Cuando Patty Mamani, de 35 años, se enteró del accidente en Villa El Salvador, tomó un carro desde Lurín, donde vive, hasta el Hospital de Emergencia de VES para ofrecer su ayuda. “Estaba un poco delicada y no podía donar sangre. Pero me puse a parar carros para conseguir donantes como sea”, cuenta. Llegó por la mañana y se fue a su casa recién a las 11 p.m.. Al día siguiente volvió a las 8 a.m. con un micrófono para conseguir leche de fórmula para los bebés hospitalizados y pañales para los pacientes adultos. Y el sábado regresó también.
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Mientras recolectaba las donaciones, se le acercó una mujer de 65 años. Se llamaba Sonia Macedo y era recicladora. “No soy pudiente”, le dijo. “Pero doy con amor”. La señora había llevado tres bolsas enormes con ropa, zapatos y pañales. Aún asi se echó a llorar creyendo que no era suficiente. Mamani la abrazó. Macedo ni había desayunado.
Devolver la alegría
No solo el Ministerio de Salud, que ha enviado a 48 psicólogos para acompañar a los deudos en esta etapa de duelo, se ha ocupado de la salud mental del barrio. En la zona han aparecido pegados varios letreros con mensajes de solidaridad. Sus autoras son unas jóvenes universitarias. En una de las cartulinas se lee: “No te rindas. Dios está contigo y nosotros también”. Otra dice: “no desmayes, amigo, y resiste, porque hay mucha gente orando por ti”.
Juan Alberto Sinchis, de 33 años, se transformó el sábado 25 en el payaso Colorín para llevar un show a los niños de las avenidas Pastor Sevilla y Villa del Mar, en Villa El Salvador. Llegó a las 9 a.m. con los otros once miembros de su agrupación de animadores, clowns y payasos hizo bailar, saltar y reír a los pequeños, para quienes sus calles se han convertido en enormes velatorios.
El show duró más de dos horas y se reanudó a las 3 p.m. Sinchis usó una carpa instalada por el Ministerio de Educación para que los menores pudieran disfrutar el show bajo la sombra. Les llevó también juegos didácticos para que pasaran el tiempo y, en otro momento, los muchachos se pusieron a pintar y a formar animales de origami con las hojas y colores que una ONG les llevó.
“Nuestra labor es que los niños se distraigan. Y si podemos llevar un poco de felicidad a los adultos,también . Hemos visto a varios padres asomándose”, cuenta el payaso, quien también estuvo organizando una olla común.
Así como él, muchos ciudadanos llegaron llevando comida. Gian Carlo Amar Reyes, de 28 años, llamó a sus compañeros de trabajo y los comprometió a ayudarlo a llevar almuerzo a los damnificados. “Vivo en el Callao, por el aeropuerto. Desde allá vinimos en un taxi con dos ollas de comida. Mi mamá, María, de 62 años, se levantó a las 4 a.m. para cocinar el arroz y la carapulcra”, cuenta.
Amar estaba con descanso médico y con problemas para caminar. “Se me vació el líquido de la rodilla. Pero algo tenía que hacer. Así que conversé con mis amigos del trabajo, somos del sector transporte, y vinimos”, cuenta. El grupo llegó a las 11 a.m. y alcanzó a repartir 90 raciones, que se acabaron antes de la 1 p.m.
Presencia de Estado
El programa Cuna Más, del Midis, colocó en la zona una carpa para cuidar a menores de 6 meses a 3 años mientras sus madres visitan a sus parientes hospitalizados.
Los damnificados estuvieron durmiendo, temporalmente, en 20 carpas de la municipalidad distrital. Ayer el sector Vivienda instaló módulos prefabricados en una loza deportiva.
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