Dos vidas se cruzan por pura coincidencia. Él es un hombre atormentado por un pasado que quiere olvidar y ella es una adolescente víctima de la trata de personas. Juntos emprenden en un viaje para escapar de la violencia y encontrar la siempre elusiva redención. Esa es la trama de “La pampa”, la última película del director peruano Dorian Fernández-Morris (“Cementerio General”, “Secreto Matusita”), quien deja atrás a las historias del terror sobrenatural para llevar al cine un horror adulto, no con espectros, sino basado de una realidad en la que miles de peruanos viven cada día.
Estrenada a nivel nacional en el Festival de Cine de Lima, “La pampa” todavía está a meses de llegar a nuestras salas —se espera que se estrene en noviembre— mientras realiza una gira internacional que lo llevará por Brasil, Chile y otros países. Mientras tanto, El Comercio pudo conversar con Dorian Fernández-Morris sobre la realización de la película, su viaje para encontrar a su joven estrella y las dificultades que sufrió durante la filmación.
—La mayoría de tus películas han sido del género del horror sobrenatural, pero “La pampa” es un thriller sobre un fenómeno real. ¿Qué te llevó a hacer ese cambio?
Desde mi niñez tuve un interés muy marcado por historias de la Amazonía en general, ya que mi abuela fue profesora rural que trabajaba llevando educación por los ríos de la Amazonía. Entonces estuve expuesto a muchas historias de la región, algunas muy marcadamente de corte místico, como mitos y leyendas, y otras que relataban los reales abusos que se cometían contra las comunidades por las actividades extractivas. Entonces, yo creería que llegar a una película como “La pampa” es la consecución de esas dos vertientes que alimentaron mi infancia.
—También porque el horror fantasioso usualmente es una reinterpretación de un horror real.
Totalmente. Estas historias tienen un asidero de horror en las vidas reales de sus protagonistas. Entonces, en el fondo seguimos abordando historias de terror.
—¿Cómo te interesaste por esta temática de la trata de personas?
El germen de esta historia es un relato de una mujer de la zona baja de Belén, en Iquitos, que había logrado como pocas escaparse de sus tratantes. La historia nos conmovió, pero a la vez nos movilizó. Nos dejó esa sensación de preguntarnos qué más podemos hacer desde nuestra trinchera. Y es así que involucró a Rogger Vergara, el coguionista, y juntos emprendemos una investigación, una acción bastante minuciosa en la que nos acercamos a una serie de instituciones y entidades para solicitar información, pero de la que encontramos muy poco. Además de revisar publicaciones y datos estadísticos, también nos acercamos con nuestro equipo a la periferia de la zona y utilizamos un pequeño dron para obtener imágenes que puedan acompañar esta investigación que más o menos fue de un año. Posteriormente, nos aventuramos a elaborar una primera versión del guion, que fue claramente creciendo a la medida que escuchábamos más relatos.
—¿Qué tan cercano a la realidad intentaron hacer el filme?
La película está muy ceñida a la realidad. No disfraza, oculta o exagera nada. Lo que busca justamente es mostrar un entorno que es, hoy por hoy, uno de los principales problemas de corte social y de derechos humanos en la Amazonía del Perú.
—Y en cuestión de inspiraciones cinematográficas. Sentí que había algo de “El profesional” en el argumento de un hombre con un pasado turbio que protege por cuestiones del destino a una niña.
Citas uno de nuestros referentes cinematográficos de la película. De hecho, sin dar muchos ‘spoilers’, en “La pampa” hay un plano homenaje a “El profesional”, que es esta caminata larga en la que los protagonistas no se ven, pero luego van emergiendo y que en la película original se da en Nueva York y que nosotros lo damos en uno de los caminos sinuosos e interminables del Amazonas. Y también hay otras referencias que nos vienen al construir una película en general. Yo creo que es muy positivo, finalmente todos somos resultado de las cosas que hemos visto, las vivencias que hemos tenido, de los libros que hemos revisado, de las historias que hemos presenciado y escuchado.
—La mayoría de los actores en “La pampa” son profesionales, pero este fue el debut de la actriz principal Luz Pinedo. ¿Cómo fue el proceso de encontrarla?
En efecto, hay unos actores maravillosos que nos acompañan en la película, pero necesitábamos que nuestra protagonista, Reina, fuera una adolescente que iba a representar en su personaje a tantas víctimas de trata, por lo que seleccionarla no fue algo que tomamos a la ligera. Hicimos un ‘casting’ bien extenso en Ucayali —allí se rodó la película— donde esperábamos que se presentaran unas 150 personas, pero en el que aparecieron 1.500, lo cual da una idea muy clara del carácter de las personas de la selva, de lo histriónicos, extrovertidos y a la vez naturales que son. Entonces, había mucho entusiasmo alrededor de esta convocatoria. Al final elegimos 10 perfiles para Reina que por dos meses siguieron un proceso muy minucioso de talleres de actuación, en donde les enseñamos las herramientas para interpretar con naturalidad a un personaje que casi no dice nada, pero que tiene que transmitir tanto con sus miradas y gestos.
