Historia, frontera, migración: una durísima realidad que siempre se ha visto reflejada en ficciones de todo tipo, pues es parte de la naturaleza humana salir en busca de una vida, si no más digna, sí más habitable. Aquí una muestra de historia que no caen en el sensacionalismo. Es el arte el que nos ofrece siempre una perspectiva diferente a los fríos reportajes que a diario vemos en los noticieros.
"El inmigrante, de Charles Chaplin (EE.UU., 1917)
Un clásico del cine, en el que el humor atemporal de Chaplin se enfoca en una historia de inmigración común a la de muchos europeos de principios del siglo XX. Muy significativa resulta la escena en la que, según llegan a la supuesta tierra de las oportunidades con la estatua de la libertad recibiéndoles, una cuerda les contiene su acceso. Una paradoja habitual de los símbolos y las realidades confrontadas a la que los migrantes se enfrentan a diario.
“Llámalo sueño” de Henry Roth (EE.UU, 1934)
Una de las más importantes novelas norteamericanas de este siglo. Roth, nacido en Austria en 1906 y emigrado a EEUU con su familia a los tres años, reflejó el mundo de la inmigración judía de los años 20 en Nueva York en su libro “Call it sleep” (Llámalo sueño), obra publicada por primera vez en 1934, pero cuyo “descubrimiento” no llegó hasta los años sesenta. La novela recoge el mundo complejo y angustiado de un niño judío en Nueva York, primero en el ambiente familiar y del barrio, el Lower East de Manhattan, un universo yiddish casi cerrado, y después en Harlem, con el choque del encuentro con las bandas de niños irlandeses e italianos, un cambio que supuso “el principio del fin de mi sentido de pertenencia y con él, de mi sentido de identidad” escribió el autor. Los críticos reconocen influencias de James Joyce y destacan el realismo y la imaginación de sus páginas y sus hallazgos lingüísticos, fruto del caos producido por el yiddish familiar e infantil y la vulgaridad posterior del lenguaje de la calIe.
“Japón no da dos oportunidades” de Augusto Higa (Perú, 1994)
Para pagar derecho de piso en Japón, un dekasegui tiene que hacer de todo. El infortunio es el tributo de cualquier extranjero que deja temporalmente su tierra para trabajar en una ciudad subyugante. Publicado originalmente en 1994, en este conmovedor testimonio el escritor peruano da cuenta de su experiencia laboral y la de los peruanos que lo acompañan, quienes enfrentándose al clima y a los abusos de las empresas constructoras, callan toda queja en su sueño por conquistar un puesto de trabajo que les permita un futuro para ellos y sus familias. Solo queda apretar los dientes y seguir.
“Éxodos” de Sebastião Salgado (Editorial Taschen, 2000)
Ningún fotógrafo como el maestro nacido en Minas Gerais (1944) supo mostrar el desplazamiento constante de los seres humanos por el mundo. En este volumen, el brasileño retrata a emigrantes de más de 35 países, tanto adultos como niños. A lo largo de seis años, Salgado retrató a emigrantes alrededor del mundo, documentando su desplazamiento en plena carretera, en los campos de refugiados y en las superpobladas barriadas donde terminan la mayoría de los recién llegados: latinoamericanos entrando en Estados Unidos, judíos abandonando la antigua Unión Soviética, kosovares huyendo a Albania, refugiados hutus de Ruanda, así como los primeros refugiados por mar, árabes y subsaharianos intentando cruzar el Mediterráneo para pisar Europa. Sus imágenes presentan tanto a personas con un destino concreto como a aquellos que no saben a dónde huir. En todo caso, siempre en todos están presentes las huellas de la violencia, el odio y la codicia. Más que espectador del sufrimiento, el fotógrafo convoca al espectador como actor corresponsable de estos cambios políticos y sociales, desde los daños ambientales a las enormes desigualdades económicas, que alimentan el fenómeno migratorio.
“Gran Torino” de Clint Eastwood (EE.UU. 2008)
Película en apariencia pequeña y de escaso presupuesto que, sin embargo, resulta una joya en la filmografía del veterano realizador. En un barrio de Detroit venido a menos, “invadido” por migrantes asiáticos, un viejo jubilado, herido de muerte por un cáncer que le devora, se siente rodeado. Walt Kowalski, de origen polaco, es un veterano de Corea al que no le gusta la gente, menos sus vecinos. Sin embargo, de forma sutil y entrañable, el personaje se transformará en un héroe vecinal.
