El último relato del libro se titula “El fin de la historia” e imagina una peculiar revolución en el mundo: una en la que los seres humanos acuerdan una desconexión general, un abandono de Internet y su tiranía. Y el experimento ‘offline’ funciona, pero dura poco. En unos cuantos meses, la sociedad vuelve a ceder a la comodidad de la conexión, a las pantallas que lo absorben todo, al algoritmo que los controla. Es, en realidad, el relato de una revolución fracasada.
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Así es el tono de general de “De nada sirve que prendas la luz”, conjunto de 16 relatos cortos de Rodrigo Salazar Zimmermann (Lima, 1987), que pueden lucir como una distopía, pero si se los mira bien están más cerca de nuestra realidad. “Es evidente que vivimos una distopía –afirma él–. Lo que hace a las distopías tan perturbadoras y a la vez atractivas y cómodas es que sabemos que a eso vamos, pero nos tranquiliza saber que nunca lo llegaremos a experimentar. Como la tecnología digital de hoy es inmediata, hemos terminado viviendo el peor escenario de la distopía antigua: ser dominados por robots”.
Y es en ese sentido que se justifica el título, sobre la inutilidad de encender la luz en este mundo que es un cuarto bien oscuro. “Si quieres préndela, pero ya es muy tarde”, advierte Salazar.
LA TRAICIÓN DE LAS MÁQUINAS
“Los cuentos de ‘De nada sirve que prendas la luz’ están influenciados principalmente por la filosofía –afirma el periodista y narrador–. Yo me considero un determinista tecnológico: creo que los grandes cambios de la historia de la humanidad se han dado como consecuencia de la tecnología. En ese sentido, han sido fundamentales en mí Byung-Chul Han, Zygmunt Bauman y Lewis Mumford, que en los años treinta del siglo pasado escribió el tratado más aterrador, y acertado, de la tecnología”.
Lo que señala es perfectamente coherente con los universos mostrados en su libro, en los que muchos personajes lucen como autómatas sumidos en la rutina del trabajo, en el tedio familiar, o en el simple agobio personal. En un relato, por ejemplo, un hombre decide adentrarse en el mar sin vuelta atrás; en otro, presenciamos cómo otro se hunde en los abismos de la locura; y en “NN”, el último sujeto sin redes sociales ni presencia alguna en la red es considerado un potencial terrorista: un absurdo kafkiano del siglo XXI.
“Los personajes del libro son una consecuencia de la situación que viven. La depresión, la ansiedad y la soledad no son males individuales. O pueden serlo, pero hoy en día son exacerbados por la tecnología digital. Somos una sociedad cansada, agobiada, deprimida, irritada en gran medida por la digitalización”, complementa el autor. Y aunque el pesimismo pueda ser rebatido, la sensación que deja la lectura de este libro es tan contagiosa como desoladora. Allí está su mérito.
"DE NADA SIRVE QUE PRENDAS LA LUZ
Autor: Rodrigo Salazar Zimmermann
Editorial: Colmillo Blanco
Páginas: 118
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