“Mi tiempo es tuyo”, le dice a un hombre una cabina con una imagen interior que parece evocar a Jesucristo. “Masas para las masas. Nosotros somos las masas. Por el partido y por todos, masa somos”, dice el hombre encerrado allí, como si fuera una especie de oración o mantra, antes de contarle a la imagen, y a la voz que la acompaña, las recientes y sorpresivas irregularidades de una vida que debería seguir marcada por la rutina puntual y anodina.
LEE TAMBIÉN | Star Wars y Star Trek: así fue el único encuentro entre George Lucas y Gene Roddenberry
Algo se intuye desde ese momento. Algo va a cambiar definitivamente, aunque el hombre no sabe qué, ni cómo, ni cuándo. “Eres un verdadero creyente. Bendiciones del Estado. Bendiciones de las masas. Tú eres un sujeto de lo divino creado a imagen del hombre por las masas, para las masas”, le dice la voz sin rostro desde esa cabina que parece una suerte de confesionario directo con Jesús. “Demos gracias que tenemos una ocupación que desempeñar. Trabaja mucho. Aumenta la producción. Prevé accidentes. Y sé feliz”, se despide la voz mientras el hombre sale de la cabina, como si recomendara cuatro padrenuestros y tres avemarías.
Lo curioso es que, difícilmente, en aquel entorno, la felicidad podría siquiera ser conocida, disfrutada o reconocida como tal. Estamos en una distopía, un mundo de cemento con enormes paredes blancas, infinitas avenidas y edificios que podrían ser tranquilamente prisiones, con personas habitando una realidad en la que sus pasos son observados, en una vida constantemente monitoreada –emociones incluidas-, mientras pasan las horas dopados y trabajando como esclavos en funciones de control o fabricación de androides policías. Se siente la relevancia de la ingeniería o el manejo de delicada maquinaria tecnológica. Todos tienen la cabeza rapada y visten de blanco. Pocos son los sentimientos que se expresan.
Influenciado por filmes como “Metrópolis” (Fritz Lang, 1927), “Alphaville” (Jean-Luc Godard, 1965) o “2001, odisea del espacio” (Stanley Kubrick, 1967), o literatura como “1984″ de George Orwell, “Fahrenheit 451″ de Ray Bradbury, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley o “El mito de la caverna” de Platón, George Lucas debuta así en el cine con “THX 1138″. Adelanta en ella, además, algunos elementos que mostrará 6 años después en Star Wars: extraños personajes que aparecen mediante hologramas, con atuendos que recuerdan, alguno, a las túnicas de los Jedi; otro, a Darth Sidious. Aparece también un robot que se asemeja a lo que será C-3PO. Incluso, en un momento sin relación con la historia principal, se menciona el atropello de un wookiee. Pero Chewbacca aún no había nacido. Como una curiosidad adicional, la canción “99″ de Toto (1979) es un tributo a THX 1138. Además, el videoclip de “Calling All Girls” (1982) de Queen, está también inspirado en la película.
Nace un director
A diferencia de la saga que enfrenta a los Jedi y el Imperio, “THX 1138″ –estrenada en 1971- es una película con altas pretensiones artísticas y sin concesiones comerciales. Carece, además, de la perspectiva heroica de la saga y es una ácida crítica a la sociedad de consumo, aquella que también aprovechará años después Lucas, con nuevas trilogías y las millonarias ventas de un abundante merchandising.
La sociedad de “THX 1138″ está habitada por hombres y mujeres con las cabezas rapadas, que habitan un ambiente esterilizado y monótono en el que las acciones y los nombres de las personas se describen con códigos, las prisiones son amplios vacíos blancos, hay hologramas con hambre, fallas en un sistema aparentemente inquebrantable –y en quiénes lo hacen funcionar- y escapes sin destino previsible.
Aparte de las influencias para llevarla a cabo, la idea original de este filme vino de los comics que Lucas leía cuando estaba en el colegio, con personajes de inspiración futurista, como Buck Rogers. Tenía apenas 10 años, pero ya se movía inquieto un creador dentro de él. El mismo Lucas le hace esta confesión a Francis Ford Coppola en “Bald: The Making of ‘THX 1138′”, un pequeño documental de 8 minutos que juega a explicar algunos motivos o inspiración para realizar este filme, a la vez que se convierte en un relato cómico de cómo los actores vivieron el corte total de sus cabellos.
Los protagonistas fueron Robert Duvall y Donald Pleasance. El primero, novel aún, esperaría aún año y medio para consagrarse como el ‘Consiglieri’ de los Corleone. El segundo, un versátil actor británico de vasta experiencia, haría en 1978 el papel por el que sería más reconocido: el doctor Sam Loomis que se enfrenta a Michael Myers en Halloween. A inicios de los 70, Coppola y Lucas eran dos de los nombres más prometedores de lo que se llamó entonces el “Nuevo Hollywood”, junto a sus amigos y colegas Martin Scorsese, Steven Spielberg o Brian De Palma.
