy, de Martín Adán, de Juan Parra del Riego, o de José Watanabe y, sin embargo, nos queda sabiendo a poco los ejemplos navideños en siglos de tradición literaria. Quizás podamos encontrar una respuesta en el punto de vista esencialmente secular de nuestra comunidad de autores, lo que explica su poco interés en cuestiones religiosas. El escritor y crítico José Carlos Yrigoyen imagina que, si nuestros autores no han aprovechado su talante celebratorio, quizás se deba a aquello que opinaba Ribeyro, que la felicidad no es un tema fructífero para quienes escriben. Y si tampoco han intentado mostrar a partir de ella la desigualdad y la injustica en el país, puede deberse al temor a caer en el facilismo miserabilista. Quien sabe. Si buscamos respuestas subjetivas, podríamos darle la razón a Mariátegui cuando escribía: “Algo de nieve y algo de frío en estos días de diciembre harían de nosotros unos hombres un poco más sentimentales”.
TAGS
TE PUEDE INTERESAR
- ¿Quién es Papá Noel y cuál es el origen de este personaje histórico de la Navidad?
- ¿Por qué en estos países no celebran la Navidad?
- TARJETAS para Navidad 2023: Saludos para compartir por WhatsApp este lunes 25 de diciembre
- Los 5 bebés nacidos en Navidad en la bodega de un buque estadounidense durante la Guerra de Corea
- Navidad: ¿por qué deberías dejar de contar las calorías de tu panetón?