Cerca de las 8:30 p.m., un disparó resonó en la silenciosa urbanización Los Sauces en Surquillo. Era el sábado 12 de setiembre de 1992, y la agente del Grupo Especial de Inteligencia del Perú (GEIN) Ana Cecilia Garzón, apodada ‘Gaviota’, tuvo que disparar al cielo para asustar a Maritza Garrido Lecca, Carlos Incháustegui y una pareja de amigos, a quienes había reducido en la puerta de la vivienda que alquilaban.
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Al mismo tiempo, su compañero Julio Becerra, conocido como ‘Ardilla’, subía rápidamente las escaleras de la casa número 459 de la calle Uno, persiguiendo a la senderista Elena Iparraguirre. Él no sabía si en el segundo piso del ‘castillo’, como se le conocía al lugar donde se escondía Abimael Guzmán, se encontraría con un grupo de terroristas armados dispuestos a todo para defender a su líder. Pero lo que encontró fue todo lo contrario: Guzmán estaba sentado al frente de su escritorio, asustado. “¡Te mueves y te mato, carajo!”, gritó ‘Ardilla’. El ‘Cachetón’, apodo que el GEIN usaba para referirse al líder senderista, respondió: “Esta bien, muchacho, tranquilo. Ya perdí”. La operación Victoria se concretaba con éxito.
Unas horas después, un joven Eduardo Mendoza, quien se encontraba en una reunión con sus amigos del colegio, se enteró de que Abimael Guzmán había sido capturado. “Era algo impensado hasta que vi el flash en el canal 2”, recuerda el cineasta sobre la reacción que tuvo entonces, a los 16 años. Con la noticia confirmada, fue corriendo a su casa, donde lo esperaba su padre, quien preocupado por su paradero, lo carajeó. “En el camino escuché helicópteros y a los vecinos que salían de sus casas gritando ‘¡Lo capturaron!’, ‘¡Viva el Perú!’”, cuenta. Fue allí que quizás nació su interés por el terrorismo y sus secuelas, temas que lo enfrascaron en una investigación de dos años. El resultado lo plasmó en la película “La hora final”, ficción que narra la captura de Abimael Guzmán y que actualmente está disponible en Netflix. Nidia Bermejo y Pietro Sibille, como dos agentes del GEIN.
“Conversé con mucha gente y descubrí la historia de Ana Cecilia Garzón y Julio Becerra. Me pareció interesante que dos compañeros del GEIN tuvieran que fingir ser enamorados, andar agarrados de la mano y dándose besos en el parque por horas, pero que en la vida real se detestaran”, cuenta.
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Esta nota publicada originalmente el 4 de noviembre de 2017, fue actualizada el 11 de septiembre de 2021 tras la muerte del cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán.
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