Es, según la revista Semana, la responsable de la mayor polémica jamás entablada en Colombia por causa de una narconovela.
Y tal vez no debería extrañar: después de todo, Tres Caínes –la producción de RCN Televisión que *desde hace más de un mes ocupa el primer lugar de audiencia en el país*– no tiene como protagonistas a unos narcotraficantes cualquiera.
El nombre hace referencia a los tristemente célebres hermanos Castaño (Vicente, Carlos y Fidel), fundadores del principal grupo paramilitar del país: las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Y Tres Caínes es la primera gran producción colombiana transmitida en horario estelar que aborda directamente el tema del origen del paramilitarismo y, con ello, uno de los capítulos más oscuros en la historia reciente de este país suramericano.
Efectivamente, las AUC nacieron a fines de la década de 1990 con el propósito declarado de combatir a la guerrilla de izquierda, pero tras la muerte de Pablo Escobar pasaron a controlar buena parte del negocio del narcotráfico.
Y la organización paramilitar –que se desmovilizó formalmente en 2006– también estuvo detrás de incontables masacres, desapariciones, asesinatos selectivos y el desplazamiento forzado de numerosas comunidades, a menudo perpetrados con el consentimiento o apoyo de militares y políticos colombianos.
EN LA CUERDA FLOJA Con estas heridas todavía frescas, y con los vínculos entre el paramilitarismo e importantes actores empresariales y políticos del país aún no completamente aclarados, una novela sobre el tema tenía la polémica garantizada.
Pero su guionista, Gustavo Bolívar –el mismo detrás de las exitosas Sin tetas no hay paraíso y El Capo– le dijo a BBC Mundo que nunca esperó que fueran precisamente las víctimas del paramilitarismo (en sus palabras: La gente a la que quería beneficiar con la serie, hacer visibles) las que se sintieran más agraviadas.
Las asociaciones de víctimas, sin embargo, no tardaron en manifestarse en contra de la novela para exigir su retiro de la pantalla.
Y una campaña coordinada a través de las redes sociales logró hacer que varios anunciantes se distanciaran públicamente de Tres Caínes y retiraran su pauta publicitaria.
Según Bolívar, todo esto puso en duda la continuidad de la novela de mayor audiencia en Colombia, algo que hasta hace poco muchos hubieran considerado impensable.
Hubo un amague, digamos un nerviosismo dentro del canal, reuniones, le contó Bolívar a BBC Mundo. Lo que salvó a la serie es que dos o tres anunciantes se retiraron, y ellos consideraron que sacar la serie generaba como un antecedente de censura muy grave, aseguró.
La polémica, sin embargo, sigue. Y a pesar de la continuidad de la novela, los impulsores de la campaña #Noen3caínes, que ya suma casi 13.500 simpatizantes en Facebook, están satisfechos por lo logrado.
La gente cree que nuestra intención es sacar el programa al aire y ese es un error común. Si el programa lo sacan del aire me parece bien, pero no es eso lo que estamos buscando, le dijo a BBC Mundo Daniel Naranjo, un joven experto en márketing de Medellín y uno de los catalizadores de la iniciativa.
Lo que nosotros buscamos fundamentalmente es una reflexión sobre el papel que está teniendo la televisión y este tipo de programas en la cultura del país, aseguró.
¿INEVITABLE? Para Naranjo, el problema con las narconovelas no es tanto la temática que tratan (narco-paramilitarismo o narcotráfico), sino la forma en la que estos temas son abordados.
Y, en su caso, la última producción de RCN sólo vino a ser la gota que derramó un vaso ya colmado por novelas como El cartel de los sapos, El Capo y Escobar, el patrón del mal; series que, a su juicio, terminan haciendo de los delincuentes modelos a imitar.
No en balde la cuenta de Twitter @Noen3caínes se anuncia con la leyenda: ¿Cansado de que ver contenidos que construyen un país más Narco, más Para, más Guerrillero, más Prepago y similares? ¿Quieres hacer algo? Sígueme.
La mayoría de estas series lo que está generando es una idealización del victimario. El protagonista de estas series siempre es el malo de la historia, le dijo Naranjo a BBC Mundo.
En contra de Tres Caínes, sin embargo, también se han expresado personas descontentas con la forma en la que serie explica el origen del paramilitarismo en el país, a partir de la historia personal de los hermanos Castaño.
Y es que, en alguna medida, ambos problemas parecen estar vinculados, al menos en parte, con las necesidades de la televisión comercial.
Como es (un programa para) TV abierta, yo escribí la serie en cronología, empezando con el detonante de la historia que es la venganza de los hermanos Castaño a raíz del secuestro y muerte de su padre, y las victimas consideraban que yo estaba como justificándolos, le explicó Bolívar a BBC Mundo.
Pero a lo largo de la serie muestro como se volvieron unos monstruos y lo que hicieron, aseguró. ¿Y el rol protagónico de los victimarios? ¿No se podrían contar estas historias de otra manera?
Es posible. Pero lo que uno busca es llevar mucha gente a los capítulos de la serie. Y si yo por ejemplo tomo una víctima, digamos un nombre inventado: Fernando Pérez; si yo digo: Esta noche la historia de Don Fernando Pérez, nadie llega. Y nosotros lo que necesitamos es mucha gente que llegue para poder contar la historia, para poder hacerla más visible, para que tenga éxito.
Por eso es que uno hace Pablo Escobar, que uno hace Tres Caínes y ahora van a hacer Gacha que es otro narcotraficante (Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, uno de los fundadores del cartel de Medellín), dijo el guionista.
IMPACTO Bolívar, sin embargo, afirmó que lo ocurrido con Tres Caínes seguramente cambiará la forma en la que concibe su trabajo y cree que la experiencia también podría tener repercusiones para el futuro de la narconovela colombiana.
Creo que los canales van a recular un poco con este tipo de series, lo van a pensar un poco más, porque la experiencia no es buena.
Y es que, después de todo, los críticos del género parecen haber encontrado un medio lo suficientemente poderoso –las redes sociales– y una estrategia lo bastante efectiva –enfocarse en los anunciantes– para obligar a las televisoras a dudar de la que hasta ahora había sido una receta exitosa.
El mismo Naranjo, sin embargo, reconoció que la alternativa no debería ser el renunciar a abordar los temas más polémicos y dolorosos de la historia reciente y el presente de Colombia, sino encontrar otra forma para tratarlos.
Y tal vez la misma RCN no haría mal en recordar que uno de sus mayores éxitos –la telenovela Yo soy Betty la fea– triunfó luego de tirar por la ventana una de las convenciones más arraigadas del género: que la protagonista siempre debía ser una mujer de gran belleza.