De hecho, Lucas ya había hecho un primer intento con la misma historia, el cortometraje de 15 minutos “Electronic Labyrinth: THX 1138 4EB”, con el que ganó el primer premio en el Festival Nacional de Cine Estudiantil de 1967, como lo recuerda Steven Spielberg en una entrevista. Poco después, Lucas obtuvo una beca y, con ello, la posibilidad de hacer una pasantía en Warner Bros. Esto lo llevó al set de Finian´s Rainbow, una película de fantasía protagonizada por el legendario Fred Astaire, que dirigía otro novato: Francis Ford Coppola. Sin embargo, Coppola era considerado una especie de “niño prodigio”, pues fue visto como el primer estudiante egresado de una Escuela de cine que tuvo éxito en Hollywood y comenzaba a hacerse una carrera. Lucas quería aprender de él. Pronto se hicieron grandes amigos.
El origen de todo
Estamos en 1968. El contexto en el que crecieron las carreras de ambos fue notorio: los sistemas anticuados de los grandes estudios habían llegado a su fin y, con ello, el panorama cinematográfico de Hollywood cambió drásticamente. La influencia de la contracultura durante los años 60 también hizo lo suyo. Mientras tanto, los genios de Godard, Truffaut o Fellini contagiaban al mundo de ideas nuevas desde Europa. Fue entonces que Coppola hizo un filme muy personal, The Rain People, y consiguió que Warner contratara a Lucas para hacer un documental de esa filmación.
“Creo que las películas de los estudiantes son la única esperanza real. Creo que poco a poco están comenzando a darse cuenta de que los estudiantes saben lo que están haciendo”, dijo Lucas por aquellos días. Mientras hacía aquel documental, trabajaba también el guion que se convertiría en THX 1138. La carrera del que sería uno de los hombres más influyentes del cine americano contemporáneo, había nacido.
Entonces, todo ocurrió, al menos mirándolo desde el futuro, de forma acelerada. En 1969 Dennis Hopper, Peter Fonda y Jack Nicholson estrenaron como producción independiente “Easy Rider” que, con un costo de solo 360 mil dólares, recaudó más de 60 millones en taquilla. Ya nunca nada volvió a ser igual.
Bajo el cobijo de American Zoetrope –la compañía fundada por Coppola y Lucas-, financiada por Warner pero con absoluto control creativo por parte de los directores, se lanzó “THX 1138″. Lucas contó un presupuesto de más de 700 mil dólares, absoluta libertad creativa y solo tenía 25 años. “Mi visión no era hacer una historia normal. Mi visión era algo que fuera abstracto”, confesó años después. Walter Murch, quien colaboró en el guion –y quien luego sería editor de sonido de la saga de “El Padrino”, y ganador de 3 Oscar, entre ellos uno por “Apocalypse Now-” dijo de THX: “Era un filme del futuro, no un filme sobre el futuro”.
A pesar de que Coppola estuvo feliz con el resultado, a los ejecutivos de Warner no les gustó para nada el filme y lo encontraron inaccesible para las grandes audiencias. Cancelaron el contrato con American Zoetrope y los 6 filmes que ya habían pactado, manipularon a gusto y sin criterio el filme de Lucas y la situación le costó a Coppola perder su emergente estatus y caer en bancarrota. Sin embargo, poco tiempo después, en marzo de 1972, iniciaría la filmación de cierta saga sobre la mafia italiana con la que se consagró como director. En su caso, sí, todos los caminos llevaron a Roma.
Lucas, tras esta decepción, empezó a concentrarse en la película que cambiaría el futuro de la ciencia ficción. Nunca sabremos si, con la decisión de Warner, el mundo perdió a un poeta de la imagen, o si ganó a uno de los reyes del cine de entretenimiento. Lo cierto es que, tras su siguiente película, “American Graffiti”, George Lucas nunca volvió a dirigir un filme distinto a la saga de Star Wars.
A pesar de que “THX 1138″ fue lanzada bajo American Zoetrope, es considerada por muchos como la primera película de LucasFilm. De hecho, Lucas tomó el nombre THX para crear, en 1983, una subsidiaria de LucasFilm dedicada específicamente a garantizar estándares para reproducción audiovisual de alta fidelidad para salas de cine o Home Cinemas, muy famosos hasta hoy.
De este modo, George Lucas, una vez más, se encargó de crear atmósferas capaces de hacernos viajar hacia galaxias muy, muy lejanas.
