¿Trato o truco?, por Carlos Contreras Carranza
Guano peruano recibió certificación para ser exportado a Europa, EE.UU. y Japón
El ciudadano francés Augusto Dreyfus, acompañado de su hermano León, quien era médico, se afincó en Lima en 1857 o 1858. Ambos se dedicaron a la venta de joyas y telas en un almacén ubicado en la calle del Correo. Sus importaciones de mercadería llegaban a los cien mil francos anuales, lo cual sin ser una suma desdeñable, no podía calificarse de cuantiosa. Los Dreyfus, como recordaba El Comercio, “buscaban en los negocios la manera de asegurarse una posición holgada”. Augusto muy pronto logró tener un lugar expectante en la sociedad limeña. A ello contribuyó sin duda su matrimonio con Sofía Bergmann, hija de un próspero hombre de negocios. La boda tuvo lugar en esta capital el 18 de agosto de 1862. Nueve años más tarde, el 16 de octubre de 1871, Sofía de Dreyfus fallecía en París sin descendencia.
Según refiere Jorge Basadre la Casa Dreyfus y Hermanos se estableció en París en 1852. La integraban Jerónimo, Isidoro y Próspero Dreyfus; su capital era exiguo. Buscaban exportar telas y otros productos al Perú. En 1859 fue incorporado a esa sociedad Augusto Dreyfus, pariente de ellos, residente en Lima. Augusto comenzó como socio minoritario suscribiendo y pagando cincuenta y cinco mil francos. Esta segunda sociedad se disolvió a fines de 1863. Isidoro y Augusto quedaron como únicos dueños del negocio. En 1864 incorporaron a León, como ya se dijo, hermano de Augusto. La tercera compañía terminó en 1869. A partir de ese momento Augusto se convirtió en la figura preponderante “después de haber sido apenas un pariente protegido, acota Jorge Basadre, casi un empleado de privilegio”.
Augusto Dreyfus, dotado de gran habilidad y perseverancia para los negocios, se dio cuenta que podía obtener enormes ganancias comerciando con el guano y para ello formó en París un sindicato financiero con un capital de 60 millones de francos, de los cuales 22 millones y medio fueron aportados por la Sociedad General, con sede en la capital gala. También hubo en esta empresa accionistas peruanos como Andrés Álvarez Calderón que participó con 6 millones de francos. Con esta sociedad, capitaneada por Augusto Dreyfus, el gobierno peruano suscribió el 5 de julio de 1869 un polémico contrato que tuvo como artífice a Nicolás de Piérola, el joven y audaz ministro de Hacienda de José Balta. Dreyfus compraría dos millones de toneladas de guano. A su vez, anticipaba al fisco nacional dos millones de soles y se comprometía, además, a cubrir el servicio de la deuda externa que ascendía a cinco millones de soles anuales.
La gran batalla librada con motivo del contrato Dreyfus – escribió Alberto Ulloa – tuvo distintos escenarios. Fue política, en cuanto correspondió a la interpretación por el gobierno y por Piérola de una legítima, sana y en parte intuitiva resistencia popular contra el régimen de las consignaciones, que desde hacía 27 años constituía la condenada explotación de una riqueza, abundante y gratuita, para satisfacer pródigas necesidades y aún deberes urgentes del fisco, comprometiendo a este en operaciones de crédito que lo ligaban cada vez más a los negociadores de esa riqueza pública, los consignatarios, en provecho privado. También fue una batalla parlamentaria donde Piérola lució sus grandes dotes de polemista, así como judicial y periodística.
Augusto Dreyfus, ya un potentado, volvió a contraer matrimonio con otra peruana, Luisa María González Orbegoso, de 25 años de edad, hija de Vicente González Pinillos y de Emilia Orbegoso. La boda tuvo lugar en Lima el 18 de enero de 1873. Luisa heredó el título nobiliario de marquesa de Villa Hermosa. Su primogénito, Eduardo Vicente Dreyfus González Orbegoso, militar de profesión, heredó de su madre el título de conde de Premio Real y contrajo matrimonio con la princesa Ana de Talleyrand Périgord y Contaut de Biron, perteneciente a la familia de los príncipes de Sagán y de Benevento, duques de Montmorency. Eduardo Dreyfus y su esposa vinieron al Perú en octubre de 1910 para conocer ingentes propiedades que poseían en Lima y Trujillo. Su padre le había legado una fortuna que pasaba largamente los 50 millones de francos. Augusto Dreyfus falleció en París el 25 de mayo de 1897. Al conocerse la noticia, comentó El Comercio: “Ninguna persona ha llenado con su nombre mayor período de la historia financiera del Perú”.
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