Cada piedra guarda una historia en su interior, la paciente memoria de su aventura geológica. Pero en esta ocasión, a ese relato planetario se suma otro, más íntimo: el de una escultora amiga que, años antes, había escogido y guardado con amor un conjunto de alabastros y travertinos, y que pasaron a otras manos, igual de cariñosas. En “Suculentas”, muestra que inaugura próximamente en la galería Fórum, la celebrada Silvia Westphalen presenta un conjunto de esculturas talladas en piedra que pertenecieron a su entrañable colega, Lika Mutal. Un material cedido por quien fuera su pareja, el artista peruano-holandés Gam Klutier. Así, las historias, como simbólico sedimento, se superponen: las piedras han pasado por dos miradas, y han compartido sus secretos con dos mujeres que imaginaron para ellas diferentes destinos.
Ambas escultoras se conocieron en Lima, en los años 80. Luego coincidieron en un Simposio en Portugal, al que Westphalen asistió para convertirse en su asistente. Allí tuvieron la oportunidad de conocerse mejor. Desde entonces, siempre fueron creadoras muy cercanas.
En su taller en Lurín, Silvia deja la amoladora, tras dibujar en la piedra nuevas hendiduras con su resistente disco de diamante. El polvo de la piedra se asienta sobre todo su mundo. “Tuve este ofrecimiento increíble de Gam (Klutier) de poder ir al taller de Lika y recoger estas piedras, pues necesitaba vaciar el espacio. Para mí fue una oportunidad increíble: encontrarme con piedras escogidas por ella y que suman a la historia de cada piedra la historia de ella misma”, señala la hija de Emilio Adolfo Westphalen, nuestro mayor poeta, y de Judith Ortiz Reyes, pintora pionera del arte abstracto.
Pero entre ustedes siempre hubo una radical diferencia al momento de pensar el trabajo con la piedra. Lika intervenía la piedra en una forma muy sutil. Mientras que tu trabajo transforma el material radicalmente.
Creo que hay recorridos diferentes. Recuerdo que, al principio, Lika intervenía mucho el material. A veces, no quedaba nada de la forma original de la piedra. Posteriormente, cada vez intervenía menos en la piedra, hasta que lo último que hizo fue escoger las piedras y llevarlas al sitio de exposición. En mi caso, el recorrido ha sido casi opuesto. Al principio tenía la idea de vaciar la piedra cortándola de todos los lados hasta dejar solo la estructura y el vacío interior. ¡Pero en 30 años de recorrido vas pasando por diferentes cosas! Luego me pareció antinatural intervenir en la piedra de esa forma: la piedra tiene una masa, y dejar solo una estructura la convertía en algo demasiado frágil. Me influenció mucho mi primer viaje al Cusco, al ver cómo los incas trabajaban la piedra. Eso marcó un gran cambio en mi trabajo. Después pasé por una fase de dibujar sobre la piedra, sin cambiar nada de su estructura. En los dibujos en esta exposición sí estoy sacando más piedra, liberando más las formas.
Compartes con Lika Mutal la sabiduría de quien cuestiona su trabajo artístico a partir de entender la verdadera naturaleza de su material…
Para mí la piedra es como trabajar la tierra, una presencia que estuvo allí desde siempre. Por un lado tiene dureza y por otro una gran fragilidad. Es un material muy maleable, y eso es lo que me encanta. En eso coincido con la artista chilena Raquel Jodorowski: ver el material no como algo inerte, sino como algo que tiene una vida interior.
Dureza y fragilidad, vida y muerte: todas características contradictorias en la piedra.
Sí. Siempre descubres algo en su interior, algo que no puedes saber cuando solo tienes el bloque delante. Solo las encuentras al trabajarlo: colores, manchas, de pronto fósiles, pedazos más duros que otros. Todo ello va dirigiendo tu trabajo, creando la forma. Siempre lo he sentido como una colaboración del propio material.
El mismo material te da las pistas para seguir.
Exacto. Nunca tengo una idea preconcebida de lo que voy a hacer. Por eso trabajo varias esculturas al mismo tiempo, necesito un tiempo para observar las diferentes formas de las piedras. Ellas me dan la pista, el indicio para empezar.
“Suculentas”, el título de tu muestra, nos lleva al reino de la Botánica. ¿Cómo trasladas el lenguaje orgánico a la piedra?
“Suculentas”, habla de la observación de las formas naturales. En este caso, ver cómo crecen estas plantas llamó mucho mi atención. Es una planta que casi no necesita agua y sin embargo presenta hojas especialmente carnosas.
Es una sobreviviente…
Una sobreviviente total, con una notable capacidad para reproducirse. He tratado de trasladar esa sensación a la piedra. Me interesa mucho la textura, que la gente pueda tocar la piedra, que se acerque al material, en esta época en que todo parece muy plano.
¿Enfocarnos en estas plantas sobrevivientes podría ayudarnos a sobrellevar los momentos políticamente tan convulsos en los que vivimos?
Pienso que retomar el contacto con la naturaleza podría ayudarnos a encontrar esa paz que necesitamos como sociedad. Y aprender a cuidarla, porque de ello depende nuestra sobrevivencia como especie. Hay demasiada desigualdad en América Latina, y en los últimos años parece que la riqueza se hubiera concentrado más. Y eso lleva a la violencia. Son tiempos difíciles, con mucha crispación. Pero espero que también nos lleven a una época de cambio, a una sociedad mejor, menos desequilibrada.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Galería Fórum. Av. Larco 1150, Sótano. Miraflores.
Inauguración: miércoles 30 de octubre, 7:30 pm.
Temporada: De lunes a viernes de 10 am a 8 pm. Sáb. de 11 am. a 2 pm. y de 4 pm. a 8 pm. Hasta el martes 19 de noviembre.