La industria del manga, la historieta japonesa, ha cambiado en los últimos años, pero también ha cambiado al lector internacional. Hoy por hoy, en Estados Unidos, ya vende más que el cómic, que tiene como baluarte a las historias de superhéroes, que si bien son taquilleras en el cine, tienen problemas para llegar al lector. ¿Cómo se explica esta conquista de Japón sobre los mercados occidentales?
“Es una amalgama de varios factores: personajes atractivos, dinamismo a la hora de leer”, contó a El Comercio el catalán Marc Bernabé, traductor especializado en llevar los mangas al idioma español. “Cuando oímos la palabra manga la gente suele asociarla a acción y aventuras, pero el mundo del manga es inabarcable, porque puedes tener mangas de deportes como ‘Supercampeones’ o ‘Slam Dunk’, puedes tener mangas de cocineros y de gastronomía, mangas de la vida cotidiana, mangas de humor, de misterio”, añadió.
Bernabé, quien ha traducido mangas como “Naruto”, “Monster” y “Death Note”, visitó el Perú en marco de la Feria Internacional del Libro de Lima. Invitado por la Fundación Japón, brindó charlas sobre su profesión, así como del legado de Akira Toriyama, autor de “Dragon Ball”, fallecido hace unos meses. El también autor de bestsellers orientados al aprendizaje del japonés ha viajado por toda América Latina, difundiendo la cultura manga, que no solo se encuentra en los formatos impresos. Los últimos años las compañías japonesas han dirigido sus esfuerzos para que sus mangas lleguen a todo el mundo en dispositivos móviles. Ese es el caso de Shueisha, la editorial de populares obras como “Naruto”, “Bleach” y “Demon Slayer”, que cada semana publica gratis las obras de sus autores en la app Manga Plus.
Precisamente esta plataforma representa un reto para los traductores, quienes tienen que trabajar más rápido para que los fans puedan leer sus obras favoritas legalmente. “Esta inversión en páginas como Manga Plus me parece que es una buena vía también para evitar o minimizar los daños de la piratería, ya que si lo van a consumir igualmente de forma ilegal y gratuita, al menos que lo consuman en mi propio sitio y pueda yo utilizar esas lecturas para promocionar mis mangas y para darlos a conocer al mundo entero”, sostuvo.
Leer más manga significa consumir más el trabajo de los traductores, que son intermediarios entre un idioma y otro. Esta profesión también se ve confrontada por el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Bernabé menciona que esto tiene sus peligros, pero que se sustenta en la necesidad del lector de leer el próximo capítulo lo más pronto posible. “Creo que en un primer momento las grandes compañías del manga van a apostar por perfeccionar las herramientas de IA para acelerar este proceso y hacerlo casi inmediato. Es una respuesta éticamente muy debatible. Pero creo que el coleccionista, el fan verdadero del manga va a seguir queriendo tener buenas traducciones hechas por traductores humanos”, dijo, optimista.
Desde niño Bernabé estuvo encantado con la cultura japonesa. Con los caracteres que hacen las veces de letras y que para la persona no entrenada son ilegibles; para él, eran un mundo por descubrir y en eso tuvieron que ver las series animadas que llegaban a Cataluña, entre ellas “Dragon Ball”.
“A España llegó a principios de los 90. En Latinoamérica llegó un poco después, pero pegó muy fuerte. En España lo vivimos con mucha intensidad; tal vez en Latinoamérica incluso más, por lo que he visto en Argentina, en México, que tiene un estatus de culto”, comentó sobre la popularidad de la obra de Toriyama.
A continuación, la entrevista completa:
―Primero que nada es notable cómo la industria del manga se ha transformado en los últimos años. Se me viene a la mente Manga Plus, de Shueisha, que ofrece manga gratis. Esto sería impensable hace unos cinco años.
Sí. Pensemos que ahora mismo Japón está viviendo la mayor explosión de consumo de manga de toda su historia. Llegó a superar récords que llevaban vigentes muchos años, concretamente desde el año 95. Debido a la pandemia, mucha gente empezó a leer manga más que antes. Estoy hablando solo de Japón y lo que ocurrió allí es que casi todo el mundo lee en digital. Más de 70% de lo que se lee en Japón es en formato digital. Entonces esta inversión en páginas como Manga Plus, me parece que es una buena vía también para evitar o minimizar los daños de la piratería, ya que si lo van a consumir igualmente de forma ilegal y gratuita, al menos que lo consuman en mi propio sitio y pueda yo utilizar esas lecturas para promocionar mis mangas y para darlos a conocer al mundo entero.
―Y han lanzado en EE.UU. una campaña contra la piratería. Una campaña cara, con anuncio en el New York Times.
En El País de España salió publicada esa misma página.
Anuncio contra la piratería de manga publicado en el diario “The New York Times”. Una muestra del dinero que se mueve en esta industria.
―Y ahora puedo suponer que esto de lanzar mangas semanalmente en todo el mundo pone a los traductores en otra en otra posición. Allí, imagino, entra el terreno de la inmediatez versus la calidad.
