Luis Silva Nole

Habla sin rodeos. Su voz conserva la potencia con la que por tres décadas le hizo divertido complemento a en “Trampolín a la fama”. Violeta Ferreyros Tabbah mantiene a los 68 años, sobre todo, la agudeza criolla para la chacota; y la belleza que la consagró en los años 60 como modelo y que la conecta como imán a la cámara de fotos. 

“Tuvo que morir la para que se acuerden de una”, dice Violeta, medio en broma y medio en serio. Desde el sofá de su casa de Surco y rodeada de decenas de adornos regalados por admiradores, dice estar orgullosa de lo vivido. “¿Por qué me voy a avergonzar de mis arrugas? Eso sí, no me las cuenten”, refiere Violeta.

—¿Qué sensación la embarga tras la reciente muerte de la Gringa Inga? 
Estoy muy triste. Ya se han ido mis camarógrafos, coordinadores, productores, mi ‘Chancho’, que era Augusto [Ferrando], Carbajal, ‘Tribilín’ y ahora mi Gringa [la alemana Ingeborg Zwinkel]. Todos ellos con Papá Lindo haciendo ‘Trampolín’. Solo falto yo, la que gritaba “¡buenas tardes, Perú!” y “¡siempre contigo!”. Esa última frase se la dije una vez a Augusto cuando el Canal 4 me quería. A él le gustó y pidió al público que la pronunciara como respuesta cuando se dijera: “¡Trampolín a la fama!”. Y pegó.

—¿Cómo resumiría lo que significó Ferrando en su vida?
Ingresé a mi casa, Panamericana, en 1965. Comencé siendo menor de edad en “Haga negocio con Kiko [Ledgard]”. Augusto me quería en su programa. Primero no me parecía buena idea porque él me decía ‘chiquivieja’. Pero luego acepté. Cuando saqué mi libreta electoral de tres cuerpos, le dije: “Augusto, ahora me respetas”. Y él respondió: “A partir de ahora te diré vieja”. Así lo hacía en el programa. Y yo siempre le dije ‘Chancho’. Pero él me quería como a una hija y yo me sentía de su familia. Él fue muy importante en mi vida.

Violeta Ferreyros junto al árbol que plantó hace 20 años frente a su casa, en Surco. La ex figura de “Trampolín a la fama” desea volver a los sets, pero pisa tierra: “Necesito un auto. Esa es mi meta inmediata”. (Foto: Hugo Pérez / El Comercio)

Violeta Ferreyros junto al árbol que plantó hace 20 años frente a su casa, en Surco. La ex figura de “Trampolín a la fama” desea volver a los sets, pero pisa tierra: “Necesito un auto. Esa es mi meta inmediata”. (Foto: Hugo Pérez / El Comercio)

—¿Cuál fue el secreto del éxito de “Trampolín a la fama”, que tenía un elenco tan disímil?
Estaba el negro, ‘Tribilín’; el cholo, Carbajal; la gringa y yo, la pituca. Una mixtura racial. Augusto nos unía. Todos los estratos sociales nos vieron cada sábado, de 1966 a 1996. Nunca hubo problemas en el grupo.

—¿Qué sintió al final del último “Trampolín”?
Era mayo del 96. Ferrando me abrazó y me besó, y yo le dije: “Ya creció nuestro hijo y se fue”. Todos lloramos y decidimos salir del canal pensando en que volveríamos a grabar el viernes siguiente. Si no nos decíamos eso, jamás hubiéramos salido.

—Las críticas decían que Ferrando se burlaba del público.
No se burlaba. Jugaba con los concursantes de canto y con el público con picardía criolla. Éramos niños de teta en comparación con los ‘realities’ de hoy.

Equipo de “Trampolín a la fama”, 1984. De izquierda a derecha: Leonidas Carbajal, Violeta, Ferrando, Gringa Inga y Felipe Pomiano (‘Tribilín’). (Foto: Archivo histórico de El Comercio)

— La televisión actual es...
Muy mala. Exponen relaciones personales. Antes había respeto. No necesitábamos acostarnos con alguien ni ventilar calzones. Hasta un primo del emperador Hirohito me quiso llevar como esposa. Pero apliqué valores que me enseñó mi madre, y hoy ya llevo 36 años con mi marido, mi ‘Chino’, a quien nunca expuse en medios.  

—¿A qué se dedicó luego de “Trampolín”?
Trabajé con el alcalde Castañeda en el área social de su anterior gestión. Después en Imagen del municipio de Surquillo. Y siempre organizo shows con un fin social y recolecto ropa y comida para damnificados, como hice con los de Chosica [huaicos] y Puno [ola de frío].

—¿Aceptaría conducir un programa tipo “Trampolín”? 
Claro. Pero con un coanimador con chispa. Necesito trabajar porque mi ‘Chino’ es diabético y nuestra hija ya está en la universidad. Me inclino por algún programa de entrevistas o de concurso de talentos que ayude a gente necesitada. Ojalá algún productor me dé la oportunidad. Aún tengo energías para hacer televisión. El día que no me sienta de esa manera será porque me estaré marchitando, como Violeta que soy

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Violeta era una cotizada modelo de la televisión peruana. (Foto: Archivo histórico de El Comercio)

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