Cuatro. Los dados, la suerte, la incertidumbre… el destino. “Cuatro –dijo el Jaguar. / Los rostros se suavizaron […]: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava. Los dados estaban quietos, marcaban tres y uno”.
Así empieza “La ciudad y los perros”, la primera novela de Mario Vargas Llosa publicada en 1963, un clásico de la literatura que en el 2021 podremos leer de otra manera. Mejor dicho: leer y ver a la vez, porque ya está encaminada la adaptación al cómic, 180 páginas cargadas de literatura y grafismos.
El sinuoso y laberíntico guion ha corrido a cargo del español Hernán Migoya, un ducho en estas lides, quien hace poco más de un año y medio le propuso al mismísimo premio Nobel materializar en viñetas al Jaguar, el Poeta, el Esclavo y los otros cadetes de la escuela militar de Lima de los años 50.
“La primera opción siempre fue ‘La ciudad y los perros’, que no es la más perfecta pero sí la más simbólica de sus novelas. Y es especialmente interesante de adaptar al cómic por sus muchos puntos de vista”, comenta Migoya, en referencia a la que considera una modélica novela de iniciación, con niños a los que les toca fungir de adultos.
Cuenta sonriente que lo más rápido del proyecto fue el consentimiento de Vargas Llosa (“en dos días me dijo sí”), y que después vinieron las negociaciones entre la editorial y la agencia, en medio de las cuales fue clave el apoyo de Fiorella Battistini, la asistenta del afamado literato.
—Seis manos a la obra—
Hoy, en plena temporada de aislamiento social obligatorio, Hernán coordina a través de e-mails y mensajes con Joan Marín (en Sabadell, Valencia) y Manuel Gómez Burns (Arequipa), los dos artistas gráficos convocados para dibujar el cómic.
Marín se ocupará de todo lo que ocurre dentro del colegio militar, el mundo donde imperan la violencia, el machismo, los códigos de silencio, los temores. Mientras que Gómez Burns plasmará los sucesos en la ciudad, en esa Lima que representa la libertad y la paz, la huida de un infierno para esos estudiantes.
“La elección de dos dibujantes rompe las convenciones del realismo, escogí que fuera así para diferenciar ambos planos, esos mundos antagónicos. Me gustó el concepto de ‘Ese oscuro objeto del deseo’, la película de Luis Buñuel, donde usa dos actrices para un mismo personaje, y por eso tendremos dos artistas. Cada uno dibujará los personajes a su modo. Lo que le dará un plus conceptual y atractivo al cómic”, refiere Migoya.
Marín comparte este punto de vista: “Esta adaptación es uno de los mayores retos en mi carrera artística. Tengo la sensación de que no podemos hacer un relato al uso y quedarnos con lo que sabemos que puede funcionar. Ahora mismo estamos probando cosas nuevas”.
Gómez Burns añade: “Desde mi época de estudiante, he hecho dibujos basados en la estética que era popular a mitad del siglo pasado, tanto en la vestimenta como en la arquitectura. Cuando ilustraba para El Dominical, en ocasiones tenía que representar escenas de esa época, por lo que podría decir que he estado preparándome para este proyecto buena parte de mi vida”.
—La cruda violencia—
Migoya resalta que la historia contada en “La ciudad y los perros” alcanza cuotas de dureza altísimas, aunque muchos ya no las perciben porque, habiéndose convertido esta novela en un texto clásico, el tiempo y su peso literario han atenuado de alguna manera las aristas de aquello que perturbó o escandalizó en su época.
También le atrae mucho el papel de Teresa, que representa una especie de punto mágico para el Jaguar, el Poeta y el Esclavo. “Me encanta que todos giren alrededor de ella, que sirva como prisma para la trayectoria de los personajes varones”.
Migoya confiesa que está agotado. Que llegó un momento en que, además de leer, releer, subrayar, enlazar secuencias y sintetizar la novela, tuvo que adaptar un nuevo método para ordenar sus ideas: elaboró fichas en las cuales apuntó los sucesos trascendentales, con colores diferentes por personajes, y las plantó en el piso para clasificarlas.
Desmontar la estructura así le permitió definir un aspecto clave: el cómic será más sencillo de seguir que la novela, sin tantos saltos temporales, de escena y de narradores. “No va a ser una lectura lineal ni cronológica, pero facilitará la tarea al lector”, precisa.
—Una creación homérica—
La novela primigenia de Vargas Llosa ha alcanzado múltiples interpretaciones y dimensiones que se han enriquecido con los años. Y Migoya ha procurado rescatarlas para que todas asomen un poquito, y además ha añadido algún matiz. Y remarca: “el público lector de ‘La ciudad y los perros’ es su Homero, es casi ya una novela colectiva”.
A partir de ahí –afirma–, la gente tendrá todo el derecho a amar u odiar este cómic, cuando lo tenga en manos a mediados o fines del próximo año. Los dados han sido lanzados, pero el azar esta vez viene acompañado por sudor, alma, pasión y oficio.
Cuatro. Cuatro buenas razones para confiar.
Otras puestas en escena de la obra
“La ciudad y los perros”, publicada en 1963, fue llevada al cine en 1985 por Francisco Lombardi, con las actuaciones de Pablo Serra (Poeta), Juan Manuel Ochoa (Jaguar), Eduardo Adrianzén (Esclavo) y Gustavo Bueno (teniente Gamboa). Algunas de sus escenas y diálogos (“¿qué me mira, cadete?...”) se han convertido incluso en parte de nuestro bagaje popular.
Existe también un filme del chileno Sebastián Alarcón llamado “El Jaguar” que data de 1986, una versión con ciertas libertades con productores y actores rusos.
En el 2012, Edgar Saba dirigió una versión teatral con 19 actores en escena. Óscar Beltrán (Poeta), Sebastián Monterghirfo (Jaguar), André Silva (Esclavo) y el mismo Gustavo Bueno (General) tuvieron a su cargo los roles principales.
Mención aparte para los libros “El cadete Vargas Llosa. La historia oculta tras La ciudad y los perros”, de Sergio Vilela, y “La ciudad y los perros. Biografía de una novela”, del historiador Carlos Aguirre, que develan interioridades de la obra del Nobel.