Sí y también, claro, salió la semana pasada un vídeo de la televisión pública japonesa, la NHK, hablando de forma muy positiva sobre la IA aplicada a la traducción y a la rotulación, a transformar los textos japoneses a textos legibles en cualquier idioma. Entonces esto es un poco peligroso. El lector de manga quiere consumir rápidamente. Entonces los traductores tenemos que trabajar cada vez con menos margen e intentar mantener una calidad. Están obviamente buscando la manera de saltarse esto y esa respuesta está en la IA. Aunque ellos creen que la respuesta está ahí, yo tengo mis dudas como traductor.
―Entonces como que los hace sudar un poco esta posibilidad, de que el mismo Japón lo mencione.
Creo que en un primer momento las grandes compañías del manga van a apostar por perfeccionar las herramientas de IA para acelerar este proceso y hacerlo casi de inmediato. Es una respuesta éticamente muy debatible. Pero creo que el coleccionista, el fan verdadero del manga, va a seguir queriendo tener buenas traducciones hechas por traductores humanos. Y por lo tanto estas traducciones hechas con IA, al menos en los próximos cuatro o cinco años, van a ser hechas tal vez para el consumo inmediato, pero más adelante, ya cuando se licencien, van a seguir contratando a traductores humanos. Yo creo que es el escenario que se abre ahora mismo. Y eso es solo en las grandes empresas. Las pequeñas, sin ninguna duda, van a seguir apostando por el traductor humano.
―Noto en tu tono como si dijeras “ojalá”. Al final nunca uno nunca puede estar seguro.
Claro, es que la IA hace dos años nadie había imaginado lo que estaría haciendo ahora mismo. Entonces, ¿Qué va a estar haciendo dentro de dos años, no? Hasta qué punto la IA va a poder trasladar todos los matices, los juegos de palabras, el humor, las varias capas, las diferentes frases, la intencionalidad, etc. Hay tantos factores que veo difícil que una máquina pueda adaptar. Van a sonar todas las traducciones muy planas.
―Voy a seguir el hilo de lo que mencionas. El idioma japonés tiene complejidades que no hay en lenguajes que se basan en el alfabeto latino. ¿Qué necesita el traductor de esta lengua a diferencia de los especializados en otra?
Cada lengua tiene sus particularidades, su idiosincrasia. El japonés es una lengua más de las que hay en el mundo, pero tiene algunos factores que la hacen diferente a otras. Entonces el que traduce del japonés va a tener unas dificultades muy específicas que el que traduce del francés. El tema dialectal, por ejemplo. En todos los idiomas de dialectos. El japonés no deja de ser un idioma más con esta característica. Traducir dialecto por dialecto queda raro. ¿Qué haces, que hablen en mexicano? Entonces no tiene sentido que un personaje japonés hable en castellano con un dialecto mexicano, andaluz, peruano o lo que sea. Yo lo que busco al trasladar dialectos es que suene un poco diferente, pero que la solución no sea dialectal.
―Traducir siempre es adaptar. No hay traducción “perfecta”. Hay quienes hablan de que traducir es siempre un pequeño acto de traición. ¿Es válido entonces colocar modismos del mercado objetivo al traducir?
Sí, puede servir. Por lo que he visto, en español hay tres grandes mercados en los que se traduce manga: España, Argentina y México. Las escuelas de traducción de España y Argentina digamos que son adaptativas al nivel de que los personajes tienen que parecer españoles o argentinos. Entonces hablan con modismos propios de cada una de estas variantes regionales del español. En cambio, en México no conciben que los personajes hablen como si fueran mexicanos, ellos quieren el llamado español neutro. Entonces va a depender de lo que tolera el mercado. En España traducir con español neutro está mal visto porque se pierde la gracia. Aplanas, digamos, las frases que dicen los personajes. En cambio, si pones modismos los mexicanos se quejan. Ahí te dicta el mercado, te dicta el lector qué es lo que quiere y lo que está acostumbrado a leer. El traductor tampoco es libre de hacer lo que desee, se tiene que adaptar a lo que desea el lector.
― ¿Cómo puede saber un lector que está frente a una buena traducción de manga o una mala?
No hay forma de saber si es buena o mala traducción. Muchas veces cuando la gente se queja de una traducción y la tilda de mala, es porque no le gusta, no fluye o no termina de sonar natural. Quizás no es que sea una mala traducción, quizás que el original ya estaba hecho de una forma parecida. Por ejemplo yo traduje “Nausicaä del Valle del Viento” de Hayao Miyazaki y es un manga lleno de ambigüedades. Es decir, una de las dificultades que tiene el japonés es que es un idioma que no es muy claro, es bastante ambiguo. A veces es difícil saber si se está hablando de algo que tiene género masculino o femenino o incluso si es plural o singular.
"En México no conciben que los personajes hablen como si fueran mexicanos, ellos quieren el llamado español neutro. Entonces va a depender de lo que tolera el mercado. En España traducir con español neutro está mal visto porque se pierde la gracia."
― ¿Y esto es también para los japoneses?
