A Orlando Coral se le iba la vida en el tráfico: perdía hasta cuatro horas el día metido en un auto o dentro de un bus entre La Molina y Miraflores para ir a trabajar todos los días.
“Tenía mi carro, pero la espera en los semáforos eran una tortura. Subir al bus significaba estar como una sardina y exponerme a robos. Había siempre una bicicleta guardada en casa, pero nunca fue para mí un medio de transporte”, dice este cocinero y empresario.
Esa bicicleta se la ganó en un sorteo en el 2013. Orlando recuerda que el día en que se la entregaron se la llevó a casa dentro en un taxi: no concebía la posibilidad de montarla para otra cosa que no sea deporte u ocio.
Su visión de las dos ruedas cambió por completo el día en que vendió su auto e hizo su ruta diaria con su compañera de acero. Hoy, no va a ningún sitio sin pedalear. De hecho, su estilo de vida lo llevó a tener dos bicicletas: una urbana con pedaleo asistido eléctricamente para realizar alguna entrega por delivery y otra de montaña para el deporte y para pistas accidentadas. Ahora piensa adquirir otras dos unidades mientras se vuelve más necesaria para los diferentes usos: una bici-cargo y una bicicleta de ruta para distancias más largas.
La historia de Orlando permite explicar el criterio más importante al momento de elegir una bicicleta: el uso que se le piensa dar.
Expertos del colectivo CicloAxión explican que para movilizarse al trabajo o al centro de estudios dentro de una ciudad se aconsejan modelos de tipo urbano (de paseo); una de piñón fijo -que requiere poco mantenimiento-; o una plegable si no se dispone de mucho espacio.
Si la distancia hacia el destino supera los 10 a 12 kilómetros y el ciclista quiere evitar llegar transpirado, las bicicletas de pedaleo asistido eléctricamente son una opción (siempre se les puede retirar el motor y usar como bicicleta normal). Para el deporte se recomienda una de montaña o una de ruta, dependiendo del tipo de ciclismo que uno quiera practicar y las condiciones del terreno (ver recuadro).
Diego Paredes, activista del ciclismo y uno de los fundadores de la página Ciclopatas lo explica así: “Hay ciclistas que por impulso se compran una bicicleta de ruta, que es estética y tiene llantas delgadas, pero luego se dan cuenta que su camino está lleno de baches y trochas no aptas para este modelo”, dice.
Las pistas locales
Lima tiene una superficie que no es montañosa, igual que los cascos históricos de algunas ciudades del interior del país, como Piura, Trujillo, Chiclayo y Tacna.
Por ejemplo, en una distancia de 44 kilómetros ida y vuelta entre Chorrillos y el Rímac, que se puede realizar en una hora y media, solo hay una elevación de 148 metros. “Hay perfiles de viajes solo con subidas constantes, pero leves. Un incremento de 148 metros en esos 44 kilómetros representa una pendiente de solo 0,3%”, dice David Fairle, ingeniero vial.
Para esos casos, se aconseja una bicicleta plegable con cambios (que permiten enfrentar aquellas subidas) o bicicletas urbanas por la solidez de su estructura.