Las firmas del entonces presidente Alan García y de Javier Velásquez Quesquén como presidente del Consejo de Ministros acompañaban el texto legal publicado en el Diario Oficial el 21 de julio de 2010. Semanas después, el sábado 4 de setiembre, el historiador y antropólogo Juan Ossio Acuña juraba como su primer titular, en una ceremonia realizada en Salón Dorado de Palacio de Gobierno. Según la Ley 29565, su función era la de ser rector del sector cultural, con la función de diseñar, establecer, ejecutar y supervisar la política nacional y del sectorial cultural mediante dos vice-ministerios: Interculturalidad y Patrimonio Cultural e Industrias Culturales.
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El próximo martes, la institución cumplirá 10 años en funciones, y a nadie se le ocurre motivos para celebrar. La pandemia del Coronavirus ha revelado a la población sus múltiples problemas, que han llegado incluso a minar su institucionalidad. ¿Cómo generar confianza desde el Estado con los actores culturales si el trabajo del Ministerio dedicado a este sector no ha mostrado orientaciones claras?
El regreso del ministro de Cultura, Alejandro Neyra Sánchez, ha supuesto una inyección de adrenalina para la burocracia a su cargo. El inminente lanzamiento de la tan esperada Política Nacional de Cultura, documento que promete dar integralidad y estabilidad al sector, es una brújula que aparece a diez años de travesía. Un instrumento que permitirá una orientación clara de hacia dónde va la cultura en el Perú, por más cambios que existan de personas al timón.
Mientras esperamos ese anuncio, convocamos a 10 expertos, entre ex funcionarios del MinCul, creadores y gestores culturales para anotar otros diez problemas que necesitan solución urgente. No queremos ser aguafiestas en este décimo aniversario, pero como nos advierte la periodista Fietta Jarque, “una velita de cumpleaños puede ser también un incendio endémico”.
1. “Su problema es de origen”
Susana Baca
(Intérprete. Ex ministra de Cultura)
El problema del Ministerio de Cultura, es de origen. No se creó con la noción de tener un ministerio, sino para tener una puerta de escape ante cualquier crisis política. Por ello nació sin una agenda pública y política, que señalara la importancia de la cultura en un país diverso como el nuestro. Aún la gente no sabe que tiene un Ministerio de Cultura y cuál es su utilidad. No tiene un presupuesto que lo valide para tomar acciones, tanto en la protección contra el saqueo del patrimonio monumental y la subestimación ciudadana al patrimonio inmaterial. No tiene políticas públicas para fomentar un dialogo intercultural inclusivo y verdadero.
2. “Necesita conocer y reconocer”.
Fietta Jarque
(Escritora, periodista, gestora cultural)
El Ministerio de Cultura se debe a los creadores y al patrimonio de todos. Representar sus intereses profesionales y necesidades humanas, preservar y difundir el legado. Todas las áreas tienen necesidades muy distintas y cruciales para su desarrollo. Para ello se debería primero dialogar a fondo y de forma constante con los representantes de cada área y defender mediante leyes actualizadas sus funciones y proyección tanto en la sociedad peruana como en el extranjero. Las manifestaciones de nuestra cultura deben ser principalmente conocidas y reconocidas por los peruanos. Muestras de nuestra identidad que son la mejor bandera ante el mundo.
3. “No podemos seguir siendo ignorados”
Alonso Cueto
(Escritor)
Yo no le daría ningún consejo inicialmente ni al Ministerio de Cultura ni al Ministro de Cultura, Alejandro Neyra, a quien considero una persona de grandes calidades personales y profesionales. Pero si le exigiría al estado peruano que se dé cuenta de que estamos en un país de una cultura riquísima, un país que ha llevado su cultura a todos los rincones del mundo. En este país todo el dinero que se destine a la promoción cultural no es un gasto. Es una gran inversión. El buen cine, los buenos libros, las bibliotecas, las salas de teatro, de música, los programas televisivos que nos muestren nuestra cultura y nos abran a las del mundo, son las ocasiones que tendremos los peruanos de crecer, de estimarnos a nosotros mismos. Crearemos conciencia, espíritu crítico, capacidad de discernimiento. La cultura es un asunto práctico. El mundo se interesará más por nosotros. Vendrán más visitantes. No podemos seguir perdiendo la ocasión de seguir siendo ignorados a expensas de otros países latinoamericanos que destinan más recursos a su cultura. Cuando uno piensa en todo lo que tenemos es increíble que ningún estado haya destinado más recursos a la cultura.
4. “Nació por un capricho presidencial”
Christian Wiener Fresco
(Profesor universitario. Ex Director General de Industrias Culturales y Artes en Ministerio de Cultura)
El pecado de origen del Ministerio de Cultura es que nació más por impulso o capricho presidencial. Su creación era una exigencia de larga data en el sector, incluida en las recomendaciones del Consejo Nacional de Cultura formado en el 2001, cuyos referentes eran experiencias de otros lados en cuanto a desarrollo de políticas culturales y fomento al sector. Pero aquí se priorizó lo burocrático, manteniendo la estructura y presupuesto del INC, antes que definir una política cultural a nivel de todo el Estado y la sociedad. La cultura sigue siendo entendida como algo accesorio y decorativo, y no parte formativa de la nación, además de factor de desarrollo económico, según UNESCO. Por eso lo patrimonial se somete a lo turístico, o la interculturalidad sirve en cuanto destrabe inversiones extractivas, no para abrir dialogo a la diversidad. Y las Industrias Culturales locales pueden ser promovidas, siempre y cuando no alteren el mercado, que continúa siendo ajeno. Urge por tanto replantearse que política cultural queremos y para quienes, desde el Estado en su conjunto, y a través del Ministerio de Cultura como actor central.