Sí, porque ellos en su mente imaginan y cada lector puede, con la misma frase, entender varias interpretaciones diferentes. Entonces al trasladar al español yo creo que mi obligación como traductor es no dar mi interpretación de lo que dice Miyazaki, sino dar una frase igualmente ambigua, de forma que la persona que está leyendo aquello también pueda [hacerlo]. Dejar abiertas estas puertas que el propio autor ha dejado. Entonces muchas veces cuando se critica una traducción y se dice que es mala, se critica tal vez porque ortográficamente o gramaticalmente sí es mala. Pero no tiene por qué ser una mala traducción, puede estar trasladando bien lo que dicen los personajes. El lector no puede saber si es buena o mala la traducción si alguien que sabe japonés no lo valida.
―Traducir manga es una profesión poco común. Estuve leyendo sobre tu vida y entiendo que no hay un solo motivo que te haya llevado a esto, sino una suma de varios.
No sé por qué desde muy pequeño Japón siempre me llamó la atención. Siempre digo medio en broma que quizás en la vida anterior fui japonés. Siempre Japón me ha atraído mucho. Entonces ya cuando crecí un poco más y descubrí todos los animes que emitían por televisión... toda mi generación es la generación “Dragon Ball”. A mí me encantaba como a todos, pero en particular me llamaban la atención esas letras que salían por doquier [los kanjis, caracteres japoneses].
― Es difícil explicar a alguien que no vivió la fiebre de “Dragon Ball” lo que significó. Aquí en Perú lo vivimos recién en la segunda mitad de los años 90.
A España llegó a principios de los 90. En Latinoamérica llegó un poco después, pero pegó muy fuerte. En España lo vivimos con mucha intensidad; tal vez en Latinoamérica incluso más. Por lo que he visto en Argentina, en México, tiene un estatus de culto. En España también, pero no sé si tanto.
―Yo recuerdo que en mi colegio leyeron un panfleto religioso que acusaba a “Dragon Ball” de ser satánico.
En España también se quejaron, pero más bien por el tema de violencia y erotismo, que a veces hay alguna escena un poquito subida de tono. Gente muy conservadora puso el grito en el cielo, “cómo pueden estar mostrando esto a nuestros niños”.
―Leí una entrevista que dieron tu y Oriol Estrada [socio de Bernabé] juntos a Jot Down. Él menciona que “Dragon Ball” era una “droga”. Y creo que tiene razón.
Sí, estábamos todos enganchados a eso. Cada tarde pasaban un episodio y al día siguiente estábamos todos comentando qué había ocurrido. El otro día en una conferencia sobre sobre Toriyama vino una persona que dijo que en su pueblo se reunían todos en el bar para ver el episodio de “Dragon Ball”.
―De por sí que haya muerto el autor de “Dragon Ball” ya es una pérdida grande. Pero lo es más si consideramos su influencia. Los grandes mangas shonen [para adolescentes hombres] no existirían de no ser por Akira Toriyama.
Sí, exacto. Quien puso las bases del manga como industria fue Osamu Tezuka, el “Dios del Manga”, pero su impacto fue gigante solo dentro de las fronteras de Japón. Gracias a Tezuka se creó todo el ecosistema del manga tal y como se desarrolló a lo largo de los años. Y luego aparece esta generación en los años 80 con Rumiko Takahashi (”Ranma 1/2″), Mitsuru Adachi (”Bateadores”), Buronson (”El Puño de la Estrella del Norte”) y, sobre todo, “Akira” de Katsuhiro Otomo y “Dragon Ball”. “Akira” fue el primero que realmente abrió la puerta del manga al mundo. Y viene “Dragon Ball” y echa la puerta abajo de una patada.
―Me parece muy curiosa la figura de Tezuka. Era un genio narrativo, pero también un genio en velocidad. Hacía cosas muy rápido y siento que se le empezó a exigir a los demás que lo hagan a su nivel. Y las consecuencias las vemos hasta hoy.
Puso el listón muy alto en ese sentido [risas], se ha cobrado muchas penurias a lo largo de los años con otros mangakas. Exigió este ritmo de trabajo durante muchos años, que los mangakas asumieran cargas de trabajo pues realmente impensables para personas de fuera de Japón.
―Lo que haya hecho Japón, ha funcionado: El manga hoy vende más que el cómic, al menos en EE.UU. ¿Por qué crees que ha pasado esto?
Es una amalgama de varios factores: personajes atractivos, dinamismo a la hora de leer. Es entretenido y tienes manga de todo. Cuando oímos la palabra manga la gente suele asociarlo acción y aventuras, pero el mundo del manga es inabarcable, porque puedes tener mangas de deportes como “Supercampeones”, “Haikyuu” o “Slam Dunk”, puedes tener mangas de cocineros y de gastronomía, mangas de de la vida cotidiana, mangas de humor, de misterio, obviamente eróticos, yo que sé. Entonces cualquier persona puede encontrar un manga hecho a su medida. Yo creo que por eso atrae tanto. A nivel gráfico es atractivo para la gente más joven, pero una vez estás atrapado y cuando empiezan a hacerse repetitivos descubres que hay mangas para gente más adulta. Es un mundo gigantesco.