El sistema de sorteo y lectura de preguntas bajo el cual se han venido realizando las conferencias de prensa del presidente Martín Vizcarra, si bien permite que las sesiones transcurran con cierto orden, en la práctica representa un mecanismo de control que le impide a los periodistas hacer cuestionamientos directos sobre temas de coyuntura.
Resolver este asunto es clave, más aún en momentos en que la pandemia empieza a escaparse de los controles del Estado y subsisten serios cuestionamientos sobre el número de camas UCI que existen en los hospitales, las demoras en la toma de pruebas o las colas de contagiados en las puertas de los sanatorios, entre otros casos.
Aunque los ministros suelen aparecer en diferentes medios respondiendo las interrogantes del periodismo, en las conferencias de prensa del mediodía esa libertad se limita. Porque la clave, señor presidente, no está en la pregunta por más bien hecha que esté. La clave está en la repregunta, en ese recurso que tiene el periodista para pedir que su entrevistado aclare un punto, dé una cifra, afine una expresión.
Un funcionario más o menos entrenado es capaz de driblear una pregunta con la misma cintura del ‘Orejas’ Flores. La repregunta permite que no se escape. Le hace retomar el tema, precisarlo, aclarar las dudas.
Y no es un acto de soberbia o de exhibicionismo, señor presidente. Los periodistas no hacemos preguntas para nosotros, sino para el público. Y es el público el que necesita que le digan toda la verdad en estos días tan delicados que vivimos.
No es, como dice usted, “pregunte mañana”. Así, señor presidente, no juega Perú.