Cada árbol, fruto y liana curativa tiene un guardián, un ser que vigila y enseña sus propiedades y poderes a los seres humanos. Alguien que nos puede hacer el bien o el mal, pero al que debemos aprender a respetar. Estos dueños o ‘ibo’, en la concepción de los shipibo-konibo, son los personajes centrales de la obra de Lastenia Canayo García, una artista nacida en 1962, en la comunidad de Roroboya, en Bajo Ucayali, y que, desde pequeña, a partir de las enseñanzas de su abuela, aprendió a bordar, a tallar, a mezclar los tintes de las cortezas de los árboles y pintar. Como sus antepasados, ella también aprendió a soñar, a ver cómo esos dueños del bosque se materializaban durante la noche. Con los años, se dedicó a recrearlos en unas obras que tienen colores vivos y una gran belleza y fuerza espiritual.
“Antes los abuelos eran muy fuertes —dice ella por el teléfono—, más que los muchachos, y cuando estaba trabajando mi abuela me contaba muchas cosas de los guardianes de las plantas, de los bosques. Tú puedes soñar, puedes ver… cuando estuve un tiempo mal, yo me curaba así”.
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En la década del 2000, Lastenia Canayo participó con el historiador Pablo Macera en un proyecto en el Instituto de Historia Rural Andina, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y pudo publicar, con otros artistas amazónicos, una serie de libros con ilustraciones y relatos sobre estos seres míticos.
A la fecha, lleva pintados más de 400 ‘ibos’, pero, en los últimos meses no ha podido trabajar en su taller de Pucallpa debido a la crisis generada por la pandemia y, sobre todo, por problemas de salud. Lastenia estuvo afectada por el coronavirus y actualmente se recupera del dengue.
“El dueño del Corona Birus”
El año pasado, cuando la artista fue afectada por el coronavirus buscó tener algún sueño revelador. “Le dije a mi hijo, quiero ver cómo el virus entra a nuestra boca, a nuestra nariz, quiero soñar con eso”, cuenta. Después de esta experiencia, decidió pintar el cuadro que presenta ahora al proyecto De Voz a Voz Perú y que titula “El dueño del Corona Birus”, el cual mantiene la estética de sus obras anteriores, solo que este ‘ibo’ está rodeado por esos virus estrellados, a los que Lastenia Canayo ha agregado facciones antropomorfas.
En estos momentos difíciles por la pandemia, ella no ha podido realizar su trabajo en su taller de Pucallpa, ni exhibir ni vender sus obras con la regularidad de temporadas anteriores.
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“Antes venían en carro a mi taller —se lamenta—, me buscaban para que haga alguna obra, pero desde la pandemia no viene nadie. Ahorita no tengo nada, ningún ingreso, por eso estoy un poco mal. El año pasado casi nadie llegó a mi casa, ni me llamó. Antes, me llamaban por teléfono, ‘voy a ir a tu taller a visitarte’ decían, ahora nada. Cuando estuve mejor, iba a buscar a los amigos para que compraran algunas obras, ahora no puedo salir, solo algunos que saben me ayudan. Acá no tengo a dónde vender, antes podía ir a Lima, a las ferias”.
Por eso, necesita ayuda. Aunque nunca dejará de pintar. ”Lo sigo haciendo, porque de repente alguien viene”, añade, con la esperanza de que pronto vendrán tiempos mejores.
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