—¿Y cuándo eligieron a Luz Pinedo?
Desde el principio sobresalía la figura de Luz Pinedo, una maravillosa joven pucallpina que no ha tenido experiencia previa en nada que tiene que ver con la actuación. Ahora está aquí conmigo en Brasil y me contó que se enteró del ‘casting’ un día antes y que, si bien siempre le llamó la atención el ser actriz, profesionalmente se tuvo que ir por otros caminos. Entonces, eso muestra un poco cuánto talento tenemos en el Perú y cuánta carencia de oportunidades en este tipo de artes hay.
—¿Y cómo fue elegido el resto del elenco, con actores reconocidos como Fernando Bacilio, Mayella Lloclla y Óscar Carillo?
Bueno, en su mayoría son colaboradores recurrentes de nuestra cinematografía. Con Fernando es nuestra tercera película juntos y acabamos de hacer nuestra cuarta colaboración con “La niña del azúcar”, que se rodó en Iquitos el mes pasado. Es un actor en el que creemos mucho y con el que nos gusta trabajar. Cuando empezamos a escribir el guion y construir el personaje de Juan, rápidamente nos dijimos “es Fernando, él va a tener el registro y la fuerza interpretativa”. Luego fue maravilloso encontrar a las hermanas Lloclla, ya no solo a Mayella, a quien ya conocemos muy bien, sino también a Pamela, que también mostró un gran talento. Está Gonzalo Molina también, que es otro colaborador recurrente, así como Sylvia Majo. Toda una serie de actores que vienen haciendo una carrera muy valiosa principalmente en el teatro, pero sobre todo en este cine que visita y pisa festivales en el mundo y que nos representa muy bien con su talento.
—¿Qué tan difícil fue filmar en la Amazonía?
Filmar en la Selva siempre tiene sus situaciones difíciles. Es un espacio... no quiero usar la palabra hostil, pero no encuentro otra en este momento. Es bien complejo de llevar un equipo tan grande de trasladar recursos logísticos, con luces, equipamiento, mientras que el sol es inclemente y el clima cambia intempestivamente. Y a esto hay que añadirle que tuvimos que construir todo desde cero, porque evidentemente no podíamos grabar en los escenarios reales por ser muy peligroso. Te hablo de un set de 800 m2 que era realmente una cantera de arena, siendo esta una actividad extractiva menos nociva, pero para la que tuvimos que acondicionar con maquinarias para que se parezcan a los campamentos de explotación. Adicionalmente, tuvimos que construir en unas canchas de fútbol prácticamente dos cuadras de bares con interiores y recovecos para los enormes planos secuencias que nos planteamos. Todo esto hizo que la dificultad creciera a niveles que no teníamos planificados ni presupuestados.
—Iba a bromear que al menos no tuvieron que transportar un barco de vapor por una montaña como en “Fitzcarraldo”, pero al parecer hicieron un esfuerzo similar.
Este creo que fue un rodaje de los más complejos en términos de montar esta logística, pero de los que en el fondo más hemos disfrutado por esta sensación de misión cumplida. Y que ahí tengo que hacer un gran homenaje a mi equipo, que supo estar a la altura de una gesta como ameritaba nuestro compromiso con esta historia.
—Justo antes de comenzar la entrevista dijiste que presentaste “La pampa” en el Festival de Gramado (Brasil), y hace unos días le tocó al Festival de Cine de Lima. ¿Cómo ha sido la recepción hasta la fecha?
Hasta el momento hemos hecho dos presentaciones convencionales en el cine. La primera fue en Valencia, lo que fue una caricia para el alma, al poder presentarla al aire libre ante la comunidad de inmigrantes en España, con personas de casi once nacionalidades como nigerianos, camboyanos, ucranianos y ecuatorianos. Fue maravilloso, porque ahí puede notar no solo una recepción positiva, sino también como la condición humana nos une a todos y como la compasión, como virtud humana, está activa muy a pesar de las diferencias culturales. Luego la presentamos por primera vez en nuestro país el lunes pasado en el en el marco de la competencia de ficción oficial del Festival de Lima, lo cual fue ya un regalo que no teníamos mapeado. La recepción de la gente, los comentarios, el conversatorio posterior; nos comentan que sí logra interesar nos da esta sensación de que se van cumpliendo los objetivos.
—¿“La pampa” ya tiene fecha de estreno para los cines?
Tenemos una fecha tentativa en noviembre, estamos terminando de ponernos de acuerdo, si es preciso sacarla en fecha. Yo creería que sí. Lo vamos a estar anunciando en las próximas semanas.