5. “No mide lo que hace”
José Carlos Mariátegui
Curador. Director de ATA (Alta tecnología Andina)
El principal problema del Ministerio de Cultura es la falta de una organización y estructura operativa que permita involucrar a todos los ciudadanos y así concebir el derecho a la cultura como política pública. Sumado a ello, la falta de un Sistema de Información le impide medir y analizar sus acciones en menoscabo del establecimiento de políticas públicas. Una organización que no mide lo que hace no tiene un derrotero claro y se torna muy poco competitiva. El Ministerio de Cultura debe aspirar a la excelencia operativa, transversalidad, participación e innovación. Por ejemplo, en esta nueva década, la creación de un Laboratorio de Innovación Cultural para impregnar de competitividad y modernidad a sus diferentes áreas se hace urgente.
6. “Tiene instrumentos de gestión obsoletos”
Luis Nieto Degregori
(Escritor. Ex director de Cultura de Cusco)
A diez años de su creación, el Ministerio de Cultura todavía no completa sus principales instrumentos de gestión o los tiene obsoletos. Un solo ejemplo, su Reglamento de Organización y Funciones, el famoso ROF, fue modificado el 2013 pero resultó inadecuado para las direcciones desconcentradas. El ROF establece dos modelos, uno para Cusco y otro para el resto de DDCs. En el caso de Cusco, que maneja un presupuesto de alrededor de 150 millones de soles, el ROF se olvidó de todos los órganos de apoyo como Administración y Planeamiento, lo cual traba el funcionamiento de la institución o la coloca a menudo en un peligroso limbo normativo.
7. “Un ministerio divorciado de la gente”
Sandro Venturo
(Sociólogo y comunicador)
¿Por qué cuando se diseña la reactivación económica, la cultura no aparece en la lista? ¿Por qué cuando se requiere fortalecer la unidad y la acción colectivas, la cultura no se pone primera en la fila? Uno de los grandes desafíos programáticos del ministerio es transformar el sentido común dominante sobre el papel de la producción cultural en la sociedad. Los peruanos hacen zanjas mentales y oponen el entretenimiento a la cultura. Pasión vs. formalidad. Curiosidad vs. dictado profesoral. Aprendizaje vs. conocimiento superior. Para que abandone su papel marginal, la gestión cultural no puede seguir andando divorciada de la vida.
8. “Hacen falta acciones articuladas”
Alicia Morales
(Actriz. Gestora cultural)
El MinCul surge como necesidad de un país que pretende ser desarrollado, pero lo hace bajo un concepto muy genérico. Hizo y hacen falta líneas directrices que articulen políticas generales de un Estado moderno con las del Ministerio orgánicamente y presentar un todo integrado donde la cultura se entienda como eje fundamental en la conformación de una identidad propia y una visión de país. Era necesario plasmar ese principio rector en acciones, que comprendan la articulación entre el ministerio y su antecesor (INC), la creación de un padrón nacional de cultura para trabajar potenciando los recursos, y la estabilidad de un ministro para elaborar una matriz de desarrollo sostenible.
9. “Su estructura no corresponde a la realidad”
Karin Elmore
(Gestora cultural y coreógrafa)
Estamos en un momento en el que las nuevas y menos nuevas generaciones de artistas y gestores culturales de todo el país se han articulado en redes y están dispuestos a trabajar con fuerza en la creación de circuitos culturales a nivel nacional. Sin embargo la estructura del Ministerio ya no corresponde con la realidad y las necesidades del público y de los artistas. Hay que plantear serios cambios en el organigrama del Ministerio, empezando por reflexionar si acaso el Viceministerio de Interculturalidad no merecería su propio Ministerio con un presupuesto aparte. Y buscar la manera de articular mejor el pasado con el presente, dotando de más recursos a las Industrias Culturales y las Artes; refrescando y activando las DDC, para que funcionen realmente de manera dinámica y moderna. Pensar en generar una relación más estrecha entre artistas y gestores con el Área de Patrimonio arqueológico y los Museos, para que éstos sean también Centros culturales vinculados al desarrollo territorial y no sólo pensados como museos para el turismo, de espaldas a su población.
10. “Un ministerio con miedo a actuar”
Diana Guerra
(Historiadora, gestora cultural)
El argumento que más se escuchaba antes del 2010 para sustentar la necesidad de contar con un Ministerio de Cultura en el Perú pasaba por la importancia de tener un lugar en la mesa del Consejo de Ministros. Diez años han pasado para darnos cuenta que no solo había que estar, si no, que había que saber quién ocupa la silla, al lado de quién se está sentado, y si se te escucha cuando hablas. Necesitamos dejar de ser ese Ministerio adolescente con miedo a actuar y con el que nadie parece querer jugar, a ser el que diseña políticas medulares para el país que queremos ser. Invertir en cultura tiene la misma importancia que invertir en educación: solo se logra ser un país creativo, democrático, inclusivo y con oportunidad para todos, cuando se apuesta por ella.
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