Películas de LucasFilm no vinculadas con la saga “Star Wars”
“American Graffiti” (George Lucas, 1973)
La primera producción de LucasFilm, propiamente dicha, es un viaje a la última noche del verano de 1962 para varios jóvenes cuyas vidas están a punto de cambiar. Las juergas, los coches, las chicas, las riñas o la música de una época fueron retratados con absoluta fidelidad. Legendaria es la pelea que tuvo Lucas para conseguir los derechos de todas las canciones, en una banda sonora que incluye a Bill Haley, Del Shannon, Buddy Holly, The Platters o The Beach Boys y que se quedó sin presupuesto para sumar algo de Elvis. Para muchos es la película juvenil por excelencia que retrata aquellos años de incipiente rock and roll y despreocupación. Además de Richard Dreyfuss y Ron Howard, aparece en el elenco un jovencísimo Harrison Ford, antes de intuir que su relación con Lucas lo convertiría en uno de los héroes definitivos del cine americano.
“Indiana Jones, la saga” (Steven Spielberg, 1981, 1984, 1989, 2008)
¿Qué más se puede agregar sobre el personaje definitivo del cine de acción y aventuras de Hollywood? Muchos asocian a George Lucas únicamente con Star Wars y olvidan que él también fue creador de Indiana Jones, el arqueólogo de las mil aventuras por todo el mundo. Tras su éxito como Han Solo, Harrison Ford se confirmó en la cima del estrellato con un personaje, se dice, inspirado en otro interpretado por Charlton Heston en los años 50, en un filme que protagonizaría al lado de nuestra Yma Súmac: El secreto de los incas (1954). Aquel Harry Steele con sombrero de paño, chaqueta de cuero marrón, pantalones beige y revólver a la mano, evoca inevitablemente al héroe del arca perdida.
“El Pato Howard” (Willard Huyck, 1986)
¿George Lucas produciendo una película sobre un personaje de Marvel? Sí, sucedió en los años 80. Pero, a diferencia de lo ocurrido con el universo actual de personajes, en aquel momento fue un sonoro fracaso y es considerada por los críticos, aún hoy, un pésimo producto cinematográfico, aunque otros lo hayan reivindicado, con el paso del tiempo, como un filme de culto. Lucas quiso adaptar el guion a una historia de dibujos animados tras terminar la filmación de American Graffiti, pero pasaron más de 10 años hasta que pudo llevarla a la pantalla. Fue obligado, por contrato, a hacer un film de acción real. El resultado no pudo ser peor, con cerca de 35 millones de dólares tirados al agua. Además de Howard, el pato antropomorfo, en los papeles principales estuvieron Lea Thompson y Tim Robbins.
“Mishima: A Life in Four Chapters” (Paul Schrader, 1985)
Si Howard fue un fiasco artístico y comercial, Mishima, por lo menos, se salvó con creces en el primer apartado. Dirigida por Paul Schrader, exitoso guionista de Taxi Driver que acababa de realizar el thriller El beso de la pantera, este filme sobre la vida, la obra y la muerte del polémico novelista de vida ambivalente que tuvo también una trágica faceta como conspirador, se convirtió tanto en un testimonio cinematográfico como de admiración. La polémica vida del autor, sin embargo, ocasionó que el filme nunca se estrenara en Japón. Schrader consigue una película literaria, de profundo impacto visual. El célebre crítico Roger Ebert la consideró “un triunfo de la escritura y construcción concisas” y para Schrader es, aún hoy, su película favorita de entre todas las que ha dirigido. De hecho, fue nominado a la Palma de Oro en Cannes y obtuvo allí mismo un premio a “Mejor contribución artística”.
“Tucker: the man and his dream” (Francis Ford Coppola, 1988)
Jeff Bridges, Joan Allen y Martin Landau tienen los papeles principales en esta película sobre los éxitos y fracasos de un carismático y sagaz diseñador y fabricante de autos, el Preston Tucker del título, encarnado por Bridges en una de sus mejores interpretaciones. Eso, a pesar de que las opciones originales de Coppola eran Jack Nicholson o Burt Reynolds. Tucker es David contra Goliat, es decir, contra General Motors, Chrysler y Ford, las grandes compañías que, en los años 40, dominaban el mercado de los automóviles en Estados Unidos. A partir de esa premisa veremos muchos episodios de lucha, creatividad y sacrificio que la convierten en una historia muy atractiva. Martin Landau ganó el Globo de Oro por su actuación y el filme tuvo 3 nominaciones al Oscar.
VIDEO RECOMENDADO
TE PUEDE INTERESAR
- “Star Wars”: George Lucas se sincera sobre sus dudas de incluir a Yoda en la saga
- “Star Wars”: George Lucas conoce a “Baby Yoda” en el set de “The Mandalorian” | FOTOS
- “Star Wars”: conoce a los Jedis peruanos oficiales, reconocidos por Lucas Films y Disney | VIDEO
- “Star Wars”: George Lucas decepcionado por la falta de originalidad de “The Force Awakens”
- Así será el alucinante museo que George Lucas construye en Los Ángeles