La investigadora y editora alemana, Michi Strausfeld, reveló que el Perú fue su punto de partida en la literatura. (Foto: Hartwig Klappert)
La investigadora y editora alemana, Michi Strausfeld, reveló que el Perú fue su punto de partida en la literatura. (Foto: Hartwig Klappert)
Katherine Subirana Abanto

“Todo empezó en el Perú”, dice Michi Strausfeld (Alemania, 1945), investigadora y editora alemana, responsable de que las más grandes letras latinoamericanas fueran traducidas y llegaran al viejo continente. Pero el Perú fue su punto de partida por una razón ajena a la: “vi un documental sobre Machu Picchu y decidí que tenía que viajar a conocer ese lugar maravilloso. Logré viajar en 1967, el año que se publicó Cien años de soledad; y, una vez en Perú, empecé a leerlo con la ayuda de un diccionario, pues mi castellano era malísimo. Entonces yo no sabía nada de América Latina, y el Perú y Cien años de soledad fueron mi primer y mejor contacto con ella”.

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Tras su participación en el Hay Festival Digital Arequipa 2021, que culminó el domingo último, Strausfeld habló con El Comercio sobre la literatura latinoamericana y el llamado Boom. Aquí los detalles.

¿Cómo evolucionó su relación con la literatura latinoamericana a partir de la lectura de Cien años de soledad?

Seguí los consejos que me dieron y leí a Vargas Llosa, a Borges, a Vallejo, a Neruda...y eso para mí era nuevo porque en Colonia no había nada de literatura latinoamericana. Como autodidacta empecé a meterme en este terreno, y quedé encantada. Para el doctorado, con otra beca, viajé a Colombia para estudiar el trabajo de Gabriel García Márquez, a quien había conocido en Barcelona, y que me dijo que su libro no era real maravilloso, sino real. Entonces viajé, empecé a leer, a investigar y así formé mi canon de literatura. Tuve suerte de entrar a trabajar en una editorial: Suhrkamp, y empecé a publicar a algunos autores, que luego fueron muchos. La Feria del Libro de Frankfurt de 1976 se dedicó a América Latina y eso le dio empuje a mi trabajo. Conocí a los escritores y establecí buenas relaciones con varios de ellos.

¿Y cómo está esa relación ahora?

Ya no estoy activa, trabajé como editora por 40 años y por eso me dediqué a escribir este libro de Mariposas amarillas y los señores dictadores, porque me di cuenta que los autores latinoamericanos no solo han escrito literatura de primera, sino que con ella también facilitan conocimiento de sus países. Cuando se escribe un libro como este, cuya historia empieza con Colón y que explora el camino de Latinoamérica en las voces de sus autores, hay que investigar muchísimo. Ahora, a diferencia de cuando empecé mi trabajo, hay muchísima información al respecto. En Berlín tengo una biblioteca latinoamericana con un más de un millón de volúmenes. Y así, durante tres o cuatro años, investigué y aprendí un montón, y ciertas cosas que antes no había tenido tan claras, se volvieron diáfanas.

¿Cosas como cuáles?

La historia de América Latina, porque esta no se enseña en Europa, salvo en España mínimamente. Entendí cómo fue la época prehispánica, la época colonial, las independencias y el siglo XIX; y el siglo XX y sus dictaduras.

Usted empezó estudiando el llamado Boom, un movimiento al que ahora se le reclama cómo invisibilizó a las mujeres, ¿cómo vio en su momento esta omisión?

Siempre tuve claro que el Boom ignoró a las mujeres. Yo publiqué a Elena Garro y a Rosario Castellanos, pero tengo claro que todo cambió con la publicación de La casa de los espíritus, de Isabel Allende. A partir de ahí las editoriales empezaron a dejar entrar a las mujeres

¿Cómo encontró a Elena Garro y Rosario Castellanos?

Leyendo y buscando. Estar en México fue particularmente interesante. Publiqué a Garro y Castellanos, aunque no las conocí, pero publiqué, conocí y admiro a Elena Poniatowska, a Laura Esquivel, a Ángeles Mastreta.

¿Cómo ve la literatura latinoamericana actualmente?

Los últimos diez años ha surgido una pléyade de escritoras maravillosas, voces jóvenes en Argentina, Ecuador, Bolivia, México. En todas partes surgen nombres de mujeres, y eso es interesante, porque por fin las cosas son más justas, Las mujeres escriben sus temas, por ejemplo, la violencia de género, ningún hombre podría escribirlo tan directamente como una mujer, así que yo creo que la literatura latinoamericana está pasando otro buen momento. Tal vez no es tan mediático como lo fue el Boom, pero lo mediático entonces vino porque en ese momento era todo nuevo. Después de la revolución cubana, la muerte del Che, el premio nobel para Miguel Ángel Asturias, fue también un momento de dictaduras militares. Entonces, hubo un interés mediático por el continente no solo por lo literario, sino también por lo político. Latinoamérica fue subsumida en parte por la palabra Boom, pero también se incorporaron a escritores como Augusto Roa Bastos o José María Arguedas. La década de los sesenta salió Rayuela o Cien años de soledad, novelas estelares para cualquier cultura, tanto como lo fue El tambor de hojalata en Alemania o las obras de Faulkner o Hemingway para Estados Unidos. Fueron momentos muy especiales.

Parece que hubiera un vacío entre el Boom y el siglo XXI, ¿no?

Los últimos 20 años se ha perdido interés en América Latina. Es que se suponía que el continente iba para arriba, habían terminado las dictaduras militares en el Sur, no en el centro, pero en otros países había como esperanza y había un aumento en el bienestar por los precios de las materias primas. Pero luego esa sensación de bienestar desapareció. En la literatura, tras la muerte de Bolaño, faltaron figuras que llevaran este tren. Entonces, cuando se hablaba de América Latina, se decía “realismo mágico, eso ya lo conocemos”. Entonces, mediáticamente, el interés decayó, tanto en lo político como en lo literario. Hay que volver a llevar el continente al debate y estrechar lazos a ambos lados del océano para que vuelva a surgir una conversación,

¿Hay esfuerzos desde Europa para acercarse otra vez al continente?

En las universidades se está haciendo bastante, es un esfuerzo entre muchos y tiene que venir de ambos lados. Se pueden estrechar los lazos a través de conferencias de zoom para debatir temas candentes a ambos lados del océano. Hay que volver a construir el puente.

¿Cree que la literatura de América Latina ha influido de alguna forma en Europa?

Yo diría que, por ejemplo, algunos escritores jóvenes en Alemania han leído bien a los autores de América Latina y dicen que han sido influenciados por su literatura, pero todo esto es un terreno movedizo, no se puede decir “ahí está la influencia”, “ahí está tal cosa”, pues cada escritor ha tomado lo que le interesa. Pero sí, la literatura de América Latina ha influido en Europa porque al momento del Boom triunfaba la nueva novela francesa y se discutía entonces el fin de la literatura, entonces llegaron los latinoamericanos y lo revolucionaron todo.

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