El 20 de octubre de 1990, Roberto Miró Quesada falleció por complicaciones relacionadas con el sida. Dejaba un valioso doble legado. Como activista, fue uno de los fundadores del Movimiento Homosexual de Lima, organización pionera en la batalla por los derechos de los gays en Sudamérica. Como intelectual, ofrendó un corpus disperso pero vasto, que recaló en temas disímiles -la musicología, el racismo, la cultura popular- amparado en sus convicciones marxistas y que debe contarse entre los más notables aportes del pensamiento de izquierda durante la segunda mitad del siglo pasado en nuestro país. Distintas razones han ocasionado que su obra y figura cayeran en un relativo olvido: su temprana desaparición -ocurrida a los cuarenta y siete años- no le permitió materializar un libro orgánico con el que ser identificado; de otro lado, la imposición del neoliberalismo por la autocracia fujimorista puso en offside muchos de sus planteamientos.
Por eso “Lo popular viene del futuro”, la recopilación de artículos y ensayos de Miró Quesada editada por Mijail Mitrovic es tan importante. Por primera vez tenemos la oportunidad de enfrascarnos de modo plenario en el amplio, hondo y multifacético proyecto de un intelectual que inauguró nuevas perspectivas ante viejos problemas que aquejaban y siguen aquejando al Perú (lo que otorga a estos textos una innegable actualidad). Así podemos reencontrarnos con trabajos brillantes como “Los funerales de Atahualpa”, que despliega una lúcida y provocadora lectura del referido óleo de Luis Montero, o descubrir sus refutaciones a la visión liberal de la cultura apuntalada por Vargas Llosa, donde se trasluce una formidable vena polemista enriquecida por su erudición apabullante.
Aunque Miró Quesada fue un intelectual comprometido, supo evitar el dogma que tanto daño produjo en la izquierda partidarizada de su tiempo (con la que colaboró como director de la comisión de cultura de Izquierda Unida). Ejemplo de ello es que, a contrapelo de lo sostenido por comunistas y mariateguistas, él consideraba que el indigenismo era “una posición reaccionaria” y creía que, si bien lo andino significaba un elemento fundamental de nuestra cultura, no era el único vector que la constituía. Esta posición fue incomprendida en su momento y lo envolvió en duros debates, como el que protagonizó con el musicólogo Américo Valencia, muy bien contextualizado y explicado en este volumen por Luis Alvarado.
La necesidad de afianzar una cultura popular propiamente dicha fue uno de los caballitos de batalla de Miró Quesada. En el artículo “¿Aún estamos en la década del 70?” expone su tesis de que sin un movimiento popular sólido y dinámico es imposible una adecuada configuración y evolución del arte popular. Le preocupaba que aquel movimiento, luego de experimentar un auge durante los sesenta y setenta, se hubiera pasmado en los ochenta, al ser desarticulado por el segundo belaundismo (pasmo que se profundizaría posteriormente). ¿Se habría desalentado Roberto Miró Quesada de haber vivido los acontecimientos que han signado nuestra historia y cultura nacionales en estos últimos treinta años? No hay cómo saberlo, pero estoy seguro de que aun desde el pesimismo habría persistido en la defensa de sus ideas, de ese proyecto ambicioso cuyo fin era librarnos de la injusticia sistémica que nos sigue asediando sin tregua.
Autor: Roberto Miró Quesada.
La Siniestra, 2022. 488 pp.
Valoración: 4 estrellas de 5 posibles.
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