Un golpe para el turismo. El pasado 15 de febrero el flamante crucero MSC Magnífica llegó a nuestras costas con cerca de tres mil pasajeros deseosos de vivir experiencias turísticas en tierra peruana. A bordo se encontraba el reconocido chef James Berckemeyer, quien un día antes los había deleitado con un menú especial con ingredientes tradicionales peruanos para incentivar los ánimos de la llegada.
La espera fue en vano: la convulsión social en Lima y el resto del país se presentó como un riesgo para la integridad de los tripulantes, por lo que la excursión externa fue cancelada, y el barco únicamente paró sobre las costas peruanas para recargar combustible. “Definitivamente es una pena que estas personas no hayan podido tener la oportunidad de conocer nuestro país por la situación política y la magnitud del problema. Al final de cuentas, es gente dejando de invertir en turismo y negocios locales que dejan de ganar”, comenta Berckemeyer lamentando el impase.
Lo que sería un destino de cultura y diversión se convirtió en cinco días de espera en altamar, mientras veían al distrito chalaco a lo lejos. Al otro lado del puerto, restaurantes y otros negocios perdieron las reservaciones que habían realizado con anticipación los viajeros; aunque la situación ya no es una novedad a estas alturas.
“La situación política está afectando al rubro gastronómico. Se olvidan de que hay restaurantes que tienen como clientes a turistas en su mayoría, ellos se han visto muy afectados. De hecho, he tenido cancelaciones y reconfirmaciones de personas que está inseguras de venir al Perú por los últimos acontecimientos. Esto no se ha solucionado, va a continuar sucediendo cinco o seis meses más hasta que tenga nuevamente confianza en nuestro país”, sostiene Berckemeyer.
Mesa con sabor nacional
Quizá la única percepción positiva que pudieron llevarse sobre nuestro país fue el menú preparado por el cocinero peruano y su equipo a bordo [conformado por Daniel Sologuren, Andrea Suarez, Jimena Castillo y Maycol Guevara]. Él incluyó un atún fresco con vinagreta de ají amarillo, chalaquita y quinua roja pop; carrillera de ternera con un salsa norteña acholada y ají de pallares; y suspiro de lúcuma con merengue de café y cacao al 70%. “Finalmente hemos comido algo totalmente distinto después de meses, tenía un sabor de tres estrellas [Michelin]”, fue uno de los comentarios más inspiradores acerca de su cocina que recuerda el peruano.
“Estaban muy contentos. Me aplaudieron y se mostraron agradecidos, aunque tristes por la cancelación. Me pidieron que hable con el capitán, pero no pude hacer nada. Es penoso estar tan cerca y a la vez tan lejos de un país. Ellos no pudieron ni siquiera conocer el puerto”, concluye el chef. A pesar de los inconvenientes, muchos turistas están dispuestos a regresar. He ahí el encanto de la comida peruana: siempre provoca repetir. Ojalá que la próxima sea sobre tierra firme.