La instalación que Jorge Eduardo Maita (Callao, 1989) presenta en la galería Fórum está compuesta por una serie de piezas escultóricas, pinturas, dibujos y grabados que giran en torno a la identidad y a la relación que los peruanos del siglo XXI tenemos con los monumentos y las plazas y óvalos que los rodean. Bajo el título de “¿Y si después de tanta historia sucumbimos?”, Maita ha enfocado su mirada en cuatro plazas limeñas: San Martín, Dos de Mayo, Bolognesi y Grau. De estos lugares, ha reproducido algunas de sus alegorías principales en esculturas hechas en soportes de cemento, cartón y cobre, a las que ha dado diversos efectos para hacer notar su deterioro. También ha graficado sus símbolos en obras pictóricas producidas en óleo y placa de bronce quemada.
“Busco generar una suerte de contrapunto —comenta el artista— entre una identidad colectiva basada en las figuras de la patria, de los héroes, del mártir y la derrota, con alegorías que tienen una carga melancólica y sufrida; y por otro lado en la manifestación popular que se congrega alrededor de estos monumentos, la cual estoy presentando en una serie de dibujos. Aquí la composición es otra, ya no se siente esa cuestión melancólica, sino, por el contrario, hay más vigor y fuerza. La conclusión a la que quisiera llegar es que la identidad colectiva al igual que la identidad individual son procesos que se van construyendo día a día”.
Identidades colectivas
Los monumentos fueron una forma de construir nación en los siglos XIX y XX, pero hoy parecen ser ignorados. ¿De qué manera tu muestra permite acercarnos a esta reflexión en pleno bicentenario?
A mí lo que me parece importante es empezar a reconocer que los monumentos fueron figuras impuestas y oficiales, a diferencia, por ejemplo, de las manifestaciones que son organizaciones naturales en las que un grupo de gente se pone de acuerdo para conseguir un objetivo. Entonces, no es que la muestra de alguna forma esté buscando poner en valor la idea del monumento, sino por el contrario trato de ser muy crítico con esto. Presento estos monumentos no como una nostalgia, sino siento que, si el monumento está maltratado, mal mantenido, eso es un reflejo fidedigno del tipo de relación que tiene el ciudadano con esta idea de identidad.
Con este discurso oficial.
Exacto, es por eso que en la muestra uso materiales que usualmente dan un sentido de abandono, de precariedad, cartones, cementos que están como manchados por desechos de pájaros, o esculturas que parecen hechas de barro. Lo usual es que un monumento configure el espacio público y todo gire en torno a él, pero lo que está pasando con los monumentos limeños es que la actividad de la calle, el comercio, el transporte, hace que el acceso a estos sea casi imposible. La ciudad ha terminado imponiéndose al monumento cuando, usualmente, en otros países es al revés: el monumento se impone a la ciudad.
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¿Por qué elegiste para tu instalación piezas inspiradas en las plazas San Martín, Dos de Mayo, Bolognesi y Grau?
Desde mi experiencia, estas son las plazas donde se suele congregar gente para hacer una protesta, de hecho, siento que la plaza Grau no funciona como una plaza, pero siempre se pasa por ahí. La única que en realidad es peatonal es la San Martín, el resto son de difícil acceso. Pero la selección de estos sitios ha sido por el recorrido de las marchas y movilizaciones recientes.
El cierre de plazas es común en los últimos tiempos, incluida la Plaza Mayor, es como si el poder le temiera a la manifestación pública.
Sí, totalmente. Esto no sé cómo explicarlo, pero quería hacer una suerte de metáfora entre una persona que se está ahogando en el mar que, finalmente, muere cuando deja de patalear, cuando se cansa y se hunde; creo que de igual forma cuando se deja de contar la historia esta se detiene y se congela. Por ejemplo, si vemos solo la Guerra del Pacífico, naturalmente vamos a tener una visión derrotista de lo que es la construcción nacional. Sin embargo, si reconocemos las manifestaciones ciudadanas como parte de la historia, creo que le ponemos puntos suspensivos a este final triste, y podemos hacer que nuestra historia de derrota se convierta en una historia de lucha.
Lo político y lo simbólico
¿Cuánto influyeron las manifestaciones de noviembre de 2020 y las de los últimos meses en tu muestra?
Yo creo que de alguna forma la han politizado. La crítica que yo tenía a los monumentos previos a todas estas marchas era más pasiva, ahora me estoy tomando la libertad de ser un poco más explícito. Igual creo que mi muestra no es del todo política, en el sentido de que no hay una arenga hacia algo, pero sí, toda la politización del contexto actual, del terruqueo, por ejemplo, esa mala imagen que mucha gente tiene de quienes salen a marchar, hace que de todas formas la manera de abordar esta exposición haya sido más frontal.
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¿Cuál crees que sería, desde un punto de vista simbólico, el monumento del bicentenario?
Sería muy apresurado hacer una propuesta así. Por lo pronto creo que más que aventurarme a decir esta es la identidad nacional o por acá debe ir, lo mío más bien es decir por acá no debe ir. Es un asunto bastante complejo. Muchas veces lo que pasa es que cuando el Estado toma algo como símbolo lo termina acartonando, por ejemplo, esto de la generación del bicentenario en un inicio tuvo esta cuestión bienintencionada, pero luego terminó siendo como un saludo a la bandera. Creo, en todo caso, que, si existe una suerte de monumento actual, este no debería ser propuesto por el Estado, sino se debe dar naturalmente. Creo, además, que el abandono mismo de los monumentos no solo por parte de la ciudadanía, sino también por las gestiones municipales, nos habla de este desapego a esa identidad propuesta en el Perú republicano.
Nos habla de cómo ha cambiado el Perú en los últimos 40, 50 años…
Exacto, de hecho en un próximo proyecto que todavía estoy armando, buscaré proponer la construcción de los edificios multifamiliares como si fuesen pedestales sin estatuas, y que nos hablan de una construcción de progreso desde una mirada capitalista, de cómo te venden esta idea de familia, de ciudadanía, de prosperidad; sin embargo, con la pandemia y la cuarentena nos dimos cuenta de que tener una vivienda con espacios era importante, y que, en cambio, estos espacios tan cerrados, no te permiten vivir cómodo y terminan siendo perjudiciales.
MÁS INFORMACIÓN
La exposición “¿Y si después de tanta historia sucumbimos?” es la tercera muestra individual de Jorge Eduardo Maita y se puede ver en la galería Fórum. Av. Larco 1150, Miraflores. Horario: de lunes a sábado de 11:00 a.m. a 7:00 p.m. Ingreso libre, con aforo reducido. Facebook: www.facebook.com/galeriaforum/.
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