“Biutiful”, de Alejandro González Iñárritu (España-México, 2010)
El director mexicano se sitúa esta vez en la ciudad de Barcelona, para contar una historia que recae casi por entero en los hombros de Uxbal (Javier Bardem), un padre de familia separado que se dedica a emplear a inmigrantes africanos y asiáticos. Este personaje es un elemento unificador de toda una maraña de vidas de migrantes marcadas por la necesidad y el deseo de salir adelante. Una esperanza terca que -pese al dolor- les permite seguir su camino. La migración y su cruel explotación vistos desde el llamado primer mundo.
“Le Havre” de Aki Kaurismaki (Francia, 2011)
A lo largo de toda su carrera, el cineasta finlandés ha buscado redimir con humanismo y humor las vidas de aquellos que no poseen más que esperanza. Filmada en la localidad portuaria francesa que da título al filme, esta película hilarante y mágica aborda el drama de la inmigración, centrándose en el personaje de Marcel Marx (Andre Wilms), un limpiabotas que vivió una vida de bohemia en los círculos parisinos y que ahora vive retirado en la costa norte francesa. Su vida cambiará al cruzarse con el pequeño Idrissa (Blondin Miguel) un migrante africano perseguido por la policía. Marcel, sin dudarlo ni un segundo, se convierte en su protector, alimentándole, vistiéndole y ofreciéndole refugio en su casa. Entre la ironía y el patetismo, Kaurismaki celebra la vida en cada plano al tiempo que nos encara con su afilada crítica social. Un filme tremendamente político que evita caer en cualquier fácil arenga. Humanismo en el sentido clásico de la palabra.
“Monsieur Lazhar” de Philippe Falardeau. (Canadá, 2011).
En una escuela de Montreal, ciudad de la Canadá francoparlante, se suicida en un salón de clase vacío una de las profesoras. Tras los días de duelo, entra como maestro sustituto Bachir Lazhar (Mohamed Fellag), un maduro inmigrante argelino. Aunque él vive su propia tragedia, el calmado profesor va dejando su impronta entre los estudiantes, con un estilo que mezcla la ternura y la natural exigencia. El campo educativo se convierte en el espacio de aprendizaje para que los niños conozcan la problemática del migrante, y depongan la xenofobia aprendida en casa. La cinta fue nominada al Oscar en el 2011 como mejor película de habla no inglesa.
“La inmigrante” de James Gray (EE.UU., 2013)
La primera imagen de la película contrasta una figura masculina, oscura y desenfocada, con otra femenina, elegante y bien iluminada: la mujer es la estatua de la Libertad, que da la bienvenida a los miles de migrantes que entraron a Estados Unidos por la Isla Ellis, frente a Nueva York. El hombre taciturno es Bruno Weiss (Joaquin Phoenix) quien recibe a Ewa Cybulska (Marion Cotillard), quien viene de Polonia con su hermana. Weiss parece un tipo solícito y honrado, que promete ayudarlas usando sus conexiones. Sin embargo, luego se revelará su principal interés, cuando les presente su grupo de teatro de muchachas que se desnudan ante borrachos y que también se acuestan con ellos. Weiss es un proxeneta temido quien no solo explotarla a las mujeres sino que pretende ser apreciado por ello. Y aunque Cybulska termina cediendo y entra a trabajar con él para poder ayudar a su hermana de la isla, su desprecio por el nuevo patrón es profundo. Gray nos entrega en este filme un retrato oscuro y deprimente de la otra cara de la migración a Estados Unidos.
“Desierto” de Jonás Cuarón (Francia, México, 2016)
Moisés (Gael García Bernal), junto a otros indocumentados, pretende cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, en un viaje que supone la esperanza de encontrar un futuro mejor para ellos y sus familias. Cuando el vehículo que les conduce hacia su destino se estropea, su guía, el “coyote”, se ve obligado a llevarlos a pie a través de las tierras baldías, el territorio de caza de Sam (Jeffrey Dean Morgan), desquiciado vigilante que rifle en mano disfruta asesinándolos. El viaje se ha convertido en una pesadilla y hombres y mujeres desarmados son perseguidos a través del implacable desierto. Una crónica angustiosa del acoso y la persecución filmada por el hijo de Alfonso Cuarón. Cruda metáfora de la intolerancia estadounidense, un año antes de la llegada de Trump al gobierno.
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