Muy pocas ficciones resultan tan imprescindibles para entender la circunstancia de ser peruanos y nuestras aspiraciones y frustraciones nacionales como “Conversación en La Catedral”, la tercera novela de Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936). Solo se puede decir lo mismo y en tal dimensión de “La ciudad y los perros”, “La violencia del tiempo” de Miguel Gutiérrez o “Los ríos profundos” y “El zorro de arriba y el zorro de abajo” de José María Arguedas. El propio Vargas Llosa ha afirmado que ningún otro de sus libros le ha costado tanto trabajo y que, si debiera salvar del fuego una sola de sus novelas, elegiría esta. Quizá en “La guerra del fin del mundo” (1981) se acercó a un nivel de complejidad técnica semejante, a concretar las metas que su descomunal ambición de forjar la novela total exigía y a entregarnos tantos personajes memorables, redondos y arquetípicos a la altura del atormentado Santiago Zavala, del patético Ambrosio Pardo o de Cayo Bermúdez, esa brutal encarnación de lo sucio y retorcido.
En diciembre del 2019, se cumplieron cincuenta años de la publicación de “Conversación en La Catedral” y Alfaguara conmemoró este aniversario con una bellísima edición especial que no solo conserva en su portada la ya icónica foto bohemia de Cèsar Malet, sino que incluye dos nuevos y valiosos paratextos: una notita del autor en la que recuerda que el libro no tuvo en un comienzo la fulminante repercusión lograda por sus novelas precedentes, al ser considerado “largo y difícil”, pero que poco a poco se convirtió en uno de sus títulos predilectos por los lectores hasta obtener la consagración absoluta. La otra novedad es una excelente, rigurosa y fascinante investigación de Carlos Aguirre, “La novela del guardaespaldas”, que detalla el proceso de gestación y escritura de “Conversación...” a través de un collage de cartas que Vargas Llosa envió y recibió en medio de esas interminables y extenuantes jornadas de trabajo, que alguna vez llegó a comparar con las de un minero de La Oroya.
Es imposible no conmoverse mientras leemos las misivas donde el joven novelista relata las penurias, desfallecimientos, epifanías y sufridas conquistas que padecía y gozaba en esas largas horas frente a la impasible máquina de escribir. Las marchas y contramarchas del proyecto y el sobrehumano sacrificio físico y mental de Vargas Llosa en pos de la consecución de su obra magna quedan registrados en contundentes párrafos pergeñados entre la agonía y el éxtasis: “Oquendo, qué maravillosa cosa es escribir novelas, qué exaltante y qué gloriosa cosa es levantarse de la mesa vomitando nicotina después de escribir toda la tarde. Uno se siente como Sansón después de echar abajo las columnas del templo” (p. 754).
A medio siglo de aparecida esta novela monumental y fundamental, es ineludible preguntarse por la vigencia de un libro cuya pregunta central es cómo y cuándo “se jodió el Perú”, justamente cuando su autor hace no mucho aseguró que nuestro país está “desjodiéndose” en varios aspectos. Las respuestas a esta interrogante pueden ser diversas, pero es difícil negar que el malestar que concibió a los protagonistas y episodios de “Conversación en La Catedral” prosigue entre nosotros. Las sombras –latentes o sempiternas– de la dictadura y la represión política, del anhelo de un providencial hombre fuerte y de las profundas injusticias sociales todavía campean en nuestra realidad, y hasta que esas tinieblas no se diluyan por completo, los futuros peruanos seguirán reconociéndose en estas páginas, en su omnímoda violencia, en su duda perpetua, en esa frustración ubicua de la que aún no hemos aprendido a sacudirnos del todo.
DATOS
Puntaje: 5/5
Autor: Mario Vargas Llosa.
Editorial: Alfaguara.
Año: 2019.
Páginas: 778.
Relación con el autor: conocidos.